Escrito: 1975
Primera publicación: septiembre de 1975.
Fuente: Revolutionary Communist 3/4 nov. 1975 (reimpreso nov. 1979)
Traducido: Manuel, 2011.
Transcripción / HTML: Manuel, 2011.
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Commons
(i) Los
fisiócratas
(ii) Adam
Smith
(iii) Ricardo
(iv) Ricardo
frente a Malthus
(v) Las
categorías de la economía política y la lucha de clases
II Los conceptos de trabajo productivo e improductivo en Marx
(i) La
crítica de Marx al concepto de Adam Smith de trabajo productivo
(ii) El
concepto de trabajo productivo y su desarrollo ulterior
(c) El transporte
(d) La producción de dinero material
(iii) Trabajo productivo de tipo especial
(a) Trabajo invertido en el elemento pasivo del capital productivo
(b) Trabajo invertido en el elemento activo del capital productivo
(iv) El
trabajo improductivo intercambiado contra el capital
(v) El
trabajo improductivo intercambiado contra el ingreso
III La contradicción del capital y los conceptos de trabajo productivo e improductivo
IV Cómo los marxistas creativos deforman a Marx
(i) Adiós
a las armas
(ii) Adiós
a Marx
(iii) Adiós
a la razón
(iv) El
denominador común
V El departamento IIb y la crisis del capitalismo
(i) La
necesidad del departamento IIb y su lugar en el esquema de reproducción de Marx
(ii) La
ley de la tasa decreciente de ganancia y el impacto del deparmento IIb
(iii) Como
la burguesía responde a la crisis
(iv) La
solución final
En su discurso sobre el presupuesto de abril de 1975, el Sr. Denis Healey, haciéndose eco de los sentimientos de su "Muy Honorable amigo", señor Wedgwood Benn, anunció las medidas que, con suerte, podrían revertir el proceso de "desindustrialización" que Gran Bretaña ha estado experimentando en los últimos años. El Sr. Benn, por supuesto, ha dejado claro que él ha encontrado particularmente preocupante la reciente tendencia a una disminución absoluta del número de personas empleadas en la manufactura. Incluso ha advertido - con un toque muy de Smith - que cuanto más se contraiga nuestra manufactura, mayor será la brecha entre lo que físicamente puede producir y la cantidad mínima necesaria para pagar nuestra posición como gran nación comercial. Si el Gobierno va a mantener un sector industrial competitivo y rentable, debe tener como objetivo nada menos que la preservación de nuestra "base industrial". [2]
Compartiendo la preocupación de Benn, si no sus recetas, Sir Keith Joseph también ha pedido medidas que restauren la vitalidad de nuestra menguante base industrial, incluso a expensas del sector improductivo que es, después de todo, "consumidor de riqueza" más que "creador de riqueza". Qué lamentable que debamos vivir en una sociedad en la que tantos viven de los "excedentes" creados por tan pocos. Por el contrario, debemos esforzarnos hacia una economía de valor sólido, basada en la industria manufacturera, a cargo de los proletarios y encabezada por el empresario, ese "raro tipo de persona, relativamente, en comparación con los perceptores de sueldos y salarios". Por encima de todo, lo que necesitamos ahora en Gran Bretaña es completar la revolución burguesa de la que surgirá una burguesía fuerte, libre de grilletes "feudales". Gran Bretaña, por desgracia, los tiene.
"Nunca tuvo una clase dominante capitalista o una alta burguesía estable..."Las grandes familias feudales, junto con los terratenientes, los tribunales, la iglesia y los profesionales del derecho ponen su sello firmemente en la sociedad británica post-medieval de las que las clases comerciantes buscaron la aceptación más que retarlas, como lo hicieron en Francia...La tradición era demasiado fuerte para que la revolución industrial la hiciera temblar, aunque las clases medias lo intentaron, a mediados de la época victoriana...Usted puede recordar la queja de Marx de que los oponentes de orientación feudal al capitalismo naciente se disfrazaban de socialistas. Estaba preocupado por que deberían ser claramente diferenciados del producto auténtico". [3]
En respuesta al artículo de Trade and Industry, Samuel Brittan, escribiendo en el Financial Times, criticó a Benn por su disgusto "fisiocrático" por el trabajo "improductivo", por no tener en cuenta el aumento de la productividad industrial que acompañó a la caída en el empleo industrial y por no reconocer que el cambio de la manufactura a los servicios es perfectamente "normal" en una economía moderna. [4] En una línea similar, aunque con fines diferentes, los diputados laboristas George Rodgers e Ivor Clemitson han argumentado que la disminución del número de empleados en la manufactura es un hecho económico de la vida que debemos aprender a aceptar, e incluso darle la bienvenida. Lo que deberíamos hacer, por lo tanto, es "desviar más personas a las áreas de servicio público - el transporte público, la enseñanza, los servicios de salud, los servicios sociales, y así sucesivamente en una larga lista...Nuestros antepasados socialistas habrían acogido con satisfacción la oportunidad a la que nos enfrentamos. ¿Por qué no la agarramos con las dos manos? " [5]
Así, Benn se toma la tarea de la defensa de una ética del trabajo adaptado más a la primera revolución industrial que a la democracia social del siglo 20, mientras esos como Rodgers y Clemitson son castigados por Sir Keith por ocultar una intención feudal tras un atuendo socialista.
Para aquellos de nosotros con algo más que un interés pasajero en el curso tomado por la sociedad burguesa, no es ninguna sorpresa encontrar a las clases dominantes de este país de nuevo dando vida a un tema siempre recurrente de la economía política clásica - la distinción entre trabajo productivo y trabajo improductivo. En su decadencia, como en su infancia, el capital parece decidido a vomitar directamente cuestiones económicas que arrojan luz especial sobre la condición no sólo de la sociedad burguesa en general, sino del capital británico, en particular. Que los enanos de hoy deban sostener a los gigantes del pasado es la prerrogativa de una clase dominante en decadencia. Por nuestra parte, podemos encontrar consuelo en la idea de que si la historia del capital británico asume su dimensión absurda, el final, o más bien un nuevo comienzo, está sin duda a la vista.
Cuando Sir Keith reclama la consu
Empezaremos, por lo tanto, estudiando de cerca a los clásicos, empezando por los fisiócratas y terminando con la crítica de Ricardo a Malthus. [7] Como mostraremos, hay un lado muy claramente reformista de la economía política, a pesar de su espíritu revolucionario. Y como veremos más adelante, los "marxistas" de nuestros tiempos tienden cada vez más a este reformismo - el precio que inevitablemente deben pagar los que ignoran el concepto marxista del trabajo productivo.
En la segunda parte de este trabajo, vamos a examinar la crítica de Marx a las categorías de la economía política, y al hacerlo, restableceremos lo que realmente nos enseñó Marx sobre el tema. Además, dado que la categoría de trabajo productivo es una parte integral del concepto de capital, será necesario volver a los clásicos para demostrar lo poco que penetraron en el secreto de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Esto dejará claro que el "propósito" del concepto de Marx del trabajo productivo no es - como Gough y otros sostienen - simplemente "explicar la existencia y cantidad de la plusvalía en el modo de producción capitalista" [8] Esta es una verdad a medias y por lo tanto una distorsión. El propósito completo del concepto de Marx del trabajo productivo es la de revelar a la clase trabajadora las leyes del movimiento de la sociedad burguesa.
En la tercera parte, vamos a seguir el lento y triste progreso del revisionismo contemporáneo que se mueve poco a poco en contra del concepto de capital, hasta que no queda nada, salvo la concepción vulgar, según la cual todos los trabajadores empleados en el modo de producción capitalista son productivos. Esto ha ofrecido a los portavoces de la ideología del capital una oportunidad ideal para presentar su miserable explicación de la crisis actual.
Por último, se apunta a las causas reales que subyacen a la crisis del capitalismo de hoy, desenmascarando a los distintos representantes del capital británico en su intento de aportar soluciones que sólo pueden hacerse efectivas a costa de la clase obrera. En el proceso quedará muy claro que nuestro variado surtido de pretendidos marxistas, después de haber "adulterado" el concepto de trabajo productivo, son incapaces de ofrecer a la clase obrera una alternativa viable.
Los verdaderos fundadores de la economía política moderna fueron los fisiócratas. Ellos fueron los primeros en trasladar la investigación sobre el origen de la plusvalía de la esfera de la circulación a la esfera de la producción y esta fue una de sus valiosas contribuciones a la ciencia. Los fisiócratas sin embargo, no analizaron la plusvalía desde la perspectiva del trabajo general social, que en cambio es la única fuente de valor, la plusvalía se analizó en la forma concreta en la que aparecía por primera vez en la agricultura como el exceso de valores de uso producidos sobre los consumidos. Dado que, por otra parte la agricultura era la única actividad en la que se podía ver la creación de un superávit en una forma material y tangible -y separada del proceso de circulación - los fisiócratas llegaron a la conclusión de que el trabajo agrícola era el único productivo. Todo el peso del bienestar económico del país descansaba sobre los hombros de los agricultores, ya que ningún otro trabajo aislado era capaz de generar excedentes de los cuales pudiera tener lugar la acumulación y de la que las otras clases pudieran obtener su subsistencia.
Pero lo que aparece en los fisiócratas como la glorificación del trabajo agrícola es, de hecho, sólo la celebración de la naturaleza. El superávit dejado al final del proceso de producción es un regalo de la naturaleza y no el resultado del plustrabajo, trabajo no remunerado. El trabajo agrícola sirve sólo como el medio por el cual se puede realizar la potencialidad de la naturaleza en su totalidad. En el sistema de los fisiócratas entonces, la plusvalía se explica en "una forma feudal, como se deriva de la naturaleza y no de la sociedad, a partir de la relación del hombre con la tierra, no de sus relaciones sociales. El valor en sí se resuelve en un mero valor de uso, y por lo tanto en la sustancia material". [9]
Tomando como punto de partida el valor de uso en lugar del valor, los fisiócratas erigieron un edificio económico, sin haber puesto la primera piedra. [10] Por lo tanto, el avance desde las condiciones puramente técnicas de la producción al núcleo del problema no tuvo lugar. Para los fisiócratas era simplemente una cuestión de si la economía podría ser o no más eficiente y menos onerosa mediante la aplicación de la política del gobierno ilustrado, y esto al asegurar que se disponía de suficiente superávit para mejorar la capacidad de creación de riqueza de la naturaleza. El gasto público excesivo, junto con las políticas económicas equivocadas, sólo servía para disipar los excedentes necesarios para la acumulación, por lo tanto conduciendo a la ruina económica.
Los hábitos de consumo también jugaban un papel importante en el sistema de los fisiócratas. Para permitir una saludable tasa de acumulación era necesario que se mantuviera una actitud frugal. Esto significaba que "ningún aliento se debe dar al lujo en forma de ornamentación, en detrimento de los gastos ocasionados por las operaciones y la mejora de la agricultura ..." [11]
La gran industria en el momento de los fisiócratas estaba sólo comenzando. Las barreras encontradas por el modo capitalista de producción en su surgimiento inicial, sobre todo en la forma en que apareció por primera vez en la agricultura, se presentaban con una visión técnica más que social. Por otro lado, a pesar de su aparente sesgo feudal, los fisiócratas, dejaron muy en claro que la burguesía no resolvería sus problemas económicos hasta que primero hubiera resuelto sus tareas políticas.
Quedó para Adam Smith discutir el caso fisiocrático de una manera más decisiva y sistemática, dando a su exposición su forma explícita capitalista.
Muy en la línea de los fisiócratas, Adam Smith estaba preocupado de que una parte demasiado grande del producto anual se desperdiciara en el consumo improductivo. Las grandes naciones, señaló, se empobrecen muy a menudo por la "prodigalidad pública y la mala conducta. Todo, o casi todo el ingreso público, se emplea en la mayoría de los países en el mantenimiento de manos improductivas... Cuando se multiplican, por lo tanto, hasta un número innecesario, pueden consumir en un año determinado tan gran parte de esta producción, como para no dejar lo suficiente para mantener a los trabajadores productivos, que deben reproducirla el año siguiente". [12]
Pero, frente a los fisiócratas, Smith trató el valor del producto, y no su sustancia material, como la "base esencial de la riqueza burguesa". [13] Ya no se trata de un tipo particular de trabajo concreto destacándose como productivo, sino de todo el trabajo que está directamente subsumido en el capital.
"El trabajo productivo se define aquí desde el punto de vista de la producción capitalista, y Adam Smith llega aquí al corazón de la materia, dando en el clavo. Este es uno de sus mayores méritos científicos... que define el trabajo productivo como trabajo que se intercambia directamente con capital... Esto también establece absolutamente lo que es trabajo improductivo. Es un trabajo que no se intercambia con capital, sino directamente con ingresos..." [14]
La principal diferencia, entonces, entre trabajo productivo e improductivo señalada por Adam Smith, es que el primero se intercambia directamente por capital y el segundo por ingresos. [15] Pero esta definición -aunque representa un avance inmenso sobre los fisiócratas- no estaba libre de ambigüedades.
Incapaz de distinguir entre el capital empleado en el proceso directo de producción y el capital empleado en el proceso de circulación, Smith confunde la creación de la plusvalía con su realización. Por un lado, define como el trabajo productivo "el que se suma al valor de la materia sobre la cual se desarrolla" [16] y, sin embargo, por el otro, también define como productivo el trabajo empleado en el comercio minorista. [17] Esta última forma de trabajo, sin embargo, no crea valor sino que simplemente permite al vendedor reclamar una parte del plusvalor social que ya se ha producido. Esta confusión se complica aún más por el tratamiento ecléctico de Smith de la producción capitalista en su conjunto.
Desde el punto de vista del capital individual todo trabajo es productivo si permite a los capitalistas obtener un beneficio. Pero desde el punto de vista del capital social total, el trabajo solo es productivo si su producto se destina a la sustitución de un capital". [18] Por un lado, el productor de artículos de lujo es productivo, ya que aumenta el valor del producto, por el otro, es improductivo ya que los lujos no pueden volver a entrar en el ciclo de producción.
Este carácter dual de la producción de lujo ocupa un lugar especial en el
análisis de Smith, porque él lo ve como un medio eficaz para regular el proceso
de acumulación. A través de la producción de lujo el capital encuentra la
liberación de ese terror de
Un aumento en la producción de lujo ralentizará el ritmo de acumulación, ya
que parte del producto anual no se gastará de nuevo en trabajo productivo. Pero
igualmente, si se incrementa la parte del producto anual que se destina a
mantener el trabajo productivo, la tasa de reproducción disminuirá porque a los
dueños del capital "les resulta difícil conseguir mano de obra a emplear.
Su competencia eleva los salarios del trabajo y hunde los beneficios del
capital". [19]
La acumulación de capital, por lo tanto, conduce a su propio estancamiento.
Smith estaba escribiendo en un momento en que la gran industria capitalista todavía no había aprendido a permanecer de pie. La forma más evidente en que aparecía la contradicción del capital era una lucha competitiva entre las clases sobre la distribución del producto social. Los capitalistas, a los ojos de Smith, se enfrentaban a un gravoso Estado que consumía una proporción muy alta del producto del país, o a los propios trabajadores cuyos salarios excesivos impedían la reconversión de una parte del plusproducto en capital. Eran tiempos difíciles para los capitalistas.
Quedó para Ricardo llevar adelante el análisis, esta vez desde el punto de vista de la producción capitalista avanzada.
Ricardo estaba plenamente de acuerdo con la distinción hecha por Smith entre los trabajadores pagados del capital y los que se pagan de los ingresos. Pero poco le importaba a Ricardo si el tamaño de la fuerza laboral de un país era grande o pequeña, lo que importaba era el monto de la plusvalía (ingreso neto) producido. El tamaño relativamente pequeño de la población productiva, era incluso de agradecer ya que era "sólo otra manera de expresar el grado relativo de la productividad del trabajo". [21]
"Adam Smith constantemente magnifica las ventajas que un país saca de un gran ingreso bruto, en lugar de neto... Siempre que su ingreso real neto, su renta y sus beneficios, sean los mismos, no tiene importancia si la nación se compone de diez o de doce millones de habitantes. La potencia de sus flotas y ejércitos de apoyo, y todas las especies de trabajo improductivo, deben estar en proporción a su neto y no en proporción a sus ingresos brutos". [22]
El crecimiento del consumo improductivo no retrasa necesariamente el proceso
de for
Tampoco se preocupaba Ricardo de que un crecimiento demasiado rápido de la acumulación fortalecería el poder de negociación de los trabajadores a expensas de los capitalistas. Si surgiera una escasez de mano de obra los capitalistas introducirían maquinaria que ahorrara mano de obra, creando así una "disminución en el aumento de la demanda de mano de obra". [24]
Aquí Ricardo tocó en el centro neurálgico de la producción capitalista y, al hacerlo, introdujo una nota discordante en la economía política. Tanto es así que un apologista, Carey, inmediatamente lo denunció como el "padre del comunismo, un demagogo cuyos perniciosos escritos sólo sirvieron para promover la 'hostilidad entre clases'". [25]
Pero al final el sistema de Ricardo, al igual que el de Smith, se hace dócil. Ya que los trabajadores, de acuerdo con Ricardo, tienen un interés en asegurar que la oferta de trabajo no sea muy superior a la demanda "deben desear naturalmente que la mayor cantidad de ingresos posible sea... gastada en sostener sirvientes domésticos". [26] Siempre que los trabajadores que resulten redundantes tengan un nuevo empleo en las ramas improductivas del trabajo, los obreros productivos mantendrán su posición en la lucha competitiva contra los capitalistas. Del mismo modo mantendrán una buena posición negociadora en tiempos de guerra cuando el Estado mantiene "grandes flotas y ejércitos". [27]
La posición de Ricardo es ahora la de un apologeta, su receta esencialmente reformista. De su "reformismo" Marx dijo lo siguiente:
"¡Que conveniente es un acuerdo que hace a una niña de fábrica sudar doce horas en una fábrica, por lo que el titular de la fábrica, con una parte de su trabajo no remunerado, puede tener en su servicio personal a su hermana como criada, a su hermano como mozo y a su primo como soldado o policía!... Este es de hecho un claro resultado de la maquinaria, que una parte considerable de la clase trabajadora femenina y masculina se convierte en siervos". [28]
En última instancia, el sistema ricardiano se rompe, no a causa de la hostilidad que genera, sino por los límites que encuentra en la naturaleza. La ley de rendimientos decrecientes, a pesar de los avances de la ciencia, finalmente se impone. Cuanto más capital se acumula más difícil se hace arrancar del suelo los alimentos suficientes para sostener a los trabajadores. La subsistencia del trabajador desciende y se ve obligado a la lucha por salarios más altos "y todo aquello que incremente los salarios, necesariamente reduce los beneficios". [29]
"La contradicción que encontramos en el sistema de Ricardo es la contradicción abstracta entre el hombre y la naturaleza, una contradicción que se presenta en la forma social de una lucha entre clases por un plusproducto social cada vez más reducido. Las bestias de Darwin se transforman en capitalistas y trabajadores.
