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En el CEI de diciembre de 1972 los camaradas de la mayoría adoptaron una resolución sobre Argentina en la cual se cuestionaba seriamente a nuestra organización. Dos de las tesis aprobadas contenían unas pocas líneas que eran toda nuestra historia. Sorprendentemente, dado que no se aportó ninguna documentación ni se hizo ningún intento de probar lo que allí se afirmaba, se votó por esta historia.
Algo parecido ocurrió cuando se aprobó el documento europeo. Al votar por la estrategia del entrismo sui generis se votó sin pruebas ni documentación por la trayectoria de casi veinte años de los camaradas Germain, Frank y Maitán.
Ambas votaciones son algo así como la aplicación del método guerrillero a la vida interna de nuestra Internacional. Ambas fueron hechas en forma sorpresiva: nadie estaba enterado de que había que votar a favor o en contra de la historia de nuestro partido desde sus orígenes o de una estrategia que ya pertenece al pasado de nuestra Internacional. Con este método, los camaradas de la mayoría han sentado un pésimo precedente: se pueden votar resoluciones históricas sin ninguna clase de discusión preparatoria, y sin documentación. Además han vio lado uno de los acuerdos de la reunificación, que era precisamente tratar sobre cuestiones que hacen a nuestra política pero no aquéllas que tienen que ver con la historia de nuestro movimiento.
Finalmente, al votar una cuestión histórica que no tiene que ver con nuestra política presente ni con la situación actual de la lucha de clases, los camaradas de la mayoría han roto una tradición del movimiento trotskista. Pero, aunque lo lamentamos, las resoluciones que comentamos ya han sido adoptadas y nos vemos obligados, contra nuestra voluntad, a referirnos a ellas.
En la tesis 13 de la resolución sobre Argentina se hacen afirmaciones o insinuaciones gratuitas contra nuestra organización. Las rebatiremos sumariamente para no transformar esta cuestión en tema de uno o dos libros. Veamos cada una de ellas.
En el año 1951, la dirección de la Internacional y el Congreso Mundial reconocieron al grupo de Posadas como sección oficial argentina. Refiriéndose a ese reconocimiento, la tesis afirma:
La elección en favor de la tendencia Posadas fue determinada fundamentalmente sobre una base política: la tendencia Moreno caracterizaba la época con un análisis decididamente falso del régimen peronista y por una actitud sectaria contraria al movimiento de masas que el peronismo dirigía. [118]
No hay pruebas escritas, pero no fue así. La resolución tendría razón, en un aspecto, si dijera que hasta 1948 (no hasta 1951, fecha del reconocimiento de Posadas), nosotros tuvimos una posición sectaria frente al peronismo. Todos nuestros trabajos sobre la historia de nuestro partido lo señalan. Compañeros que han abandonado el movimiento y que son neutrales, tarde o temprano confirmarán quién dice la verdad.
Pero a este hecho hay que agregarle otros, y muy importantes. En primer lugar, que la tendencia Posadas militó en la socialdemocracia proyanqui, sin obreros, y marginada del movimiento de masas peronistas cuando éste surgió. En segundo lugar, que nuestro sectarismo no nos llevó al desconocimiento del movimiento de masas peronista; por el contrario, fuimos la primera organización de izquierda que entró a trabajar con mucho éxito dentro de los sindicatos peronistas. [119] En tercer lugar, que la tendencia Posadas, como consecuencia de nuestros éxitos en el trabajo dentro de los sindicatos peronistas, realizó un violento viraje hacia el movimiento sindical peronista, dos años después que nosotros. En cuarto lugar, que dicho viraje fue, desde su mismo nacimiento, una capitulación ideológica total al peronismo, una posición total y absolutamente oportunista, exactamente igual a la que han adoptado ahora apoyando al FREJULI y a Perón en las elecciones de marzo y abril.
De lo que sí hay una exhaustiva documentación es de la política que el grupo Posadas tenía para la fecha de su reconocimiento. Pero esta documentación no fue hecha pública por los camaradas de la mayoría antes de hacer votar la resolución, ni después; si así lo hubieran hecho, ésta habría quedado bastante maltrecha. ¿Por qué? Porque mientras nuestra organización denunciaba con todas sus fuerzas al gobierno peronista por haber sido el primero que apoyó al imperialismo yanqui en su agresión a Corea del Norte, el posadismo, por su parte, apoyaba con todas sus fuerzas al gobierno peronista; decía que éste había liberado al país del imperialismo, y hacía una intensa campaña de agitación a favor de Corea del Sur y en contra de Corea del Norte.
