Baburam Bhattarai

¿Por qué terminó el cese el fuego?

 


Redactado: Enero de 2006.
Publicado: En el semanario Jana Astha y en Maoist Information Bulletin, no. 10 (enero 2006), boletín ocasional del Partido Comunista de Nepal (Maoísta).
Traducción al Castellano: Departamento Internacional del Partido Comunista de Nepal (Maoísta).
Esta edición: Marxists Internet Archive, enero de 2013.
Fuente del Texto: "Boletín ocasional del Partido Comunista de Nepal (Maoísta)", en LaHaine.org, 30 enero 2006.



 

El 2 de enero de 2006 se suspendió el cese el fuego unilateral declarado por el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) el 3 de septiembre de 2005. El fin del cese el fuego, que se declaró en un principio por tres meses y se amplió un mes más, ha suscitado varias dudas acerca del propósito de la declaración del cese el fuego y por qué se suspendió; qué futuro tendrá el entendimiento de 12 puntos después del fin del cese el fuego; en qué dirección se desarrollará la situación política del país; etc.

El rey Gyanendra ha justificado (y seguirá justificando) la esencia de su actuar regresivo diciendo que la decisión de asumir el poder dictatorial indirectamente el 4 de octubre de 2003 y luego directamente el 11 de febrero de 2005 apuntó principalmente a exorcizar el fantasma del "terrorismo" maoísta. No es de extrañarse que el rey, con su historial de empresario, buscara sacar mucho provecho con el pretexto del "terrorismo" pues le encanta que muchos dictadores del mundo logran ocultar sus crímenes con la llamada campaña contra el terrorismo encabezada por los Estados Unidos desde el 11-S[1]. Es desafortunado y una gran broma de la historia que los autores de la matanza de la familia real y el incidente del 11 de febrero se dicen el mesías contra el terrorismo. No obstante, a una gran parte de la actual población de las ciudades que, de un lado, no se ha repuesto totalmente del vil impacto de la guerra fría, y del otro, ha estado bajo los efectos de la cultura de televisor e Internet, le cuesta trabajo distinguir entre un luchador de libertad y un terrorista. Por eso, es esencial tomar iniciativas políticas y diplomáticas para desenmascarar la faz terrorista de la monarquía autocrática y el ejército real y poner en claro el carácter político democrático progresista con algunas insuficiencias y defectos prácticos de los revolucionarios maoístas. Éste era el principal propósito del cese el fuego declarado el 2 de septiembre, que se ha probado magistralmente durante los últimos cuatro meses, y ha llegado a ser ya histórico.

El siguiente propósito de importancia de la declaración del cese el fuego era buscar una salida política progresista y cumplir con el deseo popular de democracia y paz. Desde el principio de la guerra popular hace diez años, hemos explicado nuestra convicción de que la guerra no es un fin sino sólo un instrumento. Hemos explicado repetidamente que nuestro objetivo fundamental es la reestructuración progresiva del Estado con soluciones a los problemas del nacionalismo, democracia y bienestar del pueblo. Evidencian esta convicción las muy debatidas 40 demandas que planteamos en 1996 y la propuesta que presentamos durante las negociaciones de 2002 y 2003. Se han sintetizado esas demandas en tres puntos: una amplia conferencia política nacional, un gobierno interino y la elección de una asamblea constituyente. Al comienzo no se pudo satisfacer en Nepal estas demandas políticas básicas conocidas en la historia del mundo debido a la falta de previsión y competencia de los partidos políticos y después debido a la terquedad de la monarquía autocrática y su ejército mercenario. Por tanto, el país y la ciudadanía han tenido que cargar con grandes dificultades y sacrificios. Y es verdad que al parecer el crecimiento de tendencias y conductas no revolucionarias en el seno de las fuerzas revolucionarias, sobre todo en la última etapa de la lucha, han generado odio, indiferencia y desconfianza de la ciudadanía contra las fuerzas políticas. Eso ha afectado en cierto sentido a nuestro objetivo político e ideología. En esta situación era necesario tomar iniciativas concretas para una salida política progresista a fin de fortalecer la relación con el pueblo para que pudiéramos cumplir con su deseo de paz y democracia y a la vez no comprometer el declarado objetivo político e ideología. La declaración del cese el fuego del 3 de septiembre era una expresión concreta de eso y contribuyó a facilitar las labores políticas y diplomáticas acercando más la salida política por la democracia, la paz y el movimiento progresista en la forma del histórico entendimiento de 12 puntos. Como se sabe, no se ha ejecutado ese entendimiento y salida política progresista debido a la terquedad de los elementos autocráticos. No obstante, las iniciativas políticas y diplomáticas y las actividades de la ciudadanía en todo el país, que facilitó el cese el fuego de cuatro meses, han acercado la realización de la agenda de ponerle fin al gobierno autocrático y la salida política progresista.