Ricardo ahora adopta una postura de Smith, viendo el dilema del capital en una insuficiencia de plusvalía, no porque los salarios reales hayan subido demasiado alto como Smith sostuvo, sino porque la naturaleza se ha vuelto demasiado parca en sus "regalos".
"Adam Smith... uniformemente atribuye la caída de los beneficios a la acumulación de capital, y la competencia como consecuencia de ella, sin advertir la creciente dificultad de producir alimentos para el número adicional de obreros que el capital adicional emplea". [30]
Después de haber vuelto a izar el espectro de una disminución del plusproducto, Ricardo aparta su atención de Adam Smith con el fin de combatir a Malthus, el archi-defensor de las "cortes espléndidas" y el despilfarro.
Al contrario que Ricardo, Malthus restableció la concepción vulgarizada de la ganancia. Las mercancías se venden con beneficio, no porque se vendan a su valor, sino porque se venden por encima de su valor. Es decir, los capitalistas obtienen sus ganancias mediante la venta de sus productos de vuelta a los trabajadores a un precio más alto que el que se paga a los trabajadores por su producción.
Aunque en el sistema de Malthus se produce explotación, lo hace sólo en el mercado después de que las mercancías han sido producidas. Los trabajadores no son explotados en el proceso de producción -son simplemente engañados. La contradicción del capital se traslada ahora de la esfera de la naturaleza a la esfera de la competencia.
Pero, según Malthus, si todos los capitalistas venden sus productos con sobreprecio a los trabajadores es inconcebible cómo ningún beneficio en absoluto se puede hacer. Si el trabajador no está en condiciones de volver a comprar la totalidad de su producto con su salario, su demanda no se corresponde con la oferta.
Después de haber planteado un falso dilema Malthus procedió a proporcionar a los capitalistas una solución igualmente falsa. La demanda en la sociedad capitalista, según él, sólo puede hacerse efectiva si viene de los que están al margen de la producción, de los que consumen pero no producen. El consumo necesario por lo tanto, debe llevarse a cabo entre los trabajadores improductivos de Adam Smith.
Malthus no oculta el hecho de que el trabajador realiza parte de su trabajo sin un retorno equivalente. El no estaba interesado en ocultar las contradicciones de la producción burguesa, sino por el contrario, en enfatizarlas, por un lado con el fin de demostrar que la pobreza de las clases trabajadoras es necesaria... y, por otra parte para demostrar al capitalista la necesidad de una Iglesia y una jerarquía del Estado bien alimentadas con el fin de crear una demanda adecuada para las mercancías que producen. Lo que Malthus quería era producción capitalista, pero sólo en la medida en que crea "una base material más amplia y más cómoda para la 'vieja' sociedad". [31]
Ricardo no tendría nada de esto. Como custodio teórico del "decreciente" excedente de la sociedad se dispuso a defender a la burguesía industrial contra el abuso adicional del consumo improductivo.
"Un cuerpo de trabajadores improductivos son tan necesarios y útiles,
con miras a la producción futura, como un incendio, que consume en los al
En cualquier caso, mientras el debate entre los economistas se enconaba, se formaba la clase que comenzó a percibir que sus intereses no estaban en absoluto ligados a aquellos a los que los economistas trataban de defender. Esta clase, además, comenzó a tomar un gran interés en el hecho de que algunas personas estaban siendo mantenidas por la labor de los demás. En resumen, la economía política estaba a punto de aprender que no valía la pena luchar contra los representantes de un "viejo" orden cuando el presente contiene en sí el germen del nuevo.
(v) Las categorías de la economía política y la lucha de clases
Antes de la aparición del modo de producción capitalista, la extracción del trabajo excedente en general servía como un medio para unas "cortes espléndidas" y una vida suntuosa de los ricos ociosos. Las clases dominantes de las sociedades precapitalistas no se hubieran opuesto a la acusación de que la suya era una vida improductiva -el mero título de trabajador habría sido suficiente para despertar su indignación.
Por el contrario, la obtención de plus-trabajo bajo el régimen estricto del capital llegó para servir no como un medio para el consumo, sino hacia un fin más noble, el de la acumulación por sí misma. Gracias a la aparición de este nuevo sistema, las fuerzas productivas del trabajo social se han desarrollado enormemente y de una manera que eclipsa todos los modos antiguos. Así fue que el trabajo productivo fue ensalzado y condenado el trabajo improductivo, y por primera vez en la historia las categorías económicas fueron utilizadas directamente en la confrontación ideológica de una clase contra otra.
De todos los representantes de la economía política Adam Smith fue el menos comedido en dar rienda suelta a su odio por el trabajo improductivo. La gran industria estaba todavía en pañales y necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir. Disipar el excedente que de otro modo podría ser utilizado para la acumulación impediría su desarrollo. Sin embargo, las numerosas oficinas y prebendas relacionadas con la administración del Gobierno, por no hablar de "los eclesiásticos, abogados, médicos, hombres de letras de todo tipo, los juzgadores, bufones, músicos, cantantes de ópera, bailarines de ópera, etc., hacían exactamente eso. Eran meros sirvientes del público y por lo tanto, "son mantenidos por una parte del producto anual de la labor de la otra gente". [33] Este, dice Marx,
"Es el lenguaje de la burguesía todavía revolucionaria, que aún no ha sometido a toda la sociedad, el Estado, etc... El estado, la iglesia, etc, sólo se justifican en la medida en que son comités para supervisar o administrar los comunes intereses de la burguesía productiva, y sus costos -ya que por su naturaleza, estos gastos corresponden a los gastos generales de la producción- deben reducirse al mínimo inevitable". [34]
A pesar de que los escritos de Smith se destacan como una crítica de las condiciones existentes, es importante recordar que "lo que en la superficie es la glorificación del trabajador productivo es, de hecho, solo la glorificación del capitalista industrial, en contraste con los terratenientes y esos capitalistas monetarios que viven sólo de sus ingresos". [35] Pero en ello radica el problema.
Como el trabajo es la fuente de todo valor y como, por lo tanto, siempre podemos trazar la génesis directa del capital desde el trabajo, surge la pregunta, ¿cómo o por qué razón aparece el capital productivo? Podemos tener o el poder productivo del trabajo o la fuerza productiva del capital -ya que el mismo poder productivo no se puede contar dos veces- y si tenemos este último no puede haber ley del valor.
La economía política fue atrapada en una contradicción de su propia creación y, como lo describió Marx, "era natural para los pensadores que se unieron al lado del proletariado apoderarse de esta contradicción, para lo cual se encontraron con la base teórica ya preparada. El trabajo es la única fuente del valor de cambio y el único creador activo del valor de uso. Esto es lo que ustedes dicen. Por otro lado, ustedes dicen que el capital lo es todo, y el trabajador no es nada o es un simple costo de producción del capital. Ustedes se han refutado a si mismos. El capital no es más que defraudar al trabajador. El trabajo es todo". [36]
Y cuando finalmente los trabajadores se pongan de pie y declaren que los capitalistas no son productivos, y cuando los capitalistas ya no puedan sostener más una inclinación revolucionario, aunque sólo sea porque su propia inclinación se ha convertido en el centro de la tormenta de una lucha nueva y aún más amenazante, entonces habrá llegado el momento para ellos de gritar que se ha cometido un error monumental y pedir, de forma cobarde, una tregua, un compromiso enfermizo, en el que todas las actividades imaginables, por tenue que sea su relación con la producción capitalista, deben ser honradas con el título de trabajo productivo.
"Cuando... la burguesía ha ganado la batalla, y en parte se ha hecho cargo del Estado, en parte hizo un compromiso con sus poseedores anteriores, y también ha dado reconocimiento a las profesiones ideológicas como la carne de su carne y en todas partes los transformó en sus funcionarios, de la misma naturaleza que ella misma, cuando ella misma ya no se enfrenta a estos como representantes del trabajo productivo, pero cuando los trabajadores productivos reales se levantan en su contra y, además, dicen que vive de la labor de otras personas... entonces las cosas toman un nuevo giro, y la burguesa trata de justificar "económicamente", desde su propio punto de vista, lo que en una etapa anterior había criticado y combatido". [37]
La ley ricardiana del valor, con todas sus imperfecciones, tenía que irse -por lo menos de las universidades- permitiendo así que los economistas aspiraran a esa noble tarea de proporcionar a la sociedad la ciencia de lo superficial. La inquietante paradoja capital o trabajo, ahora podría encontrar su sustitución en la resolución grosera: capital y trabajo, y tierra y gestión y tecnología y cualquier otro mercenario filibustero de la burguesía que uno quiera nombrar.
Los capitalistas tenían un gran interés en abandonar la distinción entre trabajo productivo e improductivo. La clase obrera, por otro lado, tenía, y siempre tendrá, todo el interés en hacer hincapié en esta distinción. Sin este énfasis es posible convertir la declaración de Ricardo de que el trabajo es el creador de valor en todo lo contrario -que el capital es el creador de valor. Dad al capitalista un segundo y reclamará toda la jornada laboral.
Marx dio la bienvenida al hecho de que el proletariado había encontrado un número de simpatizantes capaces de aprovechar las contradicciones de la economía política y usarlas contra los capitalistas desde la perspectiva de los trabajadores. Pero como Marx bien sabía, la iniciativa revolucionaria de los obreros no podía mantenerse por mucho tiempo, y mucho menos desarrollarse aún más, simplemente confrontando el argumento de Ricardo en sus propios términos. En cambio fueron estos mismos términos, los que tuvieron que ser sometidos a la propia crítica revolucionaria de Marx. Después de haber rescatado la esencia revolucionaria de la dialéctica hegeliana Marx estaba equipado para hacer frente a la economía política de un modo similar. De hecho, fue precisamente debido a su crítica de aquella que esta pudo entonces ser superada sobre la base del materialismo histórico.
Si bien es cierto que el enfoque general de Marx sobre la historia forma tanto el fondo como el punto de partida para una crítica de la economía política, no es menos cierto que sin esta crítica la perspectiva histórica de Marx, con todas sus brillantes ideas, habría permanecido en el ámbito de la filosofía especulativa. El análisis de Marx del capital hace más que revelar las leyes del movimiento de la sociedad burguesa; también confía en las manos del movimiento del obrero revolucionario la ciencia de la sociedad -el materialismo histórico. [38] A este fin Marx dedicó el concepto del trabajo productivo, un concepto que "expresa precisamente la forma específica del trabajo en que se basa todo el modo capitalista de producción y el capital mismo". [39]
(i) La crítica de Marx al concepto de trabajo improductivo de Adam Smith
Marx compartía la visión de Smith de que el trabajo es improductivo si se intercambia directamente con ingresos. Pero el corolario de que el trabajo es productivo si se intercambia directamente con capital es inadecuado y superficial, y por lo tanto erróneo. De lo que Smith no se dio cuenta fue de que en el "intercambio" entre trabajo y capital dos actos estrechamente relacionados, pero no obstante distintos, tienen lugar.
La primera fase del intercambio entre capital y trabajo implica una transacción formal entre capitalista y trabajador en el mercado. Aquí, el obrero vende su mercancía fuerza de trabajo por una suma determinada de dinero. El capitalista compra esta mercancía sólo por su valor de uso, con el fin de consumirla en el proceso de producción material. Esto lo hace poniendo al trabajador a trabajar en lo que Marx llama "el proceso-trabajo humano"[40], un proceso en el que los seres humanos se apropian, con la ayuda de los instrumentos de trabajo, de los productos de la naturaleza en una forma adaptada a sus propias necesidades. Desde el punto de vista de la concepción general de Marx de la historia todo el trabajo dedicado a la producción de valores de uso puede ser considerada como productiva, ya que los seres humanos se distinguen de los animales a través del proceso de trabajo. [41]
La producción de valores de uso o, lo que es lo mismo, el proceso de trabajo, constituye la base material de toda vida humana y en este sentido puede ser concebida independientemente de su forma social. Pero son precisamente "estas formas las únicas que importan cuando se trata del carácter específico de un modo de producción social". Sostener lo contrario es como si el fisiólogo, dijera que las diferentes formas de vida son una cuestión indiferente, que todas ellas son solo formas de materia orgánica". [42] En consecuencia, la definición de trabajo productivo, desde el punto de vista de la producción capitalista, no tiene absolutamente nada que ver con el proceso de trabajo como tal; se deriva no de las características del trabajo material, "sino de la forma social determinada, las relaciones sociales de producción, dentro de las cuales se realiza el trabajo". [43]
El proceso de trabajo en la sociedad capitalista implica algo más que la producción de valores de uso; es al mismo tiempo producción de mercancías y de plusvalor. Lo que realmente interesa al capitalista de la fuerza de trabajo del trabajador no es la forma particular concreta en que se gasta, sino "el valor de uso específico que esta mercancía posee de ser una fuente no sólo de valor, sino de más valor del que ella misma tiene". [44] Es importante recordar, por tanto, que la fuerza de trabajo tiene no uno sino dos valores de uso. Además de su valor de uso como una forma particular de trabajo concreto, asume un valor de uso general. Este último tipo de valor de uso constituye su característica especial, que emana como lo hace, de la parte específica que desempeña en la producción de mercancías. Lo que el capitalista compra por parte del trabajador, y lo que posteriormente consume, es "un poder de creación de valor, auto-expansivo, es decir, fuerza de trabajo, que no sólo reproduce su valor, pagado por el capitalista, sino que a la vez produce un valor excedente, un valor no existente con anterioridad y no pagado por un equivalente". [45] Es precisamente esta capacidad de creación de valor la que constituye "el valor de uso específico del trabajo productivo para el capital". [46] Aquí está el valor de uso que constituye la base para la existencia del capital.
Sin poder llegar a un entendimiento del valor de uso específico del trabajo productivo para el capital, la economía política se demostró incapaz de lidiar con el intercambio entre trabajo y capital en su totalidad. La primera fase del intercambio se lleva a cabo enteramente dentro de los límites del mercado, y de acuerdo con sus leyes específicas propias.
"La segunda fase del intercambio entre capital y trabajo, de hecho, no tiene nada que ver con el primero, y estrictamente hablando, no es un intercambio en absoluto... El dueño del dinero ahora funciona como capitalista. Que consume la mercancía que ha comprado... En este proceso, por lo tanto, el trabajo es... transformado directamente en capital, después de que ha sido incorporado formalmente en el capital a través de la primera transacción.
"En el intercambio entre capital y trabajo, el primer acto es un intercambio ... El segundo es un proceso cualitativamente diferente del intercambio, y sólo por un mal uso podría haber sido nombrado como algún tipo de intercambio en absoluto. Se encuentra justo enfrente del intercambio; categoría esencialmente diferente". [47]
La economía política no tuvo éxito en aventurarse mucho más allá del primer intercambio entre capital y trabajo. Lo más que logró fue plantear el siguiente acertijo: ¿Cómo es que el capitalista compra trabajo por su valor, vende el producto del trabajo por su valor y sin embargo, al final del proceso tiene más valor que cuando se inicia? Pero el enigma nunca se resolvió, y de hecho no se puede resolver, siempre y cuando el capital se coloque directamente frente al trabajo en lugar de frente a la fuerza de trabajo". [48]
El trabajador productivo, para Marx, es aquel cuya fuerza de trabajo es primero intercambiada directamente contra el capital-dinero y luego consumida por el capitalista en el proceso directo de producción. "El trabajo productivo es sólo un término breve para toda la relación y la forma y manera en que la fuerza de trabajo figura en el proceso de producción capitalista". [49]
Ahora podemos entender lo que había detrás del confundido tratamiento de Smith de los artículos de lujo. En lugar de considerar primero la base de la relación capitalista -el valor de uso específico del trabajo productivo para el capital- se lanzó de cabeza en la consideración de los tipos particulares de valores de uso en que el trabajo se realiza. Más tarde, Marx analiza la importancia del contenido material de trabajo, pero sólo después de que hubiera sido establecida una sólida base.
El fracaso de Smith de concebir la fuerza de trabajo como una mercancía le impidió desarrollar un concepto de capital y, más importante aún, la comprensión de su composición específica.