Cuando nosotros llevamos esta cuestión y la correspondiente documentación al Congreso Mundial, Pablo, que fue el informante oficial del SI en favor del reconocimiento del grupo Posadas, manifestó que no era por sus posiciones políticas que se reconocía a este grupo, ya que tanto las referentes al gobierno peronista como a Corea eran equivocadas, sino por su carácter proletario. Este supuesto carácter proletario los hacía ser disciplinados, y no pretenciosos pequeñoburgueses como supuestamente éramos nosotros, que defendíamos a muerte nuestras posiciones, y nos negábamos a reconocer los errores. ¿Cuál esa gran muestra de disciplina? Que Posadas, ante una comunicación del Secretariado Internacional contra su posición sobre Corea, cambió instantáneamente, como por arte de magia, dicha posición. Esa elasticidad acrobática y esa obsecuencia (disciplina las llamó el Secretariado Internacional) para girar 180° grados en su posición sobre la más importante lucha revolucionaria del momento en todo el mundo, era la garantía para que se cumpliera el verdadero objetivo del Secretariado Internacional: la unificación del trotskismo argentino.
Vayamos a la segunda afirmación de los camaradas de la mayoría:
Durante el periodo de escisión, el grupo Moreno se ligó al Comité Internacional, pero en varias ocasiones tomó posiciones que no fueron compartidas por otros componentes del Comité Internacional y provocaron virulentas polémicas, sobre todo en América Latina. [120]
Es absolutamente cierto que algunas de nuestras posiciones no eran compartidas por el resto del Comité Internacional, y provocaron virulentas polémicas. Pero esto no es un pecado. ¿Por qué los camaradas de la mayoría no señalan cuáles eran esas posiciones y quién tenía razón? ¿Por qué esconden el problema detrás del término ocultista virulentas polémicas? Nosotros diremos cuáles fueron esas polémicas, de las cuales hay profusa documentación.
1) Discusión con el camarada Luis Vitale sobre si en Bolivia había que impulsar o no la consigna de Todo el poder a la COB y las milicias obreras y campesinas, y sobre si, al existir el armamento del proletariado y el campesinado en la forma de milicias disciplinadas a la COB, existía o no poder dual. El camarada Vitale opinaba que no y nosotros que sí. Después de una polémica, y fuerte, el camarada Vitale reconoció que estaba equivocado.
2) Discusión con la tendencia encabezada por Luis Vitale sobre el grupo Moller en Bolivia. La tendencia Vitale opinaba que era el grupo trotskista más progresivo; nosotros que eran revisionistas del trotskismo y la peor variante de nuestro movimiento. Los camaradas de la tendencia de Luis Vitale, contraria a la nuestra, se autocriticaron.
3) Una discusión infernal con el mismo camarada y su tendencia sobre el papel del imperialismo yanqui. Luis Vitale sostenía que no era agresivo ni colonizaba a América Latina; nosotros opinábamos que sí.
El camarada Vitale se autocriticó, aceptando nuestras posiciones.
4) Una discusión muy dura con los lambertistas, por su lentitud en pasar del apoyo al MNA al apoyo al FLN en Argelia.
5) Una nueva discusión, la más fuerte, con el camarada Luis Vitale sobre el castrismo y el papel de Cuba. El camarada Vitale opinaba que la revolución cubana no tenía ninguna importancia, que no cambiaba para nada la relación de fuerzas, ni abría una nueva etapa de la lucha de clases en América Latina; nosotros opinábamos lo contrario.
6) Paralela a ésta, se dio otra discusión alrededor de la lucha armada y la guerra de guerrillas. Luis Vitale sostenía que este aspecto no entraba dentro del programa del trotskismo ortodoxo; nosotros dijimos que sí, que había que incorporar la guerra de guerrillas al Programa de Transición, dentro de la cuestión general de la lucha armada.