Puede que esto suscite la siguiente duda: ¿Qué acerca más la citada salida política: continuar el cese el fuego o suspenderlo? Puede haber mucho debate al respecto. Algunas fuerzas internacionales han sostenido que se puede acercar la citada salida progresista ampliando el cese el fuego, si bien unilateralmente. Pero, según nuestro partido, ampliar más el cese el fuego unilateral no puede tener efectos positivos sino sólo nocivos para la democracia, la paz y el movimiento progresista. La situación sería distinta si el gobierno hubiera correspondido al cese el fuego y si el rey hubiera aceptado el entendimiento de 12 puntos. Como el cese el fuego era unilateral, el rey y las fuerzas a favor de la monarquía se opusieron a los 12 puntos, el ejército real llevó a cabo actividades agresivas en Rolpa y el resto del país, y se trató de legitimar al gobierno militar mediante las llamadas elecciones municipales. Por ende es claro que la ampliación del cese el fuego no beneficiaría al país ni al pueblo. Más bien, es claro que tal ampliación a la larga podría beneficiar al gobierno real autocrático. En tal situación nuestro partido decidió terminar el cese el fuego unilateral después de informar a todas las partes interesadas.

En este contexto todas las fuerzas democráticas deben prestar atención a algunos asuntos importantes. Primero, los sucesos después de 1950 y la serie de negociaciones y ceses el fuego realizados en diferentes momentos después del inicio de la guerra popular han dejado en claro que el actual ejército real jamás representaría la democracia mientras que siga al mando del rey y que tampoco aceptaría la demanda de la elección de una asamblea constituyente. Ésa es la principal raíz de las frecuentes traiciones del rey a los partidos parlamentarios y de los fracasos de nuestras anteriores negociaciones con el viejo régimen. Al ignorar este hecho probado de la historia, nadie podría ser más obtuso y deshonesto que alguien que siguiera teniendo la ilusión de que se puede establecer la "plena democracia" dejando intacta la actual forma elitista del ejército y continuando el control del rey sobre él. Salvo su mando absoluto sobre el ejército real, la terquedad y renuencia del rey a buscar una salida progresista no tiene ninguna causa salvo la de ignorar la presión de la comunidad internacional y la opinión popular en su contra durante el último cese el fuego. El significado directo y la conclusión es que el ejército real debe ser el principal blanco de todos los movimientos democráticos. No se vale en absoluto atacar a la monarquía y no al ejército. La reciente matanza de Nagarkot ya ha ilustrado el hecho de que no se puede establecer la paz y que no se puede proteger la vida y propiedad del pueblo mientras que exista el ejército real. Un reciente informe de la oficina del auditor general, que dice que no hay registro de 7.263 millones de rupias nepalesas del fondo de ayuda del ejército, da una pequeña pista al abismo de irregularidades financieras y corrupción en que ha caído el alto mando del ejército real. Quizás nadie sabe cuántos millones o miles de millones de rupias se han apropiado ilegalmente en compras de fusiles y municiones y en el destacamento de soldados en misiones de paz de la ONU. Para colmo, el ejército real jamás puede tener un carácter democrático mientras que los cortesanos Shah, Rana y Gorkhali estén al mando. En tales circunstancias todos los auténticos demócratas deberían sostener fuertemente que no se puede establecer la democracia ni el republicanismo democrático en el país a menos que se disuelva el ejército real y se forme un nuevo ejército nacional. No es posible una salida política progresista a menos que se tome conciencia de este hecho y se rompa la columna vertebral del ejército real, y nuestro partido ha sacado la conclusión de que para lograr este objetivo, no hay ninguna alternativa salvo suspender el cese el fuego.

El segundo asunto de importancia a tomar en cuenta es que no se puede concretar la salida política progresista basada en los 12 puntos mediante la presión del movimiento pacífico popular sobre el régimen dominado por el rey actual, su tristemente célebre hijo, el ejército autor de la masacre de Nagarkot y los antiguos Mandales (los esbirros pro-monárquicos) quienes hoy tienen posiciones de ministros y administradores. Como la ONU, las autoridades responsables de la Unión Europea y el senador estadounidense Patrick Leahy han expresado la preocupación acertada de que el ejército real continuara las medidas de represión intensa y derramamiento de sangre una vez que el movimiento popular pacífico alcance su apogeo, podemos decir que es una preocupación importante. En esta situación sería una equivocación sin justificación de la dirección política no hacer los preparativos necesarios para una fuerte resistencia contra la represión y baños de sangre del ejército real. Por eso, todos deberían reflexionar en serio sobre la necesidad histórica de un nuevo plan de acción que puede coordinar bien al movimiento pacífico y a la resistencia armada. En este contexto nuestro partido ha sacado la conclusión de que con la ampliación del cese el fuego, es importante garantizarle a la gente que ya está dispuesta a participar en el movimiento decisivo por alcanzar el republicanismo democrático, el derecho a defenderse contra la opresión armada.