El valor que el capitalista pone en medios de producción sigue siendo una magnitud constante, tanto antes como después de su incorporación en el proceso de trabajo, y por esta razón se define como capital constante. El capital variable, por el contrario, sigue siendo una magnitud constante, sólo mientras está en manos de los capitalistas en su forma mercancía -o dinero. Cuando se pasa de su forma de dinero a su forma productiva, es decir, en fuerza de trabajo viva, se convierte de una magnitud determinada, constante, en una magnitud variable, en un valor que se expande, y por lo tanto en capital. El capital variable "se convierte en capital variable real sólo después de que... se convierte en fuerza de trabajo en funcionamiento como parte constitutiva del capital productivo en el proceso capitalista". [50] Sin embargo, clasificando, al igual que Smith, los medios de subsistencia del trabajador en lugar de su fuerza de trabajo como un elemento del capital productivo, "la comprensión de la diferencia entre capital variable y constante, y por lo tanto la comprensión del proceso de producción capitalista en general, se hace imposible". [51]
Era perfectamente comprensible para Marx por qué la economía política se había aferrado instintivamente al tratamiento confuso de Smith del capital productivo y de circulación. Sin una clara distinción entre los dos "la base para la comprensión del movimiento real de la producción capitalista, y por lo tanto de la explotación capitalista, está enterrado en un solo golpe". [52] La economía política por tanto ofrecería a los economistas vulgares "una base segura de operaciones para su superficialidad, que por principio sólo adora la apariencia". [53] Como señala Marx:
"El primer acto formal de intercambio entre capital y trabajo es sólo potencialmente la apropiación del trabajo vivo de otra persona por parte del trabajo objetivado. El proceso real de apropiación se lleva a cabo sólo en el proceso de producción real, detrás de la cual se encuentra como una etapa pasada la transacción formal primera... Razón por la cual todos los economistas vulgares... no van más allá de la primera transacción formal, precisamente para conseguir, por este truco, deshacerse de la relación capitalista específica. [54]
La definición de Marx de la fuerza de trabajo le permite "forzar" su camino a la "morada oculta" del capital y llevarnos con el pensamiento donde el obrero crea plusvalía in actu. Por lo tanto Marx entra en el reino sagrado de la sociedad burguesa cuyo umbral nos mira a la cara: Prohibido el paso excepto para los negocios. El "secreto" de los beneficios es finalmente revelado. [55]
(ii) El concepto de trabajo productivo y su desarrollo ulterior
Habiendo examinado la forma y manera en que se gasta fuerza de trabajo en la producción capitalista, Marx llega a la siguiente fórmula:
D - M ...P... M' - D' [56]
Esta fórmula expresa el carácter social del proceso de trabajo en condiciones de producción capitalista y muestra el origen de la ganancia del capitalista surgiendo del propio proceso directo de producción material. Teniendo en cuenta la relación capitalista desde la perspectiva de la mera producción material, el obrero productivo puede ser definido como alguien que desempeña un papel activo en el proceso de trabajo y que produce plusvalía para el capitalista.
Es posible, sin embargo, para el modo puramente social de la existencia del capital funcionar aparte del propio proceso de trabajo y para la plusvalía aparecer inmediatamente en la forma de un exceso de capital-dinero por encima del capital-dinero originalmente avanzado. Aquí la fórmula sería:
D - M ...P - D'
Una vez que hemos comprendido la distinción entre trabajo abstracto y concreto este aspecto de nuestro análisis debe presentar pocas dificultades. Como Marx nos recuerda, la materialización del trabajo no debe ser tomado en un sentido restringido, como Adam Smith concibió. "Cuando hablamos de la mercancía como materialización del trabajo... se concibe como una determinada cantidad de trabajo social o de dinero. Puede ser que el trabajo concreto del que es el resultado no deje huella en ella... La mistificación aquí surge del hecho de que una relación social aparece en la forma de una cosa". [57]
En la industria propiamente dicha, el resultado directo del proceso de trabajo es la mercancía M', una mercancía de mayor valor valor que la fuerza de trabajo y medios de producción consumidos en su producción. En el caso de la producción inmaterial, sin embargo, la actividad de las hojas de trabajo "sin ningún resultado tangible con existencia aparte de las propias personas que las realizan, en otras palabras, su resultado no es una mercancía vendible". [58] Por ejemplo, un trabajador empleado en la industria de entretenimiento produce tanto plusvalor como valores de uso, aunque los valores de uso sólo se materializan en el momento de su consumo. Todo lo que queda es la plusvalía en su forma específicamente social.
La producción inmaterial funciona no en el propio proceso de trabajo - aunque sin el proceso de trabajo toda la producción inmaterial cesaría - sino en la esfera del consumo individual. Los trabajadores son por lo tanto, colocados en una relación directa con el público consumidor y la venta de sus productos está siempre vinculado con la promoción de su propia personalidad, encanto, ingenio, etc. Los asuntos son muy diferentes en la industria propiamente dicha - al final del proceso de trabajo el trabajador y el producto siguen sus caminos por separado.
Los empleados directamente por el capital en el proceso de producción inmaterial son trabajadores productivos, ya sean profesores, médicos, enfermeras o artistas. El consumo de su fuerza de trabajo por el capitalista es al mismo tiempo producción de mercancías y de plusvalor.
Hasta ahora hemos considerado la producción de mercancías, sin tener en cuenta su transporte. La característica peculiar de la industria del transporte es que forma un vínculo entre la esfera de la producción y la esfera de la circulación. En consecuencia, señala Marx, es común entre los economistas que consideren el transporte en el coste de la circulación y no de producción. Sin embargo, esto está mal. El transporte de una mercancía al mercado "es parte del propio proceso de producción". [59] El sector del transporte por lo tanto aparece "como una continuación de un proceso de producción dentro del proceso de circulación y para el proceso de circulación". [60]
Dado que el efecto útil del trabajo del obrero del transporte sólo se puede consumir en el momento en que se lleva a cabo, la fórmula para la industria del transporte "sería, por tanto, D - M ...P - D', ya que es el propio proceso de producción el que se paga y consume: no un producto separado y distinto de él". [61]
d) La producción de dinero material.
En todos los casos anteriores surge la siguiente pregunta: ¿Cómo pueden los capitalistas continuamente sacar una suma de dinero igual a la de D' de la circulación cuando continuamente arrojan una suma igual a D en él? [62] "Considerando que una parte de los capitalistas constantemente succiona más dinero de la circulación de lo que vierte en ella, la parte que produce oro constantemente produce más dinero en él que lo que saca en medios de producción". [63] Esto nos lleva a nuestra siguiente forma de trabajo productivo, el trabajo dedicado a la producción del dinero-material, es decir, de oro.
En la producción de oro de la fórmula sería
D - M ...P... D'
porque el proceso de producción, P, aporta más oro del que se adelantó a los elementos de la producción del oro en el primer D. [64]
Aquí tenemos una forma única de trabajo productivo, ya que en ninguna otra rama de la producción capitalista son las condiciones de explotación directa idénticas a las de su realización. Así se desprende del carácter de la "extracción de oro", como trabajo directamente social. [65] Al igual que en la industria propiamente dicha el trabajador y los productos siguen sus propios caminos, aunque en este caso la plusvalía contenida en el oro aparece inmediatamente en su forma socialmente reconocible.
El resultado directo del proceso productivo es una mercancía especial - la mercancía-dinero - que no se puede transformar en capital constante o variable, sino que debe ser sacrificada a la esfera de la circulación en el que funciona como valor de cambio. [66] El consumo productivo de la fuerza de trabajo del minero de oro debe asumir, por lo tanto, una forma improductiva. Sin embargo, esto no afecta en absoluto a la caracterización del minero de oro como un trabajador productivo. [67]
(iii) El trabajo productivo de un tipo especial.
Habiendo examinado las circunstancias en que las diferentes mercancías se producen en la sociedad capitalista, debemos dirigir nuestra atención al trabajo que se destinará directamente a los elementos del capital productivo. En primer lugar vamos a considerar el trabajo comprometido en el mantenimiento y la reparación del elemento pasivo del capital productivo, es decir, los medios de producción y, en particular del capital fijo, principalmente maquinaria.
a) El trabajo invertido en el elemento pasivo del capital productivo.
En la misma forma que un trabajador debe lavarse, y de este modo mantener la eficacia de su fuerza de trabajo, también debe mantenerse una máquina. [68] En la misma forma que un trabajador recibe tratamiento médico para evitar que muera de forma prematura, también se repara una máquina. [69] Sin el gasto de este trabajo la máquina dejará de funcionar como una máquina, se convertiría en inútil. Pero no es el valor ya existente en la máquina al que sustituye este trabajo, es trabajo adicional necesario por su uso. El salario de los trabajadores que mantienen la maquinaria es por lo tanto "una parte del capital variable y el valor de su trabajo se distribuye en el producto". [70] Aquí tenemos una forma especial de trabajo productivo. Se añade al valor del producto final, sin embargo, no "entra en el propio proceso de trabajo al que el producto debe su existencia". [71] Marx en consecuencia clasifica este trabajo como trabajo "sui generis". [72]
Ahora sucede demasiado a menudo en la sociedad capitalista que los trabajadores están obligados a limpiar y mantener la maquinaria en sus "periodos de descanso". De esta manera, los trabajadores proporcionan al capitalista tiempo de trabajo gratis. "Este trabajo no figura en el precio del producto... Por lo tanto el capitalista no paga el coste del mantenimiento de su máquina. El trabajador paga in persona, y este es uno de los misterios de la auto-preservación del capital..." [73]
Si los capitalistas compran fuerza de trabajo con el propósito de mantener la maquinaria, o si se impone este trabajo a los trabajadores en sus "periodos de descanso", dependerá de la correlación de fuerzas entre capitalistas y trabajadores en la lucha competitiva.
(b) El trabajo invertido en el elemento activo del capital productivo.
Vamos a considerar ahora el gasto de trabajo en el elemento activo, y por ello más importante, del capital productivo, la fuerza de trabajo viva. No es de extrañar que Smith hiciera caso omiso de esta forma de trabajo ya que en primer lugar era incapaz de concebir la fuerza de trabajo.
La trabajadora que vende su fuerza de trabajo a otro -sea al capitalista o al Estado- con el propósito de criar, formar o mantener la fuerza de trabajo productivo es élla misma una obrera productiva. Una enfermera, por ejemplo, no se limita a reemplazar el valor de la fuerza de trabajo del paciente sino que se suma a ella, a pesar de que la enfermería en sí no entra en el propio proceso de trabajo. Una vez más nos encontramos con trabajo sui generis, pero en este caso tenemos fuerza de trabajo que actúa directamente sobre la fuerza de trabajo, una relación entre una persona y otra, entre trabajador y trabajador, que modifica la relación en su contenido, aunque no en su forma económica. El objeto del trabajo de la enfermera no es una "cosa" que se enfrenta a ella como una fuerza ajena e independiente, como "capital", sino el sujeto vivo del propio capital, el obrero. Esto le ha dado considerable margen a la burguesía para imponer sus propias normas de moral hipócrita diseñada para separar la enfermera de la enfermera y la enfermera del paciente.
La plusvalía no se genera normalmente en la producción de fuerza de trabajo
como una mercancía, sino en la producción de mercancías por la fuerza de
trabajo. Los capitalistas no comprarán por mucho tiempo fuerza de trabajo que
se esté ella misma impregnada de plusvalía. El proceso de acumulación de
capital -siempre la variable independiente- deja a los capitalistas libres de
tal fuerza de trabajo, por lo que el Estado siempre asume el control directo
sobre los centros de "mantenimiento" y "for
Al igual que en la reproducción del capital fijo, también en la reproducción de la fuerza de trabajo podemos encontrar trabajo realizado en el "período de descanso" de los trabajadores.
El consumo de medios de los trabajadores de subsistencia requiere el gasto de tiempo de trabajo -se deben cocinar las comidas, mantener y reparar el alojamiento, atender a los niños, y así sucesivamente. La mayor parte de la sociedad, es decir, la clase obrera "debe... realizar este tipo de trabajo por ella misma..." [74] Al hacerlo se preserva para el capitalista la eficacia de la fuerza de trabajo, el instrumento por medio del cual sólo él puede seguir siendo un capitalista. [75]
"El consumo individual del obrero, si ocurre en el taller o fuera de ella, ya sea parte del proceso de producción o no, constituye por tanto un factor de la producción y reproducción del capital, así como lo es la limpieza de la maquinaria, ya sea mientras la máquina esté trabajando o mientras está parada. El hecho de que el trabajador consume sus medios de subsistencia para sus propios fines, y no para complacer a los capitalistas, no tiene ninguna relación con el asunto. Se trata de la producción y reproducción de ese medio de producción tan indispensable para el capitalista: el propio trabajador". [76]
En la sociedad capitalista, donde la segregación aparece como la relación normal, es la sección femenina del proletariado la que, en general, lleva a cabo este trabajo. En la medida en que se lleva a cabo en el "período de descanso" de la mujer, no es ni productivo ni improductivos. Se trata de una forma específica de trabajo concreto, de labor, que a pesar de no asumir una forma de valor, sin embargo sigue siendo una condición fundamental y necesaria para la reproducción del capital. La mujer paga in persona.Su trabajo se otorga a título gratuito en la sociedad, y por lo tanto al capitalista, y no entra en el precio de la fuerza de trabajo o en la creación de valor en general. Sus esfuerzos son doblemente subsumidos en el capital -ella no sólo produce plusvalía en la fábrica, sino que en el hogar mantiene y cría a los propios creadores de valor. La suya es una vida de trabajo y fatiga constante, "completando el trabajo de cada día, ella se convierte en esclava de las necesidades internas de su familia, y cuando de noche se deja caer cansada en su lecho, es con el conocimiento de que por la mañana temprano debe cumplir su papel de nuevo al servicio del capitalista, y al final del servicio para él del día siguiente apresurarse a casa de nuevo para otra ronda de servidumbre doméstica". [77]
La medida en que el capital se hace cargo directamente de las funciones que antes se realizaban en el hogar depende de muchas circunstancias, estando entre las más importantes la forma en que el capital se ha desarrollado en una región en particular y el estado del proceso de acumulación en un período determinado. Pero esto nos ilustra acerca de la posición relativa de las mujeres, una posición que difiere de país a país y de una fase del desarrollo del capital a la siguiente. Aquí estamos interesados por la posición absoluta de las mujeres, que emana como lo hace de la naturaleza misma del capital.
El proceso real de producción capitalista supone la separación de la fuerza de trabajo del obrero. Al final del proceso de producción, el trabajador debe disfrutar sus vacaciones con el fin de reponer lo que ya había consumido el capitalista -su fuerza de trabajo. El trabajador lo hace no sólo cocinando su comida, o, como suele ser el caso, teniéndola cocinada para él, sino también comiéndola, porque el "trabajo de comer" produce cerebro, músculos, etc. [78] La capacidad del trabajador para trabajar, una vez restaurada, es de nuevo vendida a su consumidor -el capitalista. No hay una tendencia inmanente del capital para asumir la responsabilidad directa sobre el consumo individual de la clase obrera, para cocinar su carne, pulir sus botas, mantener sus muebles y viviendas limpias, el cuidado de sus hijos después de que el proceso de producción haya terminado. Aun suponiendo que algunos capitalistas pongan este trabajo a su propio cargo a los efectos de la extracción adicional de plusvalor -mediante el empleo de trabajadores para cocinar para los demás trabajadores, por ejemplo- esto simplemente significa que mientras algunos trabajadores están reponiendo su fuerza de trabajo, otros ven la suya consumirse. Y después de haberse consumido su fuerza de trabajo a su vez deben cumplir con su trabajo doméstico propio. Asumir una cadena interminable de trabajadores empleados en la restauración de la fuerza de trabajo de los demás trabajadores es perder de vista el proceso de producción capitalista en su conjunto.
Cuando se examina no un único trabajador o capitalista individual, sino la clase capitalista y la clase obrera, no un proceso aislado de producción, sino la producción capitalista en su conjunto, es evidente que el trabajo doméstico siempre se llevará a cabo por la clase obrera y, en particular, por la sección de mujeres de esa clase. El capitalista mata dos pájaros de un tiro: el misterio de la auto-preservación del capital se revela. [79]
Sólo cuando la fuerza de trabajo ya no sea consumida por otro, sólo cuando deje de ser una mercancía será inseparable la producción de la riqueza en general de la reproducción de la raza humana. La "supervivencia" de la familia como una unidad económica en la sociedad tiene como base la existencia del capital; la separación del trabajo de las condiciones objetivas del trabajo; la separación del trabajador y de la fuerza de trabajo. La familia no sobrevive a pesar de capital, sino a causa de él. [80]
Dado que la continua opresión de las mujeres se deriva de la opresión específica de la sección femenina del proletariado y que, por otra parte, esta opresión tiene su origen en la reproducción de la fuerza de trabajo como una mercancía, se deduce que las amplias masas de mujeres en la sociedad burguesa tienen un interés no sólo en la abolición del capital, sino en garantizar que la futura sociedad socialista hace rápidos progresos hacia la erradicación de la familia como una unidad económica. Es precisamente ahora, en momentos en que el capitalismo se enfrenta a la mayor de sus crisis, que varias personas tratan de hacer respetable la producción de fuerza de trabajo como una mercancía, y esto confiriendo al trabajo doméstico una "forma asalariada" adecuada al contenido de su "creación de valor". Como un editor asociado de la revista Newsweek ha marcado: Si a los trabajadores domésticos se les garantizara un salario por el Estado "el trabajador en el hogar podría al menos ser reconocido como un miembro profesional de la... fuerza de trabajo..." [81]
(iv) El trabajo improductivo intercambiado contra el capital
Antes de pasar a una consideración adecuada de la mano de obra improductiva, es decir, el trabajo que se paga no con capital, sino de los ingresos, es necesario hacer frente al trabajo dedicado a la realización en lugar de la producción de plusvalía. Aunque este trabajo es improductivo para el capital, sin embargo se intercambia por capital y por esta razón merece especial atención.
La economía política fracasó sistemáticamente al analizar la forma histórica específica en que el trabajo se presenta como trabajo social en condiciones de producción capitalista de mercancías. Ni por un momento lo consideró o admitió que el trabajo de la persona debe presentarse como trabajo abstracto y, de esta forma, como trabajo social, si va a crearse algún valor. Incluso Ricardo, el más consistente e incisivo de los economistas, fue incapaz de pasar más allá de la forma de la apariencia inmediata del valor, el valor de cambio. Su atención se concentró por tanto en el aspecto cuantitativo y no en el cualitativo del valor, en su magnitud y no en su esencia. [82] Al igual que Smith y los que le antecedieron, Ricardo no se dio cuenta de la conexión del trabajo abstracto con el dinero, o de que este trabajo debe asumir la forma de dinero. [83] El dinero era considerado como un mero recurso para superar los inconvenientes técnicos de intercambio y no el medio por el cual el valor de la mercancía primero se expresa y después se realiza.
Ahora podemos entender por qué Smith no pudo establecer la distinción entre la creación de valor y su realización y por qué, por lo tanto, se define al trabajador comercial como productivo. Mientras el valor fuera considerado sólo en su aspecto cuantitativo no sería posible distinguir entre las condiciones de la explotación directa y las de su realización.
Lo que distinguió el método de Marx del de Smith es que al definir el trabajo productivo Marx trató "sólo con el capital productivo, es decir, el capital empleado en el proceso directo de producción". [84]Más tarde, Marx abordó el capital en el proceso de circulación y demostró que el trabajador comercial, a pesar de que cumple una función necesaria para el capital, y realiza trabajo no remunerado (para el capitalista individual), "intrínsecamente su trabajo ni crea valor ni producto". [85] Su trabajo simplemente convierte un valor determinado de una forma a otra, de su forma mercancía a su forma de dinero, y viceversa. Aquí tenemos un intercambio entre capital y trabajo, pero es un cambio formal, y en ningún caso debe confundirse con el "intercambio" que se lleva a cabo entre el capitalista y el trabajador en el proceso directo de producción capitalista.
A modo de resumen. La definición de Smith de trabajo productivo es insuficiente por tres razones relacionadas. En primer lugar, él trata el valor sólo cuantitativamente, y no cualitativamente y por lo tanto, confunde el proceso real en el que se produce con aquel en el que se realiza. En segundo lugar, trata el capital establecido directamente contra el trabajo en lugar de contra la fuerza de trabajo y por lo tanto es incapaz de comprender el "secreto" de los beneficios. En tercer lugar, ya que él no puede manejar los elementos del capital como se presentan en el proceso directo de producción capitalista no puede sino ignorar el trabajo que se gasta en los elementos del capital productivo mismo.
A pesar de los muchos puntos débiles que se encuentran en el análisis de Smith, su definición de trabajo productivo es notable ya que fue el primero en establecer absolutamente -al menos desde el punto de vista de la producción capitalista- lo que es trabajo improductivo. Es un trabajo que no se intercambia con el capital, sino directamente con los ingresos.
(v) El trabajo improductivo intercambiado con los ingresos
No tenemos problemas con la definición de Adam Smith de trabajo improductivo. Todo lo que necesitamos destacar es el hecho de que el carácter de este trabajo ha experimentado un cambio considerable desde que el capitalismo hizo su primera aparición. Los trabajadores improductivos de hoy no son los trabajadores improductivos de Adam Smith.
Hoy en día, la gran mayoría de los que se pagan con los ingresos son ellos mismos asalariados y forman parte de la clase obrera. Cuando los restos feudales siguen, lo hacen en una forma caricaturesca y subdesarrollada y tienden generalmente a ser ridiculizados por la clase obrera, especialmente en períodos de crisis.
En el momento en que Marx comenzó a escribir sobre el tema del trabajo productivo e improductivo en la temprana década de 1860, el triunfo del capital industrial en Gran Bretaña había sido proclamado hacía mucho tiempo. El mayor número de trabajadores improductivos eran empleados domésticos, más numerosos de hecho que los trabajadores productivos empleados en la industria. Con los años, y especialmente durante el transcurso de este siglo la proporción de empleados domésticos en la economía se ha reducido al mínimo. Junto con este descenso se ha producido un aumento en el número de trabajadores improductivos empleados directamente por el Estado, por ejemplo, en la administración pública y local, las profesiones ideológicas, el aparato represivo y sanidad y bienestar (suponiendo, por supuesto, que el trabajo de los trabajadores de la sanidad y la educación no se gasta en fuerza de trabajo productiva).
En el artículo "Inflation, the crisis and the post-war boom" (Revolutionary Communist 3 / 4) los camaradas Bullock y Yaffe tratan la cambiante composición de la fuerza de trabajo y los modelos actuales de empleo y no tenemos que continuar esta labor. Es suficiente con recordar que el objetivo de Marx en el desarrollo de los conceptos de trabajo productivo e improductivo no era dividir a los trabajadores. El caso es exactamente el opuesto. Con la ayuda de estos conceptos Marx pudo analizar cómo el valor se expande en el proceso directo de producción y cómo se distribuye en el proceso de reproducción. Esto, a su vez, permitió a Marx examinar la sociedad burguesa en sus relaciones fundamentales y revelar a los trabajadores -tanto productivos como improductivos- las verdaderas causas de las convulsiones a través de las que tiene que pasar periódicamente la sociedad burguesa. Al penetrar en el secreto de la tasa decreciente de ganancia -la expresión más convincente de la naturaleza contradictoria del sistema- Marx fue capaz de proporcionar la base para la unidad de todos los trabajadores. En las secciones restantes de este artículo consideraremos estos aspectos del análisis de Marx.
El carácter contradictorio de la sociedad capitalista asume muchas formas, con una contradicción continuamente saliendo a la palestra cuando otra retrocede. El asunto, sin embargo, no es describirlas, catalogarlas y organizarlas de acuerdo a la fantasía, sino mostrar cómo estas mismas contradicciones se corresponden con la coherencia interna de la sociedad burguesa. En lugar de exponer las contradicciones del capital como las muestran sus relaciones intrínsecas, la economía política no haría más que agarrar tal o cual aspecto del problema, analizarlo superficialmente y mantenerlo como un problema. Y porque su enfoque era esencialmente ecléctico, porque fue incapaz de resolver el movimiento externo en el movimiento intrínseco verdadero, siempre se las arreglaba para encontrar algún medio de atemperar la naturaleza contradictoria del sistema.
Para Adam Smith, la contradicción del capital se encuentra en el mercado, en la lucha competitiva entre las clases sobre la distribución del producto social. La acumulación de capital crea su propia barrera mediante el fortalecimiento de la capacidad de negociación de los trabajadores a expensas de los capitalistas, es decir, los trabajadores consumen demasiado -"sobre consumen". La producción de lujos, sin embargo, al ralentizar el ritmo de acumulación, y por lo tanto la demanda de mano de obra, restaurará un sano equilibrio de fuerzas de clase, los salarios se reducirán y los beneficios aumentarán. Por lo tanto, la contradicción se resuelve como un "sobre-consumo" por parte de los trabajadores; ¿los medios para su solución? -Elevar el nivel de consumo improductivo con el fin de aliviar la presión del trabajo sobre el capital.
Para Malthus, el origen de la contradicción del capital también se encuentra en el mercado. Los bajos salarios hacen posibles grandes ganancias, pero al mismo tiempo hacen imposible obtener ganancias, ya que reducen la demanda de bienes. La contradicción ahora se falsifica en una forma de "subconsumo" ¿los medios para su solución? - El consumo improductivo.
Aunque Ricardo desarrolló un concepto de plusvalía relativa, y aunque se trasladó provisionalmente y con vacilaciones hacia una comprensión del papel del ejército de trabajadores de reserva, su análisis carece de ese ingrediente vital que habría abierto el camino para una comprensión más profunda de la contradicción del capital... Ricardo no tenía absolutamente ninguna idea de composición orgánica del capital, del capital como se manifiesta en el proceso directo de producción como la diferencia entre capital constante y capital variable real. Ricardo no pudo por lo tanto, "elaborar la tasa de ganancia desde la relación de este elemento activo al elemento pasivo, y mostrar que disminuye a medida que avanza la sociedad". [86]
Según Ricardo, la tasa de ganancia no está determinada por la relación de la plusvalía con la inversión de capital total, sino por la relación de la plusvalía con el capital variable. En consecuencia, sólo podía explicar la caída de beneficios como consecuencia de la disminución de la plusvalía, y por lo tanto de la disminución del plustrabajo[87].
Pero si la masa de plusvalía de la sociedad está continuamente disminuyendo, ¿cómo podemos explicar el aumento en el número de trabajadores improductivos que acompaña a la acumulación de capital? [88] ¿Cómo, por otra parte, consideramos el hecho de que aquellos que no viven directamente por su propio trabajo son cada vez más numerosas también? [89] De hecho, lo que Ricardo se olvidó convenientemente de destacar es "el número cada vez mayor de las clases medias, que se interponen entre el trabajador, por un lado y el capitalista y el terrateniente, por otro". [90]
De lo que Ricardo convenientemente no se dio cuenta fue de que los trabajadores productivos no son menos explotados porque haya tanto consumo improductivo, sino por el contrario, hay mucho consumo improductivo, porque los trabajadores productivos son más explotados. [91] El aumento en el número de personas que viven de los ingresos por lo tanto, permite afirmar la mentira de que la tasa de ganancia cae según avanza la sociedad burguesa, debido a una disminución en la tasa de explotación. Incluso los economistas que fueron incapaces de criticar la economía política desde el punto de vista del materialismo histórico, pero que sin embargo se habían ganado un lugar al lado de la clase trabajadora, tenían suficiente inteligencia "para enfatizar el hecho de que el número proporcional de los que viven de los beneficios ha aumentado con el desarrollo del capital." [92]
Sin embargo, la circunstancia que permite que el ámbito de consumo improductivo se extienda conduce a una disminución en la tasa de ganancia. No hay nada más natural para los ricardianos, por lo tanto, que asociar el consumo improductivo con los beneficios decrecientes, siempre y cuando, por supuesto, no tengan en cuenta lo que es común a ambos -la creciente productividad del trabajo y el aumento de la composición orgánica del capital.
Marx se opuso firmemente a la teoría ricardiana de que la tasa de ganancia disminuye a causa de una disminución en la tasa de explotación. Precisamente el caso es el contrario. La tasa de ganancia cae, aunque la tasa de plusvalía sube porque la proporción de capital variable al capital constante disminuye con el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo. La tasa de ganancia cae por lo tanto, no porque el trabajo se vuelve menos productivo, sino porque se vuelve más productivo. No porque el trabajador es menos explotado, sino porque es más explotado, si el excedente absoluto de tiempo crece o, cuando el Estado impide esto, el excedente relativo de tiempo crece, la producción capitalista es inseparable de la caída del valor relativo del trabajo". [93] Sostener lo contrario equivale a decir que el capitalismo no ha aprendido todavía a ponerse en pie por sus propios medios (sobre la espalda del proletariado), una muy buena posición, para los ricardianos, especialmente en un momento en que la sociedad burguesa estaba pasando rápidamente a la edad avanzada. Para los de Ricardo, la sociedad burguesa siempre estaría en la necesidad de una revolución burguesa.
Las barreras que se enfrentan al capital en el momento de los fisiócratas eran muy diferentes a las que se encuentran en su fase madura y desarrollada. Ya en 1862, Marx podía escribir;
"Aunque la burguesía era originalmente muy ahorrativa, con el crecimiento de la productividad del capital, es decir, de los obreros, imita los sistemas de retención de los señores feudales". [94]
Los representantes del capitalismo contemporáneo prueban que Marx está en lo cierto, ya que se dedican a imitar a los economistas clásicos, a quienes antes habían criticado y combatido. Frente a la crisis más grande de la historia, la burguesía parece decidida a volver a ese campo de batalla plagado de musgos en el que la economía política estuvo una vez. A medida que suena de nuevo la trompeta contra el trabajador improductivo, los días del gran compromiso están llegando rápidamente a su fin.
Antes de abordar la cuestión de la crisis actual, debemos preguntarnos cómo
es concebible que esta excrecencia parasitaria del trabajo de los demás -la
burguesía- pudiera tener la osadía de levantar una voz en contra del trabajador
improductivo. Una mirada a la literatura sobre la izquierda inglesa -desde el
Partido Comunista (que es un término equivocado) a
El primer ataque frontal desde la izquierda después de la guerra vino de
Pero si un filósofo nacido en el siglo 19 no es lo suficientemente bueno
para los socialistas internacionales, parece que un cura nacido en el 18 sí lo
es. En las revistas de
Como marxistas consideran que corresponde a ellos mismos hacer frente a los análisis de Marx de la tasa decreciente de ganancia en un estilo "crítico", y el hombre para este trabajo es Kidron. [96]
Para empezar Kifron hace saber que él no tiene un conflicto básico con la ley Marxiana de la tasa decreciente de ganancia, siempre y cuando aceptemos que sólo es aplicable a la producción de "bienes de inversión" (departamento I) y "bienes salario" (el llamado departamento II). El problema con el "modelo" de Marx es que representa "un sistema cerrado" que no tiene en cuenta la producción de bienes de lujo (el llamado departamento III). [97]
¿Por qué Marx "elige ignorar" la producción de artículos de lujo? Bueno, él estaba, después de todo, "afilando un sistema desde la roca bruta, y estos (los lujos) no estaban ni aquí ni allá, en la práctica a la vez. Más tarde teóricos no marxistas dentro de la tradición clásica, forzaron (¡sic!) a perfeccionar el modelo y escribiendo también en una época más próspera, sondearon más profundamente en este improductivo 'departamento III'. Von Bortkiewicz mostró, en un artículo publicado en 1907, que la (composición orgánica del capital) en la producción de bienes de lujo... no toma parte en la determinación de la tasa de ganancia". [98]
Al aumentar el tamaño y el alcance de la producción de lujo la tendencia de la tasa de ganancia puede ser detenida o incluso revertida. [99] El capital por fin escapa a su propia contradicción inmanente.
Por desgracia, Marx había cincelado en su "roca bruta" en vano. Si hubiera vivido al menos una década más, habría descubierto que lo que para él era la ley más importante que rige la sociedad burguesa había muerto de muerte natural, para ser reemplazada por nuevas leyes adecuadas a una época más rica. Pero echemos una mirada más cercana a la naturaleza de esta "improductiva" industria de lujo y a cuanto Marx "eligió" ignorarla.
De acuerdo con Kidron, los lujos ocupan un lugar "improductivo" en el sistema, porque su papel es "puramente pasivo". [100] No se ha dado cuenta al parecer de que todas las mercancías, con la única excepción de la fuerza de trabajo juegan un papel "pasivo". Pero esto es accesorio; la pregunta que el propio Kidron debe abordar primero es si el productor de lujos es productivo o no. Si lo hubiera hecho se habría puesto de manifiesto que el productor de lujo, no sólo reproduce el valor de su propia fuerza de trabajo, sino que al mismo tiempo produce una plusvalía, un valor no existente con anterioridad y no pagado por el capitalista. Por lo tanto, sigue siendo un misterio cómo un valor adicional puede ser producido y aún así no jugar ningún papel en la determinación de la tasa media de ganancia.
Es precisamente porque el productor de lujos es un trabajador productivo que Marx considera la producción de lujo en todas y cada una de las etapas del análisis de la producción capitalista.
(1) Al analizar la producción de plusvalía en el Volumen II de El Capital Marx se ocupa específicamente de la producción de lujos. [101]
(2) Cuando analiza cómo se reproduce el capital social se ocupa de la producción de lujos, tanto es así que si queremos mirar encontramos un capítulo titulado: "Intercambio en el Departamento II. Necesidades de la vida y artículos de lujo". [102]
(3) Al analizar la transfor
(4) Y, por último, al analizar la ley de la tendencia de la tasa de ganancia a descender Marx trata la producción de lujos, no olvidemos, como hicieron algunos de sus contemporáneos, que los lujos entran en la determinación de la tasa media de ganancia. [104]
No es Marx quien ignoró la producción de lujo, sino Kidron quien se imagina que puede permitirse el lujo de ignorar a Marx. Pero la ignorancia pronto degenera en falsificación cuando llegamos a la manipulación de Kidron del esquema de reproducción de Marx.
Kidron en realidad nos quiere hacer creer que el esquema de reproducción de Marx representa "un sistema cerrado en el que todas las salidas refluyen de nuevo como insumos en la forma de bienes de inversión o de bienes-salario. No hay fugas". [105] O Kidron no se ha molestado en leer El Capital o está tratando de engañarnos. Incluso si optamos por "ignorar" el tratamiento de Marx de los bienes de lujo, la reproducción simple todavía necesitaría un consumo improductivo. Si tenemos en cuenta la presentación de Marx de la reproducción simple desde la perspectiva del departamento I (medios de producción) y el departamento IIa (medios de subsistencia tanto de los trabajadores como de los capitalistas [106]), llegamos a la siguiente: [107]
Tabla I |
||||
departamento |
capital
constante |
capital
variable |
plusvalía |
valor
total |
I |
4.000 + |
1.000 + |
600 = |
5.600 |
IIa |
1.600 + |
400 + |
240 = |
2.240 |
TOTAL |
5.600 + |
1.400 + |
840 = |
7.840 |
Se desprende de lo anterior que Marx basa su estudio de la reproducción simple en el supuesto de que "todo el plusvalor entra en el consumo individual del capitalista" [108] , es decir, que 'toda la plusvalía es consumida improductivamente..." [109]
¿Cómo puede entonces Kidron informarnos de que Marx no incluye el consumo improductivo en el tratamiento del proceso de reproducción, que sólo incluye "bienes salario" y "bienes de inversión"? La respuesta es simple. Es evidente en lo anterior que, aunque el plus-producto del Departamento IIa no entra en la producción de otras mercancías, su valor entra en la determinación de la tasa media de ganancia. Un cálculo aritmético sencillo y breve revela que la tasa media de ganancia en ambos Departamentos I y IIa es del 12%. Para Kidron, sin embargo, la tasa de ganancia debe ser igual a 0%, ya que los productos excedentes de los dos departamentos se consumen improductivamente. Es un resultado magnífico.
Pero para no ser disuadido por la simple lógica Kidron sigue presionando. Siguiendo a Von Bortkiewicz/Sweezy divide la economía en tres sectores -Departamento I (medios de producción), Departamento II ("bienes salario") y Departamento III ("bienes de lujo"). Esto nos da el absurdo siguiente: [110]
Tabla II |
||||
departamento |
capital constante |
capital variable |
plusvalía |
valor total |
I |
200 + |
100 + |
100 = |
400 |
II |
100 + |
50 + |
50 = |
200 |
III |
100 + |
50 + |
50 = |
200 |
TOTAL |
400 + |
200 + |
200 = |
800 |
Parecería de lo anterior que todo el plusproducto del Departamento II es consumido por los trabajadores del Departamento III, sin dejar plusproducto, es decir subsistencia, para los capitalistas. Una época muy opulenta esta -todos los lujos y ninguna subsistencia.