Tercero, todas las fuerzas democráticas deben unirse para paralizar las tácticas del rey, tal como las elecciones de los llamados consejos municipales mientras que ignora los fuertes problemas nacionales. Como se representará el drama de las elecciones en los cuarteles del ejército real, no bastará un boicot común y corriente. Por eso, es necesario librar una resistencia armada del pueblo para echar por tierra el circo electoral que se celebrará en los cuarteles militares y nuestra decisión de suspender el cese el fuego se basa en el análisis de que la ampliación del cese el fuego sería suicida en tales circunstancias. Además, es el deber mínimo del Ejército Popular de Liberación luchar contra el terrorismo desatado por el ejército real contra el pueblo en todo el país, Rolpa incluida.
Dada esta situación general, la ampliación del cese el fuego sin una salida política sería una ayuda a la autocracia, error que ningún partido revolucionario puede darse el lujo de cometer. Nuestros amigos de otros países quienes nos piden ampliar el cese el fuego unilateral y tener optimismo de que el rey entienda, deben ver que, como un Nero moderno, el rey recorre países africanos y la región oriental al tiempo que urgen importantes decisiones políticas.

Sobre la dificultad de aplicar los 12 puntos después de suspender el cese el fuego, no vemos ninguna contradicción, pues el primer punto es el eje del entendimiento: "Se acordó dirigir los ataques contra la monarquía autocrática de forma independiente, ponerle fin y establecer la plena democracia intensificando el movimiento democrático en marcha en todo el país". Es obvio que, hasta para las personas obtusas, el término "independiente" se refiere al ataque armado por la fuerza realizado en la guerra popular y el ataque no armado por las fuerzas participantes en el movimiento popular. Además, el entendimiento de 12 puntos no incluye ni puede incluir en ninguna sección estipulaciones de un cese el fuego obligatorio. Al contrario, es fácil ver que primero necesitamos destruir el poderío militar para acabar con la monarquía que se ha vuelto autocrático debido al apoyo que recibe del ejército. Por eso, nadie debe sacar la interpretación errónea de que se acabará el entendimiento de 12 puntos de la mano con la suspensión del cese el fuego, y las auténticas fuerzas democráticas deberían estar listas para contrarrestar las falsas ilusiones que el régimen real lucharía al máximo por propagar.

Las diferencias que existen entre los siete partidos políticos y los maoístas acerca de la forma de la lucha suscitarían algunas dificultades prácticas, incluso después de acordarse el programa mínimo común de democracia, paz y movimiento progresista. Puede que surjan problemas en la labor de coordinar la lucha armada basada en las aldeas y el movimiento popular basado en las ciudades. No obstante, todas las revoluciones triunfantes del mundo han ilustrado que no existe ninguna muralla china entre el campo y la ciudad ni entre movimientos armados y desarmados, y que tienen que transformarse el uno en el otro a ciertos momentos. Las debilidades de nuestros movimientos de 1950 y 1990 también ilustran que es necesario e inevitable coordinar el campo y la ciudad y los movimientos armados y no armados a fin de ponerle fin a la monarquía autocrática y establecer la plena democracia o republicanismo democrático. Es probable que ése sea el mayor reto ante las fuerzas democráticas en estos momentos, y los dirigentes de nuestros partidos políticos pasarán por la prueba de estas jornadas históricas.

Hay una fuerte probabilidad de que los próximos pocos meses sean el período más importante de la historia de Nepal. El rey más impopular de la historia de Nepal y el ejército real se preparan a luchar contra el poder del pueblo que apoya la democracia. Las recientes actividades del rey ilustran que no está dispuesto a ceder al pueblo, pero está dispuesto a arriesgar el trono. Sin duda cuesta entender la arrogancia y terquedad del rey que no cuenta con ningún apoyo visible de las potencias del mundo. Pero, a nuestro parecer, es como las huecas bravuconerías del terrateniente en quiebra de una aldea cuyos cálculos se basan en cifras falsas. Primero, puede que sueñe con comprar de nuevo a los dirigentes de los grandes partidos parlamentarios o de dividir a esos partidos. Segundo, puede que por fin se imagine recibir apoyo internacional contra los maoístas a nombre de combatir al "terrorismo". Pero por su mentalidad feudal y regresiva el rey no ha captado que vive en 2006, no en 1961, y que los maoístas no son los comunistas mecánicos y ortodoxos del siglo 20 sino los revolucionarios dinámicos y creadores del siglo 21. Por eso, es seguro que pronto se levante una gran tempestad contra la monarquía. Ya se ha desarrollado un ambiente de republicanismo democrático en el país. Unos dirigentes que todavía pasan la cruda de la monarquía ceremonial tendrán que elegir entre escuchar a las voces de los cuadros de sus propios partidos y al pueblo, o esperar que la historia los deje a un lado. El rey ya ha elegido el camino desconociendo el entendimiento de 12 puntos. Ahora le toca a los siete partidos y a los maoístas elegir el camino. La declaración del fin del cese el fuego es el toque de clarín del mismo. ¡Que todos estén sobre aviso!

 

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[1] Se refiere a los atentados terroristas de Al Qaeda en Nueva York, Washington, y Pensilvania del 11 de septiembre de 2001.