El esquema de reproducción en El Capital de Marx es muy diferente del utilizado por Kidron. En la presentación de Marx tenemos, además del Departamento I y IIa, el Departamento IIb, la producción de artículos de lujo. Esto nos da lo siguiente: [111]
Tabla III |
|||||
departamento |
capital constante |
capital variable |
plusvalía |
valor total |
|
subsistencia |
lujo |
||||
I |
(4.000) + |
1.000 + |
600 + |
400 = |
6.000 |
IIa |
1.600 + |
(400 + |
240) + |
160 = |
2.400 |
IIb |
400 + |
100 + |
60 + |
(40) = |
600 |
TOTAL |
6.000 + |
1.500 + |
900 + |
600 = |
9.000 |
(Los elementos entre corchetes se distribuyen y se consumen sólo en sus propios departamentos y sub-departamentos.)
Dos cosas aparecen aquí, que están convenientemente pasadas por alto en la presentación de Von Bortkiewicz / Sweezy que usa Kidron. En primer lugar, aunque los trabajadores en el Departamento IIa producen un excedente de productos por encima de lo necesario para mantener a los trabajadores en el Departamento IIb, el resto de excedentes de productos es consumido improductivamente por los capitalistas de IIa. En segundo lugar, aunque los trabajadores en el Departamento IIb producen bienes en una forma que no pueden, o no vuelven a entrar en el ciclo de reproducción, claramente producen una plusvalía no existente previamente.
Ahora podemos discernir la confusión que Kidron y otros crean, sumergiendo la distinción entre los departamentos IIa y IIb en la que hay entre el departamentos II y el departamento III, constituyendo este último la llamada 'fuga' por la que el capital encuentra la liberación definitiva de su contradicción interna. Si Kidron se hubiera ocupado de la reproducción del capital social total en términos de los departamentos IIa y IIb, entonces el propio departamento IIa se habría presentado claramente entrando en la determinación de la tasa media de ganancia, a pesar del hecho de que una parte del producto excedente no entra en la producción de otras mercancías. Podemos concluir, por tanto, que la verdadera 'fuga' no existe en el Departamento III, sino en la propia marca de marxismo de Kidron.
Ahora llegamos a la segunda etapa de su argumento, y aquí se nos dice que si
queremos entender por qué el Departamento III no influye en la determinación de
la tasa media de ganancia debemos volver a la «solución de Von Bortkiewicz al
problema de la transfor
Según Sweezy, el método de Marx de la transfor
Sweezy es digno de elogio por llamar nuestra atención sobre el hecho de que
en condiciones de producción capitalista el cálculo del precio es universal.
Estas son palabras buenas y verdaderas y seríamos muy felices si Sweezy las
entendiera en lugar de decir en otro lugar cosas que las contradicen. Es
precisamente porque el valor como tal, sólo puede ser expresado en dinero
[114]
que Marx se propuso resolver el problema de la transfor
"Tenemos aquí, en las categorías I, II, III, IV y V (cinco diferentes
esferas de la producción), mercancías cuyos valores respectivos son de
£ 1.000, £ 1.200, £ 1.300, £ 1.150 y
¿Podría la materia haberse hecho más simple? Leyendo a Sweezy, al parecer no.
En ningún momento Marx transforma los valores, es decir, el trabajo
abstracto general, en precios, ya que habría sido irracional hacerlo. Lo que
Marx transforma en precios de producción son los precios a
los que las mercancías se cambiarían si se intercambian de acuerdo a la
magnitud de sus valores. Una vez que se reconoce que los productos utilizados
en las cinco ramas de la producción de Marx se expresan en los precios antes y
después de que la transfor
Es Sweezy y no Marx el que se ha olvidado de que el cálculo de precios es universal, porque es Sweezy y no Marx el que expresa los productos en términos de valor antes de encontrar su propia solución al problema.
Si expresamos el llamado cálculo del valor en términos de precios de Sweezy
-que Sweezy debería haber hecho en primer lugar - esto nos da 875 unidades de
oro. Entonces, ¿cómo Sweezy llega a 1.000 unidades de oro después de la
transfor
Y, sin embargo, después de todo esto, Sweezy puede afirmar que Marx nunca logró "demostrar" la ley del valor de una manera "lógicamente convincente, aunque si hubiera vivido para volver a escribir el Volumen III es muy posible que él hubiera dejado este tema en un estado más satisfactorio". [118] En una cosa y solo en una sola cosa Sweezy y yo podemos estar de acuerdo: si Marx viviera hoy sería un hombre muy viejo.
Por extraño que pueda parecer
Esto, evidentemente, preocupa a Purdy (del Partido Comunista Británico)
porque arremete contra Kidron por atreverse a relegar la ley de Marx a un solo
segmento de la economía. Es "inútil", afirma Purdy, para
Pero la pregunta sigue siendo, si acabamos con la "ley" de la tasa decreciente de ganancia, ¿qué nos queda? ¿La formulación de Ricardo? ¿O la de Smith? Purdy, al parecer, se decanta por Smith. La tasa de ganancia tiene una tendencia a la baja debido a la "creciente fuerza del movimiento obrero organizado junto con la intensa competencia internacional, lo que debilita la capacidad de cada clase capitalista nacional para resistir las demandas laborales". [121]
Privados de todo el apoyo de la "ley" de la tasa decreciente de ganancia la opinión sostenida por el Partido Comunista de Gran Bretaña se convierte en realidad en otra especie de la teoría sobreconsumista de Adam Smith.
Pero lo que es realmente preocupante acerca de la posición de
Para empezar Steedman repite las viejas tonterías de que los esfuerzos de Marx en apuntalar la ley del valor en el Volumen III son "internamente incoherentes", ya que el problema se presenta primero en 'términos de valor' y entonces sólo a medias resuelto en 'términos de dinero'. [122] Momento en el que Steedman se calienta y lanza el siguiente reto:
"¿Por qué algunos economistas marxistas (por ejemplo, Yaffe y compañía) rehuyen el hecho de que la "solución" de Marx es incoherente, mientras que las soluciones alternativas son perfectamente lógicas, haciendo caso omiso de las críticas lógicas directas a la primera y cerrando sus ojos ante el hecho de que no tienen ninguna crítica directa, lógica, para hacer a éstas últimas?". [123]
Steedman, en su haber, da una buena respuesta. La gente, dice, tiene "miedo" a las soluciones alternativas, ya que les "asusta" que si los precios totales pueden diferir de los valores totales (en el nivel de abstracción del análisis Volumen III) "el camino está abierto a todo tipo de teorías que atribuyen la existencia de los beneficios a los procesos de circulación, "contribuciones" hechas por los capitalistas, etc." [124]
Steedman ha expuesto nuestro caso muy bien -con la reserva menor de que no es que "temamos" este resultado, sino que sabemos que una vez que la conexión intrínseca entre las relaciones de valor y sus formas de mediación es eliminada, entonces los economistas vulgares tienen una base sólida para su operaciones y los reformistas una base sólida para su política.
Pero ya que usted, Steedman, considera la solución de Von Bortkiewicz como internamente consistente, [125] tal vez pueda explicar el origen del oro adicional que viene a la vida en su sistema. No hay duda de que usted nos informará de que viene del "proceso de circulación" o incluso de las "contribuciones" hechas por los capitalistas, etc. Y mientras que usted está en ello, tal vez le gustaría explicar la presentación incomprensible de Von Bortkiewicz del esquema de la reproducción de Marx, que todo el mundo parece estar adoptando tan acríticamente estos días.
De hecho, Steedman, usted haría bien en considerar más detenidamente la
cuestión entera de la "lógica" antes de que nos informe de que sus
esfuerzos "para convertir a los economistas no marxistas son severamente
lastrados, al tener que explicar la gran cantidad de tonterías que se
encuentran en la literatura marxista sobre esta cuestión (de la transfor
Al final, incluso la solución de Von Bortkiewicz se vuelve insostenible, porque él también deriva precios -aunque imperfectamente- de los valores. Si queremos seguir siendo "lógicos" debemos hacer frente al hecho de que "los precios no pueden ser derivados del esquema de valor ordinario..." [128]
Sin embargo, deseando no quedar totalmente dentro del campo de la economía vulgar - que se ocupa sólo de los precios - Steedman se siente obligado a encontrar medios alternativos para sustentar sus propios cálculos de precios. Y esto lo hace remontándose a los fisiócratas. No sólo hay que construir una teoría de los precios en torno a un esquema de reproducción "física", sino que estamos "obligados a hacerlo" [129]. Steedman entonces afirma que los marxistas no pueden "desafíar" las conclusiones derivadas de su modelo porque el modelo no contiene ningún "error lógico". [130] Esto es verdaderamente notable. ¡Evidentemente, hay lógica y lógica! En primer lugar Steedman insiste en que un sistema de precios no se pueden derivar de un sistema de valores, y luego nos proporciona un sistema físico en el que "el trabajo" se presenta en unidades de tiempo de trabajo. Con el fin de superar las deficiencias en el argumento de los fisiócratas, pasa de contrabando el trabajo general abstracto y espera que enterrándolo entre un mar de productos en su forma concreta, pasará inadvertido en su forma abstracta. ¿Qué demonios hace el tiempo de trabajo en su cuadro físico, Steedman?
Despojado de su sofisticación, el análisis de Steedman asciende a nada más que un refinamiento tortuoso de la antigua presentación sraffiana del problema -la producción de "mercancías" por "mercancías" una expresión fetichista donde las haya.
Sraffa, vale la pena señalar, parte de considerar una economía de subsistencia desde la perspectiva de la producción de sus valores de uso necesarios. Para empezar, cada año se reproducen 400 qr. trigo y 20 toneladas de hierro. Entonces, de repente, y de una fuente desconocida, aparece un "excedente". En lugar de 400 qr. de trigo esta afortunada comuna se encuentra ahora con 575 qr. de trigo. El superávit (los 175 qr. de trigo) se define por Sraffa como "ganancia" [131] ya que por alguna razón inexplicable, la comunidad de los productores campesinos de repente se ha transformado en una sociedad burguesa, poblada por trabajadores y capitalistas. Todo esto es como una mala obra con una corriente de nuevos actores haciendo continuamente entradas inesperadas, abarrotando el escenario en vez de dar claridad a la representación global.
¿Cuál es el origen de este "beneficio"? ¿Es el consumo, por parte del capitalista, de la fuerza de trabajo del trabajador en el proceso directo de producción capitalista? No, en absoluto, porque la fuerza de trabajo no figura en el esquema de la reproducción de Sraffa, donde tenemos en cambio medios de subsistencia del trabajador -el capital variable en su forma pasiva. Al igual que Smith, Sraffa reduce el capital a los elementos materiales en los que se presenta en el proceso de trabajo, es decir, los medios de producción y los medios de subsistencia.
Era común incluso en tiempos de Marx para los economistas de uno u otro tipo abordar la cuestión del origen de los beneficios desde la perspectiva del valor de uso. Cherbuliez, por ejemplo, arranca correctamente al declarar que los beneficios son determinados por los valores.
"Entonces él se va volando de repente al producto en sí, a la cantidad total de los productos. Pero la cantidad de productos puede aumentar sin aumentar su valor ... ¿Por qué Cherbuliez se extravía por este camino falso? Porque, a pesar de su vaga idea de que la composición orgánica del capital es decisiva para la tasa de ganancia, no utiliza de ninguna manera la contradicción entre capital variable y la otra parte del capital con el fin de explicar la plusvalía - que, como valor en sí, no explica en absoluto. Él no ha demostrado cómo aparece la plusvalía y por lo tanto recurre al producto excedente, es decir, al valor de uso".
A pesar de que toda la plusvalía toma la forma de producto excedente, el producto excedente como tal no representa la plusvalía...
"De por sí ya era un error por parte de Cherbuliez representar el capital variable en la forma "pasiva" y puramente material de los medios de subsistencia, es decir, como valor de uso, una forma que obtiene en las manos de los trabajadores. [132]
Marx se opuso totalmente a todos los análisis que toman el valor de uso como punto de partida en lugar del valor. Al no considerar en primer lugar la forma histórica específica en que el trabajo se presenta como trabajo social bajo condiciones de producción mercantil, el campo está literalmente entregado a los economistas vulgares.
Como Marx advirtió:
"Puesto que la tierra es en sí misma productiva (de valor de uso) y es en sí una fuerza productiva (de valor de uso o para la creación de valores de uso) viva, es posible o confundir supersticiosamente el valor de uso con el valor de cambio, es decir, confundirlo con una forma social específica del trabajo contenido en el producto... o una economía política "iluminada" podría negar por completo que la renta es una forma de plusvalía, ya que no está conectada ni con el trabajo ni con el capital, y declarar que no es más que un suplemento que el propietario es capaz de cargar como resultado de su monopolio de la propiedad". [133]
Ni Sraffa ni Steedman desean defender a los terratenientes o justificar la renta. Tampoco es que quieran defender a los capitalistas. Lo que sus obras proveen es lo que Marx llamó "una justificación tecnológica" para la existencia del capital. [134] Al igual que los "socialistas ingleses" de la época de Marx, les gustaría deshacerse de los capitalistas, pero al mismo tiempo desean mantener el capital. [135] El capital mismo se reduce a algo puramente físico y la diferencia entre capital variable real en oposición al constante se pierde por completo. Incluso en la versión de Steedman del modelo sraffiano simplemente tenemos "trabajo acumulado" y "trabajo inmediato", como se presentan en el proceso de producción. Se trata el proceso de trabajo independientemente de su forma histórica específica y las relaciones sociales se vuelven importantes sólo en la medida en que el plusproducto se va a distribuir -o se va a luchar por él- entre las clases sociales. La barrera de la producción capitalista ya no es el capital mismo, sino los capitalistas que disipan y asignan mal el producto excedente, que de otro modo podría ser utilizado para la acumulación.
Dado que, por otra parte, el beneficio no es más que la parte delantera que el plusproducto asume en las manos de los capitalistas, se deduce que la distinción establecida por Marx entre el trabajo que produce y el trabajo que no produce plusvalía es irrelevante. Todo el trabajo, por definición, es productivo, ya que todo el trabajo de una manera u otra está "ligado" al proceso de trabajo a la que el plusproducto debe su existencia.
Como señala Marx:
"El hombre mismo es la base de su producción material, como de cualquier otra producción que lleva a cabo. Todas las circunstancias, por lo tanto, que afectan al hombre, el sujeto de la producción, modifica más o menos todas sus funciones y actividades, y por lo tanto también sus funciones y actividades como creador de riqueza material, de mercancías. En este sentido, de hecho, puede ser demostrado que todas las relaciones y funciones humanas, sin embargo y en cualquier forma que puedan parecer, influyen en la producción material y tienen una influencia más o menos decisiva en ella". [136]
Al confundir el valor de uso con el valor no es difícil demostrar que "es trabajo productivo cuando alguien le quita los piojos de su (del capitalista) pelo, o le frota la cola, porque por ejemplo esta última actividad hará que su cabezota -blockhead- esté más clara al día siguiente en la oficina". [137] El trabajo específico concreto de frotar la cola del capitalista, en el supuesto de que disipe la niebla de la mañana de la cabeza de los capitalistas, y asumiendo que la mayor claridad de la visión resulta en la compra de un nuevo y mejor fertilizante, y suponiendo que este abono permite a los trabajadores arrancar del suelo no 400, sino 575 qr. de trigo, entonces acariciar la cola del capitalista se convierte en trabajo productivo.
Ahora podemos recitar con seguridad lo siguiente con Rossi:
"Estoy muy lejos de ver productores sólo en aquellos que pasan su vida haciendo tela de algodón y zapatos. Yo honro al trabajo, sea el que sea... pero este respeto no debe ser privilegio exclusivo del trabajador manual". [138]
Y así, siguiendo la investigación de Sraffa en el origen y la determinación de la ganancia del capitalista no queda más que una tarea pendiente de llevar a cabo para nuestros "socialistas ingleses", y consiste en lanzarse a un ataque directo a la distinción marxista entre trabajo productivo e improductivo. Los hombres de este trabajo son Harrison y Gough.
La cuestión del trabajo productivo e improductivo, finalmente llega a su límite en el pensamiento de Harrison y Gough. Es tiempo, dicen, "de rechazar la simple dicotomía de Marx (entre trabajo productivo e improductivo) y de utilizar términos que sean definidos con mayor precisión". [139] En lugar de una "simple dicotomía" contamos con ninguna dicotomía en absoluto. "Todo el trabajo", afirma Harrison, "realizado bajo el modo capitalista de producción debe ser entendido como 'productivo'", [140] confirmando así la convicción de Marx de que "todos los economistas 'improductivos', que no conducen a nada en su propia especialidad, salen en contra de la distinción entre trabajo productivo y trabajo improductivo". [141]
Gough, también, nos suplica "abandonar el criterio de Marx del trabajo improductivo", en particular el criterio que desarrolló al analizar el capital comercial.
"Los trabajadores comerciales y aliados son, al igual que los trabajadores involucrados en la producción, empleados por el capital, realizan trabajo no remunerado, y son "cualitativamente explotados", es decir que trabajan bajo el control directo del capitalista en el proceso de trabajo". [142]
Lo que Gough apenas percibe es que el proceso de trabajo no tiene absolutamente nada que ver con el intercambio comercial entre el trabajo y el capital, o ¿es que nos quiere hacer creer que la naturaleza también es un comerciante? El intercambio que tiene lugar entre el trabajador comercial y el capitalista es un intercambio formal que queda fuera de los límites de la producción. En ningún caso se debe confundir este intercambio con el "intercambio" que se lleva a cabo entre el trabajador y el capitalista en el proceso directo de producción. Como señala Marx:
«Las condiciones de explotación directa (esfera de la producción) y las de su realización (esfera de la circulación) no son idénticas. Ellas difieren no sólo en el lugar y tiempo, sino también lógicamente". [143]
Pero la lógica nunca fue el fuerte de nuestros "socialistas ingleses". En términos de su análisis no puede tener lugar ni la producción ni la realización de la plusvalía.
Si los trabajadores del comercio producen plusvalor, ¿quién lo realiza? Con la excepción del trabajo dedicado a la producción del dinero-material, el trabajo que produce plusvalor no puede, simultáneamente, participar en su realización. Pero sin realización, ho hay beneficios - y sin beneficios, no hay capital. Así que si todo el trabajo empleado en el modo capitalista es productivo, entonces no puede existir ningún modo capitalista. Lo que Harrison y Gough no han podido entender es que la naturaleza misma del capital requiere trabajo improductivo que se intercambie directamente contra el capital. Es decir, "el proceso de la reproducción en sí incluye las funciones no productivas". [144]
Si Harrison y Gough admitieran que algunos trabajadores participan en la realización de la plusvalía, entonces también habría que reconocer que estos trabajadores no podrían desempeñar ningún papel en su producción. La plusvalía sólo puede realizarse después de que se ha producido. Harrison y Gough se han derrotado a sí mismos.
Cuando Marx define a los trabajadores comerciales como improductivos no se debe a una aversión por las actividades comerciales y, ciertamente, no porque él deseara disminuir su estatus dentro de las filas de la clase obrera. No, en absoluto, como él escribió: "No es una cuestión... de definiciones que las cosas tienen que cumplir al ser hechas. Estamos tratando... con funciones concretas que deben expresarse en categorías concretas". [145]
Al confundir la producción de la plusvalía con su realización, Harrison y Gough dan paso a la concepción vulgarizada de la ganancia, de acuerdo con la que el capitalista obtiene ganancia con la venta de sus mercancías por encima de su valor. El capitalista, después de todo, considera que su beneficio se materializa con la venta de sus bienes: si no se venden no hay beneficio. Nada es más natural para el capitalista, por lo tanto, que la conclusión de que la realización de la ganancia y la creación de la ganancia son idénticos. Esta ilusión se ve reforzada por el hecho, tan claramente evidente para todos los capitalistas, de que la venta de sus bienes depende de la negociación hábil, el conocimiento profundo, y un millar de oportunidades de mercado favorables que hay que saber aprovechar. [146]
La posición de Harrison y Gough se vuelve totalmente incomprensible al abordar la cuestión del trabajo doméstico. En primer lugar Harrison [147] nos informa que dado que el trabajo doméstico crea valor (produce la mercancía fuerza de trabajo) y dado que, por otra parte, el capitalista no paga por este trabajo, es capaz de adquirir la fuerza de trabajo a un precio inferior su valor. De este modo, el capitalista obtiene más plusvalía. Entonces Harrison, junto con Gough, [148] nos informan que si el trabajo doméstico crea valor no viene al caso. Lo importante, dicen, es que el capitalista obtiene la fuerza de trabajo a precios inferiores a los que prevalecerían si a las mujeres se les pagara por su trabajo doméstico. En cualquier caso el capital se "beneficia" ya que el trabajo doméstico se transfiere al "sector" capitalista en forma de plusvalía.
Cómo demonios el trabajo no creador de valor puede aparecer como plusvalía sigue siendo un completo misterio. Es evidente que tal hazaña admirable de la alquimia es un secreto que tienen muy bien guardado.
Si el trabajo doméstico es productivo de plusvalor ¿cómo es que el trabajador doméstico no intercambia su fuerza de trabajo contra el capital, incluso en el nivel formal? El trabajo doméstico, se nos dice por Harrison y Gough, se lleva a cabo en un modo no-capitalista de producción. De esto podemos concluir que el trabajo doméstico no es esencial para el capital y que toda la cuestión se resuelve en que "modo de producción" es el más eficiente para proporcionar a los capitalistas el máximo de plusvalía. La "especificidad" de la opresión de la sección femenina del proletariado se pierde así por completo - de hecho, se trivializa - y el carácter distintivo del esfuerzo de las mujeres está muy relegado a algo que está fuera del modo capitalista, y no en su corazón.
El trabajo doméstico de la sección femenina del proletariado es una forma específica de trabajo concreto, que es absolutamente esencial para la reproducción del capital, pero que no puede asumir la forma de trabajo abstracto. Esta es la característica específica de la opresión femenina en la sociedad burguesa. El asunto no es que la sección femenina del proletariado lleve a cabo el trabajo en un modo no capitalista. Está en la naturaleza del capital que parte del trabajo de las mujeres se otorgue a la sociedad capitalista, y por lo tanto al capitalista, gratis. El capitalista no paga por su trabajo, ella paga in persona.
Si hemos de prestar atención a los análisis de Harrison y Gough debemos abandonar la distinción entre trabajo concreto y abstracto, capital productivo y capital de circulación, las condiciones de la explotación directa y las de su realización. De hecho, hay que abandonar nada menos que el concepto de Marx del capital mismo. ¿Y qué nos queda? El trabajo, que es productivo porque "beneficia" al capital.
"La burguesía educada y su portavoz son tan estúpidos que miden el efecto de todas las actividades por su efecto sobre el bolsillo". [149]
Pero hay método en la estupidez de nuestros modernos "marxistas". considerando todo el trabajo asalariado en la sociedad capitalista como productivo - ya sean empleados en la esfera de la circulación o por el Estado - Harrison es capaz de demostrar que "todo el fondo salarial es capital variable". [150] Por este truco se puede explicar la disminución de la tasa de ganancia por el aumento del capital variable en relación con el constante, y por lo tanto por una disminución en la tasa de explotación.
Lo que aparece en Harrison como mera afir
Al igual que Kidron, Gough nos presenta un esquema de la reproducción compuesto de tres departamentos, produciendo, respectivamente, medios de producción, bienes-salario y bienes de lujo. [151] Pero los trabajadores improductivos, si van a existir, sacan su subsistencia del Departamento II. Esto significa que una parte del excedente de las industrias de "bienes-salario", aunque consumido improductivamente, debe entrar en la tasa media de ganancia. Según Gough, sin embargo, sólo aquellos productos que vuelvan a entrar en el ciclo de producción pueden desempeñar un papel en la determinación de la tasa media de ganancia, de la que no podemos más que concluir que todos los "bienes salario" son consumidos productivamente. Pero ya que todos los trabajadores consumen "bienes salario", y dado que, por otra parte, ningún bien salario puede ser consumido improductivamente, todos los trabajadores, por definición, son por lo tanto productivos. Los que no producen ni medios de subsistencia ni medios de producción se sitúan en el Departamento III, donde consumir 'productivamente' el plusproducto del Departamento II. Incluso la policía son trabajadores productivos, ya que también caen dentro de "Departamento III". [152] Sus salarios, como los de los trabajadores en los departamentos I y II, son una parte del total de capital variable de la sociedad, y el "valor" de su trabajo se distribuye sobre el producto total de la sociedad.
Este tipo de tonterías sirve muy bien al propósito de Gough, porque ahora se puede demostrar, junto con Harrison, Purdy, Steedman y Devine, que la relación de fuerzas ha cambiado en favor de la clase obrera, y que la tasa de ganancia ha caído, no porque la tasa de explotación ha aumentado, como sostienen los marxistas, sino porque ha disminuido. [153]
El abismo que separa a Kidron de Gough es puramente formal, por mucho que éste se haya distanciado de la visión "subconsumista" del primero. [154] Sin duda, Kidron ha definido como improductivo al productor de bienes de lujo del llamado departamento III, sólo para avanzar en la idea absurda de una economía de armamento "permanente". Gough, por el contrario, ha definido al productor de bienes de lujo como productivo, solo para introducir de contrabando a su lado al trabajador improductivo. El resultado de sus distorsiones respectivas les ha permitido, a cada uno en su estilo propio e inimitable, a borrar de los análisis la ley de la tendencia a caer de la tasa de ganancia y para sustituir el concepto de Marx de capital por las visiones difuntas de Robert Thomas Malthus y Adam Smith.
Para Kidron y Gough la contradicción del capital se encuentra en la incapacidad del capitalista para vender o producir suficiente excedente que pueda ser utilizado para la acumulación. En el primer caso, debido a que los bajos salarios impiden a los trabajadores comprar de nuevo al capitalista el producto de su propio trabajo, en el otro, debido a que los altos salarios permiten a los trabajadores consumir una parte demasiado grande de la misma. En ambos casos no tenemos que ir más allá de la lucha competitiva entre los capitalistas y los trabajadores sobre la compra y venta de fuerza de trabajo, a fin de comprender la naturaleza contradictoria de la producción capitalista. Las posiciones infra- y sobre-consumista ocupadas respectivamente por Kidron y Gough tienen como denominador común la misma cuenta distorsionada del esquema de la reproducción de Marx.
Por más que diverjan los puntos de vista de nuestros modernos "marxistas", y con independencia de las formas en que estas opiniones se expresen, todos ellos comparten un disgusto universal por la ley de Marx de la tasa decreciente de ganancia. Los extremos a los que han ido para "refutar" esta ley son notables, y, posiblemente, sin paralelo en los anales del revisionismo. ¿Y cuál es el resultado? Cada paso en el análisis de Marx, literalmente, casi todas las categorías, cada idea, ha sido destrozado sin remedio hasta que nos quedamos con nada más que un reflejo absurdo de todo lo que está podrido en la economía política clásica.
Cuando se dirigen a los productores de bienes de lujo es, o para usarlos en contra de Marx o para repetir con regularidad tediosa ese lugar común de los clásicos, que si una parte excesiva de recursos de la sociedad se gastaran en la producción de artículos de lujo todos deberíamos "morir de hambre". [155] ¿Y esto es lo máximo que pueden ofrecer por medio de un análisis de la producción de lujo? ¡Qué patético!
Es hora de que tomemos el significado real de la producción de lujo en la sociedad capitalista.
(i) La necesidad del Departamento IIb y su lugar en el esquema de la reproducción de Marx
Marx no incluyó la producción de lujo en su esquema de la reproducción por amor a un ejercicio académico. El proceso de acumulación, como él bien sabía, que continuamente crea nuevos deseos y nuevas formas de satisfacerlas, incluso si estas necesidades llevan solo el sello de la respetabilidad burguesa. El departamento IIb expresa el carácter dinámico de la producción capitalista, ya que constituye el caldo de cultivo en el que los lujos de hoy maduran en las necesidades socialmente determinadas del mañana. Prácticamente todos los artículos de consumo producidos en masa que han hecho su aparición en el curso de este siglo estaban en un momento u otro confinados casi exclusivamente a la esfera de la producción de lujo. La tarea de elevar la productividad en estos sectores, llevada en gran parte por la necesidad de bifurcarse hacia el mundo de los Departamentos I y IIa, cuenta una historia horrible de sí misma. Hoy en día apenas hay una gran empresa industrial cuyos productos no abarquen los distintos departamentos de la reproducción social.
Ahora bien, en ningún momento Marx, en su presentación de la reproducción ampliada, aborda la cuestión de si la acumulación se estancaría bajo la presión de las industrias de lujo. El objetivo de Marx en esta etapa del análisis no era dar cuenta del proceso de acumulación, sino analizar el marco en el que la acumulación puede tener lugar. Todo lo que necesitamos asumir en este nivel particular de abstracción es que la relación entre los departamentos de la reproducción social sigue siendo "cualitativamente determinante en toda la distribución del producto total anual". [156] El departamento IIb existe junto al departamento IIa y crece con él.
Si queremos considerar el impacto que tiene el departamento IIb en la tasa de reproducción, de hecho, si hemos de considerar la acumulación en absoluto, primero debemos tener un entendimiento claro de cómo se forma la tasa general de ganancia y por qué esta tasa tiende a caer, algo que hace Marx en el tomo III. [157] Por lo tanto, carece de sentido que Harrison y otros repitan como un loro el tópico fisiocrática de que una "excesiva" producción de lujo tendrá un efecto adverso sobre la tasa de acumulación, precisamente porque niegan que el departamento IIb tenga la más mínima relación con la tasa de ganancia. No es sólo un sinsentido, sino que sirve a los fines reaccionarios, ya que los capitalistas, ante la disminución de los beneficios, utilizarán todas las excusas imaginables para aumentar el desempleo con el fin de reducir los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo. A tal fin, se exige una reducción en la cantidad de "producción de lujo" con el pretexto de ofrecer a "nuestra" economía los fondos suficientes para mantener una posición sana entre las naciones del mundo. Mientras tanto, miles de trabajadores se quedan sin trabajo, los salarios caen, aumentan los beneficios, revive el proceso de acumulación, y con él el departamento IIb. [158]
Por aferrarse al dogma de que las condiciones de producción en el Departamento IIb no entran en la determinación de la tasa media de ganancia, a Harrison y compañía no les queda otra alternativa que concluir que la extensión de la producción de lujo depende en última instancia de las decisiones de la clase capitalista, en lugar de las leyes inmanentes que afectan a tales decisiones. No se dan cuenta de que sólo considerando los efectos negativos que tiene el departamento de IIb en la tasa de ganancia podemos determinar el grado en que "demasiado" capital-dinero ha sido desviado a la producción de lujos.
(ii) La ley de la tasa decreciente de ganancia y el impacto del departamento IIb
El objetivo de la producción capitalista es la obtención de una cantidad de plusvalía tan grande como sea posible con una determinada cantidad de riqueza. Este objetivo se logra al poner en marcha el mayor capital constante posible con el mínimo capital variable posible. Sin embargo, la acumulación por su parte no está directamente determinada por la tasa de plusvalía, sino por la relación de la plusvalía con la inversión total de capital, es decir, la tasa de ganancia. La misma causa, entonces, que produce un aumento de la masa de plusvalía también conduce a una disminución en la tasa de ganancia. [159]
Tenemos aquí un tipo especial de "insuficiencia" que es peculiar al modo capitalista de producción. Pero no es el departamento IIb la causa de esta insuficiencia. Más bien es la relación de producción capitalista que exige que el valor de los crecientes plusproductos de la sociedad se mida no sólo contra el valor del trabajo vivo - que es la única fuente de plusvalía -, sino con el valor del trabajo muerto que el vivo pone en movimiento. El departamento IIb lleva esta forma particular de insuficiencia a su extremo.
Entre las tendencias compensatorias más importantes que podrían contrarestar la caída de los beneficios están la disminución en el valor de la fuerza de trabajo y el abaratamiento de los elementos del capital constante. Dejando a un lado por el momento la cuestión de la lucha competitiva entre los capitalistas y los trabajadores [160] la importancia crucial del departamento IIb radica en el hecho de que impide que estas tendencias compensatorias frenen la tendencia de la tasa de ganancia a caer.
Ya hemos demostrado que todos los productos que contienen plusvalía entran en la determinación de la tasa media de ganancia, independientemente de si estas mercancías entran o no en la producción de otras mercancías. También hemos demostrado que desde el punto de vista de la acumulación de capital el departamento IIb es necesario y que sin él el capital pierde su carácter dinámico. La contradicción particular que surge aquí es que el capital, que se nutre de la plusvalía relativa, plantea como necesario lo que desde el punto de vista de la clase obrera está de más. Incluso si el lujo es una categoría históricamente transitoria, en un momento dado su relación con la necesidad es la antítesis. Esta antítesis se deriva de la naturaleza del propio capital. [161]
Puesto que los productos del sector IIb no entran en el consumo de la clase obrera, no juegan ningún papel en la determinación del valor de la fuerza de trabajo. Un aumento de la composición orgánica del capital en las industrias de lujo por lo tanto, acelerará en vez de mantener a raya la tendencia de la tasa de ganancia a caer. [162] En efecto, para Marx, una de las razones por las que un aumento general en la tasa de explotación nunca 'compensará totalmente" la tendencia a la disminución de los beneficios es que el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo en el departamento IIb - al tiempo que contribuye al crecimiento de la composición orgánica del capital - deja el valor de la fuerza de trabajo sin ser molestada. [163]
Lejos de ignorar la producción de lujo, Marx demostró que tiene el efecto diametralmente opuesto al avanzado por George Ramsey y sus seguidores modernos. Pero como decía Marx en más de una ocasión: "Que las cosas en su apariencia a menudo se presentan en forma invertida es bastante conocido en toda ciencia, excepto en la economía política". [164]
La acumulación de capital dentro de IIb no impide que la masa total de plusvalía de la sociedad se eleve. Por el contrario, el Departamento IIb nace, se desarrolla más y se expande, no porque el fondo social disminuya, sino debido a que crece. Lo que impide es que la masa creciente de plusvalía se eleve lo suficiente como para compensar la tendencia de la tasa de ganancia a caer, una tendencia que se origina en el proceso directo de producción capitalista en la que trabajo muerto y vivo se encuentran cara a cara.
Así que cuando argumentamos que hay "demasiada" producción de
lujos lo hacemos en el contexto de la for
Pero si el departamento IIb es la espina en el costado de la acumulación de capital, el capital, a su vez, le paga al productor de lujos en su misma moneda. Cuando las leyes inmanentes de la producción capitalista finalmente comienzan a pasar factura, es el mayor productor de lujos el primero en ir al paredón. Como señaló Marx:
"Toda crisis a la vez disminuye el consumo de lujo. Aminora, retrasa la reconversión de (IIb) V en capital dinerario, permitiendola sólo en parte y poniendo así en la calle a un cierto número de los obreros que trabajan en la producción de artículos de lujo, mientras que por otro lado bloquea así la venta de necesidades de consumo y la reduce. Y esto sin mencionar a los trabajadores improductivos que son despedidos al mismo tiempo..." [165]
No hay que pensar que una crisis significa el fin del sistema. Todo lo contrario. En ausencia de cualquier movimiento revolucionario, o con la aplastante derrota de ese movimiento, la ruptura del proceso de acumulación proporciona los medios para su propia recuperación. La clase trabajadora se encuentra cada vez más en el limbo a medida que los despidos masivos son seguidos por los cierres de fábricas. Según las filas de los desempleados se hinchan, y como la burguesía ataca el nivel de vida de los trabajadores, insidiosa y luego más abiertamente, los salarios son impulsados ​​por debajo del valor de la fuerza de trabajo. La tendencia histórica hacia el aumento de la cantidad de valores de uso consumido por los trabajadores -a pesar de la tendencia paralela hacia una disminución en el valor de la fuerza de trabajo- se invierte. La tendencia del valor del trabajo muerto a crecer a un ritmo más rápido que el vivo es compensado por la devaluación del trabajo vivo en sí - la solución definitiva de la cuestión laboral se pone en práctica.
La ejecución de la solución final del capital - ya que se asocia con la rivalidad inter-imperialista y la guerra imperialista en última instancia - contiene dentro de sí la posibilidad de que sea la destrucción de la humanidad o su liberación. Esta última posibilidad presenta un desafío a la burguesía. Y así, el Estado interviene, como lo ha hecho en tantas ocasiones en el período de post-guerra, en un intento para asegurar una reproducción continua del capital. Los acontecimientos ahora toman un nuevo giro. La clase obrera, con el aumento del empleo, se concede el privilegio de mantener el precio de su fuerza de trabajo en su valor total. Incapaces de aumentar los beneficios mediante la reducción de los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo, la aplicación de maquinaria se acelera en un intento de los capitalistas por abaratar los productos básicos, y de este modo abaratar a los obreros mismos. La tendencia a la caída de los beneficios es parcialmente compensada por el aumento de la productividad del trabajo que se desarrolla junto con la acumulación.
El Estado, mediante el mantenimiento de las condiciones generales de acumulación de capital, necesariamente avala la expansión de la producción de lujos. Sin embargo, puesto que el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo en las industrias de lujos no permite a los trabajadores vivir más barato, esto limitará el efecto del aumento de la productividad sobre el valor de la fuerza de trabajo. Según se desarrolla la crisis los productores de lujos, junto con los capitalistas en general, buscarán en la práctica "deprimir los salarios del trabajo por debajo de su valor, por debajo del mínimo". [166] Esto lo pueden hacer debido al aumento en el número de trabajadores que son desplazados por máquinas. Con el crecimiento de la superpoblación relativa, la clase obrera en su conjunto, y no sólo los empleados en las industrias de lujos, pronto pierde lo que antes había ganado en su lucha competitiva contra la burguesía
Sin embargo, el Estado interviene y se reanuda el proceso de acumulación. Los trabajadores mantienen su posición competitiva y así se intensifica el proceso de mecanización. La masa de plusvalía y la composición orgánica del capital aumentan, la tasa de ganancia tiende a caer y el número de trabajadores productivos desplazados por la maquinaria crece. El Estado sigue interviniendo y se evita que aumente el ejército de reserva de mano de obra. Y así el ciclo se repite, hasta que finalmente, junto con la acumulación el número de trabajadores productivos disminuye no sólo relativamente, sino absolutamente, y como porcentaje tanto de la población total como de la población activa.
La existencia del departamento IIb ahora se vuelve crítica. La aplicación de maquinaria aumenta el número de despidos sin contribuir a una reducción en el valor de la fuerza de trabajo. El desarrollo de la fuerza productiva del trabajo en las industrias de lujo por lo tanto, reduce la masa de plusvalía en estas industrias, y por lo tanto la tasa de beneficio, incluso si no se produce ningún aumento del capital constante. [167] El capital, finalmente llega a un callejón sin salida.
(iii) Como responde la burguesía a la crisis
Alarmado por las consecuencias de nuevas ramas productivas del trabajo, que continuamente se forman, un sector de la burguesía exige una inversión del proceso de "desindustrialización". En este campo caen las dos facciones pro- y anti-Estado. Los defensores del capital pro-Estado abogan por un programa de inversiones que, según dicen, aumentaría el número de trabajadores empleados en el sector "manufacturero". Aparte de sus planes vagos y ambiguos para aumentar la financiación necesaria para lograr su meta una cosa destaca claramente - su desprecio por el trabajador improductivo. Prueba de ello es el siguiente fragmento de basura contra la clase obrera en el Tribune.
"Durante el período de
La facción anti-Estado es más explícita sobre el origen de los fondos necesarios para poner la industria de nuevo en pie. Estos deberán ser aportados por el desmantelamiento de un sector considerable de la estructura social democrática que en su estado actual sólo sirve para disipar los excedentes necesarios para la industria. Lejos de ser el Estado quien debe guiar a nuestra economía a través de aguas turbulentas, es el empresario, ese miembro sabio e intrépido de la especie humana, el que se asegurará de que se dará un uso adecuado a la financiación adicional. [169]
En sus esfuerzos por presentarse como los campeones de los trabajadores industriales, los representantes del capital británico a favor y en contra del Estado han ofrecido garantías solemnes de que si se ponen más fondos a disposición de la industria, los empleos en las fábricas se mantendrán e incluso aumentarán. ¡Qué convenientemente olvidan que fue el crecimiento de la fuerza productiva del trabajo el que creó los despidos en el primer lugar, y el que llevó al Estado a intervenir en los intereses de "la paz social"! Lejos de revertir el proceso de "desindustrialización" de Gran Bretaña, un aumento de la inversión en las condiciones actuales lo acelerará. Sin embargo, si el Estado recortara el consumo improductivo - si tirara a los lobos a los trabajadores de servicios - no sólo dotaría a la industria con fondos adicionales, sino que también, y más importante, crearía las pre-condiciones para el empleo rentable de estos fondos, a saber, el desempleo masivo y la reducción de los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo.
Si el trabajador industrial puede ser convencido de que el origen de la crisis actual radica en la insuficiencia de los fondos necesarios para re-equipar y modernizar la industria, todo lo que queda para la burguesía es señalar con el dedo de la reprobación al trabajador improductivo que, como todos sabemos, vive de la industria de los demás.
Pero los obreros improductivos no están exentos de amigos. Aún otro sector de la burguesía - que de nuevo abarca todo el espectro ideológico de la política parlamentaria - ha desafiado la tesis de Benn-Joseph de que hay algo anormal en el desplazamiento hacia "los servicios" en una economía en crecimiento. La caída de 1970-73 en el empleo manufacturero, se argumenta, debe considerarse en el contexto de "lo que es para los estándares británicos un fuerte aumento de la productividad industrial - un 17 por ciento en tres años". [170] Además se afirma, más aún, que dado que las inversiones en Gran Bretaña han tendido a asumir un carácter intensivo en capital, los fondos adicionales no van a crear más puestos de trabajo, o incluso mantener el mismo empleo en la industria, sino que acelerarán su deterioro. Por lo tanto, hay que alegrarse por el hecho de que nuestro estado social democrático haya expandido el sector de servicios, ya que sin su continua expansión la tasa de desempleo seguramente aumentaría. [171]
Poco se dan cuenta nuestros defensores de que un aumento en la inversión manufacturera, si se acompaña de un aumento del desempleo, una vez más incrementará la productividad de la fuerza laboral en términos absolutos, si no en términos relativos. Los capitalistas volverán a emplear a los trabajadores licenciados con anterioridad, precisamente porque el crecimiento en el ejército de reserva de mano de obra permite que lo hagan en condiciones más favorables. Como señaló Marx, una y otra vez, no una, sino dos tendencias funcionan en la sociedad capitalista. La primera es el empleo del menor trabajo posible con el fin de producir la misma o mayor plusvalía. La otra es emplear el mayor número posible de trabajadores porque a un nivel dado de productividad la masa de plusvalía crece con la cantidad de mano de obra empleada.
"La tendencia uno tira a los trabajadores a la calle y hace redundante a parte de la población, la otra los absorbe y extiende de nuevo la esclavitud asalariada absolutamente, de modo que la suerte de los trabajadores está siempre fluctuando, pero nunca se escapa de ello". [172]
Sin embargo, hay que destacar que nuestros defensores admiten que la misma causa que aumenta la riqueza de los capitalistas hace redundante a parte de la población trabajadora. Pero, ¿vamos a concluir que los trabajadores están perfectamente justificados en considerar el desarrollo de la capacidad productiva de su propio trabajo como hostil a ellos mismos? No, en absoluto. Sea cual sea la cantidad que el capital pueda tratar de aumentar el ejército de reserva de mano de obra reemplazando a los trabajadores con máquinas, siempre se puede confiar en un Estado democrático social benéfico para transformar una porción cada vez mayor de la población trabajadora en trabajadores de servicios. Por lo tanto, debemos esperar pacientemente el día en que el propio capital vaya desapareciendo por la baja en sus filas de los últimos restos persistentes de la fuerza de trabajo de la industria británica. Huelga decir que esta perspectiva no es sólo utópica en la forma y reaccionaria en el contenido, sino también estúpida.
Qué convenientemente olvidan nuestros apologistas que la verdadera causa que aumenta la masa de la riqueza necesaria para mantener a los trabajadores improductivos lleva también a la tendencia de la tasa de ganancia a caer. Se exige por tanto a los trabajadores productivos que acepten una reducción drástica de su nivel de vida de modo que los capitalistas - con la ayuda de nuestro Estado social democrático - pueda proceder impertérrito en su heroica misión de convertirnos a todos en sirvientes. Mientras que antes era el trabajador improductivo el culpado de todos nuestros males, así ahora es al trabajador productivo al que se toma para la tarea de inhibir al Estado en la persecución de su política de pleno empleo.
Si tomamos a los diversos representantes del capital británico y los miramos en su totalidad, los trabajadores productivos y no productivos se encuentran cara a cara, como facciones hostiles. Las bases para la solución definitiva del capital están, pues, establecidas.
La producción de lujos, como hemos visto, es una carga particular sobre la acumulación de capital. Al impedir que el aumento de la productividad compense plenamente la tendencia de la tasa de ganancia a caer se acentúa la contradicción inmanente del capital en vez de disminuir. Pero hay otra razón por la cual el aumento de la composición orgánica del capital no será permanentemente equilibrada por un aumento en la masa de plusvalía. Los propios trabajadores, aunque no pueden evitar las reducciones en el valor de la fuerza de trabajo, no permitirán una reducción en sus niveles de vida, "por el contrario, logran una cierta participación cuantitativa en el crecimiento general de la riqueza". [173] El carácter contradictorio de la sociedad capitalista por lo tanto, encuentra su última expresión en una lucha de los trabajadores por mantener sus condiciones de existencia, aunque los anti-marxistas presenten esta lucha como una maniobra perpetua entre las clases sociales para el acceso al plus-producto de la sociedad. [174]
No se trata aquí de buena o mala voluntad, sino de que los capitalistas se ven obligados a hacerlo sobre la base de las relaciones capitalistas de producción. Sólo mediante la devaluación de fuerza de trabajo viva, sólo derrotando a la clase obrera misma, pueden esperar los capitalistas superar la tendencia de la tasa de ganancia a caer. La elección que enfrenta la clase obrera es, o bien destruir el Estado burgués o ser aplastada. Cuanto más se retrasa lo primero más se invita a lo segundo. En cuanto a la burguesía, se enfrenta en Gran Bretaña con la formidable tarea de garantizar una base social suficientemente amplia y fiable sobre la cual librar su asalto bárbaro contra la clase obrera. La ausencia en este país de un campesinado y la presencia de una muy vacilante pequeña burguesía ha llevado a los capitalistas a dividir a los trabajadores no sólo sobre bases raciales, sexuales, religiosas y nacionales -como suele ser el caso-, sino también a lo largo de las líneas económicas, entre los "creadores de riqueza" y los "consumidores de riqueza".
Como hemos visto, un sector de la burguesía está haciendo todo lo posible para convencer a los trabajadores de que si el Estado renunciara a su apoyo al trabajador improductivo y destinara más fondos a la industria la suerte del trabajador productivo sería inmensamente mejor. Esta perspectiva sólo puede servir para reforzar entre los trabajadores de la industria la noción equivocada de que los que les impiden una vida mejor son sus propios hermanos y hermanas improductivas del sector servicios. La seducción de este punto de vista, su carácter generalizado y perjudicial se pone de manifiesto claramente en el siguiente informe que apareció en el Financial Times:
"El Sr. Jones (de los Trabajadores del Transporte) elogió al Gobierno por 'bombear muchos millones de libras en la industria' para que las empresas funcionen en muchas áreas, y condenó la deriva de la mano de obra de la manufactura a las industrias de servicios, ya que crean 'empleo innecesario'". [175]
La otra sección de la burguesía está haciendo todo lo posible para inculcarnos a todos que si sólo el obrero industrial fuera un poco más paciente él también podría convertirse en un trabajador de servicios. Este punto de vista, si es que prevalece, despertará aún más la hostilidad de aquellos que producen los fondos de los que los trabajadores improductivos sacan sus ingresos.
En cuanto a los pretendidos marxistas de Gran Bretaña -que van desde
Mientras que la burguesía y los oportunistas dentro de las filas de la clase obrera montan todos los días ataques contra los trabajadores improductivos, es característico que los "marxistas no ortodoxos" están negando su propia existencia. Por el contrario hacemos hincapié en la distinción entre trabajo productivo e improductivo con el fin de revelar a todos los trabajadores las verdaderas causas subyacentes de la crisis actual. Y al hacerlo así, podemos demostrar que el dilema del capital no radica en la insuficiencia de superávit, sino en la relación capitalista misma. Sólo sobre esta base podremos salvaguardar los intereses de los trabajadores productivos e improductivos que están en la actualidad siendo atacados, ya sea por producir muy poco o por consumir demasiado de los excedentes de la sociedad. La distinción entre trabajo productivo e improductivo es, por lo tanto, la condición previa para la unidad política de la clase obrera.
Peter Howell, septiembre de 1975.
_________________________
NOTAS
1 Este artículo es una
respuesta tanto al ataque a los trabajadores improductivos por los parásitos
reales de nuestra sociedad - la burguesía- como a la incapacidad de los
"marxistas" para proporcionar una defensa adecuada de la clase
obrera.
2 Trade and Industry, 4 de abril 1975,
p.2. En un nivel diferente, pero no en un contexto completamente
diferente, James F Becker, dirigiéndose a las tendencias actuales en la
economía de EE.UU., ha escrito: "la acumulación industrial se está
relajando, y su volumen disminuyendo respecto a 'la acumulación
administrativa'. Dentro del sistema de acumulación doble, la expansión de la superestructura
de la circulación se ha desarrollado tan rápidamente y sin descanso que el
consumo improductivo que representa socava la base industrial". Class Structure and Conflict in the
Managerial Phase:II Science and Society, Vol
37, 1974, p.437.
3 Keith Joseph, New
Statesman, 18 de abril de 1975, pp.501-2. Paul Johnson ha expresado este
punto de vista en términos aún más crudos. "A medida que nuestra economía
se contrae, hay menos y menos empleos 'reales', y más y más de los falsos...
Gran Bretaña está en peligro de convertirse en un Estado parásito, donde cada
vez más trabajadores fantasmas son mantenidos con cada vez menos trabajadores
activos y productivos". News of the World, 31 de agosto de 1975,
p. 10. Nos preguntamos en qué categoría se considera a sí mismo. Este católico
"socialista", por supuesto, con el respaldo nada menos que del Financial
Times, recientemente le rogó al Gobierno controlar el crecimiento del
sector público improductivo... Financial Times, 1 de octubre de 1975,
p.20.
4 Financial Times,
24 de abril, 5 de junio de 1975. El lector no debe sorprenderse si en el mismo
artículo Brittan también puede aparecer para argumentar una posición contraria.
Esto sólo refleja el dilema en el que se encuentran algunos sectores de la
burguesía, ante la creciente crisis.
5 The Guardian,
21 de abril de 1975.
6 Es un error tratar
el análisis de Marx de la producción capitalista como si se tratara de otra
variante de la economía política. El caso es el contrario. El Capital de Marx
es una presentación crítica del modo capitalista de producción y al mismo
tiempo, a través de esta presentación, una crítica de las categorías de la
economía política. Ver Marx y Engels, Selected Correspondence, Lawrence and
Wishart, 1973, p.125.
7 Para una descripción
más detallada de las opiniones de los economistas ver Karl Marx, Theories
of Susplus-Value (TSV) Prt. I, Lawrence and Wishart, 1964, pp.44-67 para
los fisiócratas; Prt. II, 1969, pp.161-235 para Smith y Ricardo y pp.470-587 para
Ricardo. Además,
muchas referencias útiles se encuentran en S.H. Coontz, Productive Labour
and Effective Demand, Routledge & Kegan Paul, 1965, pp.16-52.
8 Ian Gough, "On Productive and Unproductive Labour - A Reply",
Bulletin of the Conference of Socialist Economists, Invierno, 1973,
p.71.
9
10 Karl Marx, A Contribution to the Critique of Political Economy,
Lawrence and Wishart, 1971, p.57.
11 Citado en Ronald L. Meek, The Economics of Physiocracy,
Londres, 1962, p.237.
12 Adam Smith, The Wealth of Nations,
Everyman, 1964, p.306.
13 TSV I, op cit, p.169.
14 Ibid, p.153.
15 No nos ocuparemos
en este artículo de la segunda y más superficial definición de Smith del
trabajo productivo, en función de si es o no es directamente realizado en una
mercancía "vendible" (material).
16 Adam Smith, op cit, p.294.
17 Ibid, p.323.
18 Ibid, p.298.
19 Ibid, p.316, p.80. "Para Adam Smith, la acumulación de
capital es idéntica a la creciente demanda de aumento de la mano de obra, al
continuo aumento de los salarios, y por lo tanto a una caída de las
ganancias. En su tiempo, la demanda de mano de obra, en efecto, crecía por lo menos
en la misma proporción en que el capital se acumulaba, ya que la manufactura
aún predominaba en ese momento y la gran industria estaba en su infancia".
"Las leyes que corresponden a la gran industria no son idénticas a los
correspondientes a la manufactura. Esta última constituye sólo una fase de
desarrollo que lleva a la primera". Karl Marx, Theories of Surplus-Value, Prt. III, 1972, p.335,
Prt. II, op cit, p.583. Hodgson, evidentemente, se imagina que Marx fue
contemporáneo de Adam Smith. En un artículo que hizo "para refutar la
teoría de la tasa decreciente de ganancia", escribió: "la insistencia
de Marx en una creciente composición orgánica del capital se deriva del hecho
de que Marx fue testigo de la transición de la tarea manual a la producción mecanizada".
G. Hodgson, "The Theory
of the Falling Rate of Profit", New Left Review, No84, p.61.
20 Ver TSV I, op cit, p.256, III, op cit, p.246.
21 TSV I, op cit, p.221.
22 David Ricardo, On the Principles of Political Economy and Taxation,
Works and Correspondence, Vol. 1, Cambridge University Press, 1966, p.345,
p.348.
23 Ibid, p.120, p.420.
24 Ibid, p.397.
25 Citado en Marx, II
TSV, op cit, p196.
26 D. Ricardo, op
cit, p.393.
27 ¡Qué vergüenza
para Gough por escribir, y qué vergüenza para
28 TSV op cit, I p.195, II p.570.
29 Ricardo, op cit,
p.118.
30 Ibid, p.289. Gough
pone una nota de Smith cuando nos informa de que la crisis actual del
capitalismo se debe a una insuficiencia de la plusvalía producida por "el
ritmo elevado de la lucha de clases y la intensificación de la competencia
entre las economías capitalistas". Gough, op cit, p.80.
[31] Theories of Surplus-Value III, op cit, p.53. En varias
ocasiones, Malthus se basaría en la perspectiva de Adam Smith, aunque sólo
fuera para dar un equilibrio a la suya. El párrafo siguiente le da la más clara
expresión a la burguesía tratando de encontrar un término medio entre extremos
irreconciliables y una salida para una contradicción irreconciliable. "Si
el consumo supera a la producción, el capital del país disminuirá, y su riqueza
será destruida poco a poco al faltar su poder para producir; si la reproducción
está en un gran exceso por encima del consumo, el motivo para acumular y
producir debe cesar al faltar la voluntad de consumir. Los dos extremos son
evidentes, y se deduce que debe haber algún punto intermedio, aunque los
recursos de la economía política no puedan ser capaces de determinarlo..."
De Malthus, Principles of
Political Economy, en las "Notes on Malthus's Principles of Political
Economy", de Ricardo, Collected Works, Tomo II, Cambridge
University Press, 1966, p.9-10.
[32] Ricardo, Works and Correspondence, Vol. II p.421, p.450.
[33] Adam Smith, op cit, p.295.
[34] TSV I, op cit, p.292.
[35] Ibid, p.262.
[36] TSV III, op cit, p.260.
[37] TSV I, op cit, p.292.
[38] "La
elaboración del método en que se basa la crítica de Marx de la economía
política es, creemos, un resultado no menos importante que la concepción
materialista fundamental". Frederick
Engels, en la edición de Lawrence and Wishart de A Contribution to the
Critique of Political Economy, op cit p.225.
[39] TSV I, op cit, p.384.
[40] Karl Marx, Capital, Vol. I, Lawrence and
Wishart, 1961, p.179.
[41] Ibid, p.181, p.179.
[42] TSV I, op cit, pp.286-7.
[43] Ibid, p.383, p.153.
[44] Capital, Vol. I, op cit, p.193.
[45] Karl Marx, Capital, Vol. II,
[46] TSV I, op cit, p.387.
[47] Ibid, pp385-6, Grundrisse, Penguin, 1975, p.275.
[48] ​​TSV I, op
cit, p.72.
[49] Ibid, p.384-5.
[50] Capital, Vol. II, op cit, p.439.
[51] Ibid p.213, véase
también el TSV III, op cit, p.327. Véase también D. Yaffe, "Value
and Price in Marx's Capital" en Revolutionary Communist N º 1
enero 1975 por la importancia de estos puntos para el llamado problema de la
transfor
[52] Capital, Vol. II, op cit, p.219.
[53] Capital, Vol. I, op
cit, p.538.
[54] TSV I, op cit, p.394.
[55] Capital, Vol. I, op
cit, p.176.
[56] Capital Vol. II, op cit, p.23.
[57] TSV I, op cit, p.167.
[58] Ibid, p.392.
[59] Grundrisse, op cit, p.635.
[60] Capital,
Vol. II, op cit, p.152.
[61] Ibid, p.55.
[62] A lo largo de su
análisis de la producción y reproducción del capital en los volúmenes I y II de
El Capital, Marx supone que el oro es el único medio circulante.
[63] Capital Vol II, op cit, p.336.
[64] Ibíd, p.46.
[65] Michael Williams, "An Analysis of South African Capitalism -
Neo-Ricardianism or Marxism?", Bulletin of
the Conference of Socialist Economists febrero 1975 Vol IV I, p.9.
[66] Capital, Vol. I, op
cit, P104, Vol. II. op cit, p.136.
[67] Una analogía
podría ser dibujada aquí entre el oro y la producción de lujo. Como señala
Marx: "la producción para consumo improductivo es tan productiva como la
dedicada a consumo productivo, siempre suponiendo que se produce o reproduce el
capital". Grundrisse, op cit, p.306. Por lo tanto, el productor
de artículos de lujo es productivo, aunque el consumo de artículos de lujo no
es productivo, siempre y cuando el productor de lujos produzca plusvalía para
el capitalista.
[68] Capital, Vol. II, op cit, p.173.
[69] Ibid, p.175.
[70] Ibid, p.176.
[71] Ibid, p.173.
[72] Ibid, p.176.
[73] Ibid, p.174.
[74] TSV I, op cit, p.161.
[75] Capital, Vol. II, op cit, p.381.
[76] Capital, Vol. I, op
cit, p.572.
[77] James Connolly, The Re-Conquest of Ireland, New Books, 1972,: p.44.
[78] TSV I, op cit, p.180.
[79] Capital, Vol. I, op
cit, p.572.
[80] Lo poco que ha
entendido
[81] Ann Crittenden Scott, MS, Vol. I No I, julio de 1972,
p.56. Esta posición no debe confundirse con la mantenida por los miembros de la
izquierda que también han abogado por "salarios para el trabajo
doméstico". Su posición es que los salarios para el trabajo doméstico serviría tanto psicológica como económicamente a la
abolición de la familia como unidad económica, y con ella de la opresión
específica de las mujeres. Una crítica detallada de su posición está más allá
del alcance de este documento.
[82] Capital, Vol. I, op
cit, p.81, p.83, TSV, op cit, II p.504, III p.131.
[83] TSV II, op cit, p.164.
[84] TSV I, op cit, p.400.
[85] Capital, Vol. II, p.131
[86] TSV III, op cit, p.371
[87] Ibid, p.106.
[88] TSV II, op cit, p.560, p.562.
[89] Ibid, p.580.
[90] Ibid, p.573.
"Su (de Malthus) esperanza suprema, que él mismo describe como más o menos
utópica, es que la masa de la clase media creciera y que el proletariado (los
que trabajan) constituyeran una proporción constantemente decreciente (a pesar
de que aumentara absolutamente) de la población total. De hecho, este es el curso
tomado por la sociedad burguesa". TSV III. op cit. p.63.
[91] TSV III, op cit, p.313.
[92] Ibid, p.313.
[93] TSV II, op cit, p.439.
[94] TSV I, op cit, p.195.
[95] Socialist Worker, 25 de enero 1975.
[96] Véase Chris Harman, "Marxist Economics and the World Today, International
Socialism, marzo de 1975.
[97] M. Kidron,
"Maginot Marxism: Mandel's Economics", reimpreso del lntemational
Socialism, abril / mayo de 1969, Marxist Education, febrero,
1973, p.3.
[98] M. Kidron, Western Capitalism Since the
War, Weidenfeld and Nicolson, 1968, p.46.
[99] Kidron, Maginot Marxism, op cit, p.3.
[100] Kidron, Western Capitalism Since the War,
op cit, p.47.
[101] Capital I, op cit,
p.315.
[102] Capital II, op cit,
p.402.
[103] Grundrisse, op cit,
p.441.
[104] capital Vol III,
[105] Kidron, Maginot Marxism, op cit, p.3.
[106] Capital
II, op cit, p.403.
[107] Este esquema de
la reproducción se ha tomado de Capital II, p.397, deducido el
Departamento de lujo considerado por Marx en la p.406.
[108] Capital
II p.65.
[109] Ibid, p.397.
Marx señala que el consumo improductivo no sólo aumenta con la acumulación,
sino que la acumulación "enfáticamente lo incluye". Ibíd, p.68.
[110] Véase Sweezy, The Theory of Capitalist
Development, Monthly Review Press, 1964, p.110.
[111] Véase Capital
op cit, p.397, p.406.
[112] Steve Bolchover,
Marx y Mattick, International Socialism, n º 52, julio / septiembre
1972, p.41. Para la solución correcta a la transfor
[113] Sweezy, The Theory of Capitalist
Development, op cit, p.115.
[114] TSV I, op cit, p.93.
[115] TSV II, op cit, p.67.
[116] Capital III,
o p cit, p.38.
[117] Capital
II, op cit, p.334. Ver nota 62.
[118] Sweezy, The Theory of Capitalist Development,
op cit, p.118.
[119] David Purdy, "The Theory of Permanent
Arms Economy -A critique and an Alternative", Bulletin of the
Conference of Socialist Economists, primavera, 1973, p.20.
[120] Ibid, p.22.
[121] Ibid, p.20.
[122] Ian Steedman, "The Transformation Problem
Again'", Bulletin of the Conference of Socialist Economists, Otoño,
1973, p.37.
[123] Ibid, p.40.
[124] Ibid, p.40.
[125] Ibid, p.39.
[126] Ibid, p.37.
[127] Ibid, p.40.
[128] Ian Steedman, "Value, Price and
Profit", New Left Review, n º 90, 1975, p.78.
[129] Ibid, p.78.
[130] Ibid, p.79.
[131] Piero Sraffa, Production of Commodities by
means of Commodities,
[132] TSV III, op cit,
p.371.
[133] Ibid, p.489.
[134] Ibid, p.276.
[135] Ibid; p.296.
[136] TSV I, op cit, p.280.
[137] Grundrisse, op cit,
p.273.
[138] TSV I, op cit, p.285
[139] Ian Gough y John Harrison, "Unproductive Labour and Housework
Again", Bulletin of the Conference of Socialist Economists,
febrero 1975 Vol. IV 1, p. 7.
[140] John Harrison, "Productive and Unproductive Labour in Marx's
Political Economy", Bulletin of the Conference of Socialist Economists,
Otoño, 1973, p.81.
[141] TSV I, op cit,
pp.281-2.
[142] Ian Gough, "On Productive and Unproductive Labour -A Reply, Bulletin
of the Conference of Socialist Economists, Invierno, 1973, p.81. Lo
poco que ha comprendido Gough la naturaleza del proceso de trabajo se pone de
manifiesto por el texto siguiente: "La producción de (los productos
inmateriales) sigue el circuito del capital dinero de Marx: D - M ...P... M' - D' Ibíd, p.73.
[143] Capital
III, op cit, p.239.
[144] Capital
II, op cit, p.131. 145. Ibid, p.226.
[145] Ibid, p.226.
[146] Capital
III, op cit, p.807.
[147] John Harrison, "Political Economy of
Housework", Bulletin of the Conference of Socialist Economists,
Invierno, 1973.
[148] Ian Gough y John Harrison, "Unproductive
Labour and Housework Again", op cit.
[149] TSV I, op cit, p.279.
[150] John
[151] Ian Gough, "State Expenditure and
Capital", op cit. p.70-71.
[152] Ibid, p.83.
[153] Es triste decir
que Mandel parece haber llegado a un punto de vista similar. "... La
prolongada expansión se ha agotado por el efecto combinado del aumento de la
composición orgánica del capital... y el estancamiento o disminución de la tasa
de plusvalía (el resultado de un largo período de pleno empleo). La tasa de
ganancia ha sido reducida. Ver Inprecor 16 de enero 1975 no 16-17 p.7.
[154] Por alguna
curiosa razón Gough se ve obligado a informarnos de que "Lenin hace mucho
tiempo atacó el subconsumismo de los populistas...". State Expenditure and
Capital, op cit, p.55. Sin duda, Gough, que no hay duda de que ha leído a su Lenin, no es consciente de que Lenin aceptó
sin reservas la opinión de que la composición orgánica del capital aumenta con
el desarrollo del capitalismo. Éstos son algunos extractos de los escritos de
Lenin contra los populistas: "Como Marx demostró en el Volumen I
de El Capital, el progreso técnico se expresa en la disminución
gradual de la proporción de capital variable al capital constante...". "On the so-Called Market
Question", Collected Works, Vol. I, p.85, énfasis añadido. "... El sector I de la producción social
(la producción de medios de producción) puede y debe desarrollarse más
rápidamente que el Departamento II (la producción de artículos de consumo). "A Note on
the Question of the Market Theory", Collected Works, Vol. 4,
p.59, énfasis añadido. "De acuerdo... con la ley general de la producción
capitalista el capital constante crece más rápido que el capital variable. "The
Development of Capitalism in
[155] Jacob Morris, "Unemployment and
Unproductive Employment", Science and Society, Vo122, 1958,
p.195. "...
En la producción de residuos a largo plazo afectará a la tasa de ganancia. Al
reducir el superávit global disponible para la expansión de la producción,
reduce la velocidad a la que la industria se expande. Chris Harman,
"Economía marxista y el mundo de hoy", op cit, p. 32. "Uno puede
imaginar una economía capitalista que de repente desviara por completo a la
producción de armas. A pesar de la plusvalía que se han producido, no habrá
ninguna base material para nuevas rondas de producción". Gough y Harrison, "Unproductive Labour and
Housework Again", op cit, p.2.
[156] Capital
II, op cit, p.408.
[157] Si nos
preocupamos por examinar el esquema inicial para la acumulación en una escala
ampliada, encontramos que la tasa general de ganancia no se ha formado aún. Capital
II, p.510.
[158] Nuestra
oposición a la producción de armamento no se deriva del hecho de que cae dentro
del Departamento de IIb, sino desde nuestra oposición al imperialismo.
[159] Remitimos al
lector al artículo "Inflation, the Crisis and the Post-War Boom" de
P. Bullock y D. Yaffe Revolutionary Communist en 3 / 4, para
un tratamiento más sustancial de la tendencia a caer de la tasa de ganancia.
[160] "La
tendencia a caer de la tasa de ganancia no se manifiesta en una forma absoluta,
si fuera así la producción capitalista no tardaría en ser llevado a un punto
crítico. Hay, de hecho, un número de maneras diferentes en que puede ser
retrasada y frenada, una de ellas es la "depresión de los salarios por
debajo del valor de la fuerza de trabajo". (Capital III, op cit,
p.230) Si bien Marx se refiere a esto como "uno de los factores más
importantes para el control de la tendencia de la tasa de ganancia a
caer", sólo dedica unas líneas en El capital y por buenas
razones. Como él mismo explica, la depresión de los salarios por debajo del
valor de la fuerza de trabajo "que se menciona aquí sólo empíricamente ya
que... no tiene nada que ver con el análisis general del capital, sino que
pertenece a un análisis de la competencia, que no se presenta en este
trabajo". (Ibid.) Esto no quiere decir que el enfrentamiento entre
trabajadores y capitalistas sobre las tasas de salarios sea de poca importancia
para Marx. Todo lo contrario. La lucha por parte de los trabajadores para
defender la vida y la integridad física frente a la embestida del capital sigue
siendo uno de los rasgos más acuciantes del sistema, y ​​Marx pasó una buena parte de su vida en defensa de
esa lucha. Pero, como recalcó, una y otra vez, "un análisis científico de
la competencia no es posible, antes de que tengamos una concepción de la
naturaleza interna del capital..." (Capital I, op cit. p.3I6)
Marx advierte claramente contra la tentación de sustituir el análisis del
capital por un tratamiento empírico de los conflictos entre trabajadores y
capitalistas en la distribución del producto social y, sobre esta base,
considerar la contradicción del capital como la lucha competitiva en sí.
También es claro que la lucha de clases, para Marx, significaba mucho más que
la rivalidad competitiva que tiene lugar entre trabajadores y capitalistas en
la compra y venta de fuerza de trabajo. Conflicto de clases es el dinamismo de
toda la historia escrita, y es por esta razón que Marx se dedicó a la
colocación de la lucha de clases moderna sobre una base científica de una
elaboración del concepto de capital y, sobre todo, por una especificación de su
contradicción interna". Michael Williams, "un análisis del
capitalismo de Sudáfrica ..." op cit, pp.26-7.
[161] Grundrisse, op cit,
p.528.
[162] Capital I, op cit,
p.350, TSV III, op cit, p.350.
[163] Ibid, p.312.
[164] Capital I, op cit,
p.537.
[165] Capital II, op cit,
p.410.
[166] TSV III, op cit,
p.350.
[167] TSV III ibid p.351.
[168] Tribune,
27 de junio de 1975.
[169] Keith Joseph, New
Statesman, 18 de abril de 1975.
[170] Samuel Brittan Financial
Times, 24 de abril de 1975.
[171] George Rodgers e
Ivor Clemitson, The Guardian, 21 de mayo de 1975.
[172] TSV II,
op cit, p.573.
[173] TSV
III, op cit, p.312.
[174] Es normal que un
rabioso anti-comunista, como Talcott Parsons pueda elogiar a Marx en los
siguientes términos: "La importancia permanente de la teoría de la
explotación marxista ... está ... en el hecho de que,
a partir como lo hizo Marx del elemento de la lucha de clases, el centro de su
atención estaba en el poder de negociación". La estructura de
Acción Social, 1949, p.109.
[175] Financial Times, 1 de septiembre de 1975.