7) Discusión sobre nuestro entrismo a las 62 Organizaciones gremiales peronistas. Luis Vitale sostenía que esta táctica nuestra, principalmente su consecuencia de no tener órgano independiente, era oportunista. Nosotros sosteníamos que era un entrismo indirecto y táctico, por poco tiempo, al movimiento obrero peronista. Nosotros entrábamos a las 62 Organizaciones, es decir a una organización político-sindical, donde estaban los mejores elementos de la clase obrera, y desde donde se dirigieron todas las luchas contra el régimen de la Revolución Libertadora (el golpe de estado proimperialista que derribó a Perón). Allí no teníamos que someternos a ninguna disciplina política para expresar públicamente nuestras posiciones porque la única exigencia era aceptar formalmente la disciplina del Consejo Superior Peronista y sacarnos el saco en las reuniones sindicales. [121]
Estas fueron todas las grandes diferencias, perfectamente documentadas, que aparecieron dentro del CI. Sobre 7 discusiones, nuestros adversarios se autocriticaron en 3; los hechos nos dieron la razón en otras tres (Argelia, y las dos sobre Cuba), y sostenemos que fue correcta la última referida a nuestra táctica entrista a las 62 Organizaciones Peronistas. Pero aun cuando en esta última nos hubiéramos equivocado, como dicen los camaradas de la mayoría, ¿hicimos mal en plantear estas discusiones y defender nuestras posiciones? ¿Somos nosotros los culpables de las virulentas polémicas que desataron? ¿Conocen los camaradas de la mayoría alguna otra virulenta polémica que no hayamos mencionado? Si esto último es cierto, deben decir cuál o cuáles fueron, y aportar la documentación correspondiente.
Además de los dos cargos que ya vimos, se nos hacen otros, dé tipo teórico-político. Algunos de ellos se formulan en la carta de Domingo: actitud hacia el movimiento peronista, papel eventual de la clase media, política de alianzas, caracterización del Programa de Transición de 1938, caracterización de la dirección del PC chino y de la revolución cultural. Lo único que tenemos que decir es que efectivamente hemos cometido muchos errores teórico-políticos en el desarrollo de nuestro partido, y que nos hemos autocriticado de todos ellos. Pero criticarnos por esos errores, sin ponerlos en el contexto político en que nos desarrollamos, es una gran deslealtad por parte de los camaradas de la mayoría. Sobre todo, porque ellos fueron los responsables de dicho contexto político.
Nosotros debimos formarnos total y absolutamente solos. Durante años y años, las puertas de nuestra Internacional estuvieron herméticamente cerradas para nosotros por un solo y fundamental pecado: negarnos a capitular ante el demente que los camaradas de la mayoría designaron en 1951 como virrey de la Internacional en América Latina: Posadas. No decir que Posadas fue parte integrante de la dirección de nuestra Internacional, con el apoyo incondicional de los camaradas Germain, Pablo, Frank y Maitán; no decir que este loco hizo lo que quiso durante años y años; no decir que Posadas enloqueció a todo el trotskismo latinoamericano planteando posiciones demenciales y realizando maniobras febriles; no decir que esas maniobras y posiciones tuvieron el apoyo incondicional de los camaradas Pablo, Germain y Frank; no decir que por negarnos a acatar a semejante delirante se nos aisló de la Internacional; no decir todo esto es no ubicar nuestra trayectoria dentro del contexto político en que se dio.
Por otra parte, los errores teórico-políticos de que nos hemos autocriticado, no son en absoluto tan graves como plantea la resolución. Pero, como todo problema teórico, merecen una discusión más seria y mejor ubicada en el conjunto de nuestros aportes.
Finalmente, hay un cargo permanente contra nosotros: que capitulamos al peronismo. Es totalmente cierto que, a partir de nuestro entrismo, y principalmente desde la publicación de Palabra Obrera, nuestra organización sufrió graves desviaciones oportunistas. Todas esas desviaciones tuvieron una matriz común: la capitulación al peronismo y a la burocracia sindical. Aún más, las tendencias capituladoras tuvieron la dirección de nuestra organización durante largos periodos. Pero quienes nos hacen estos cargos se olvidan de señalar que hubo grandes luchas tendenciales y fracciónales contra la capitulación al peronismo. No dicen que los camaradas Ernesto González y Nahuel Moreno formaron todo tipo de fracciones y tendencias y escribieron muchos documentos internos en contra de las tendencias que capitulaban al peronismo. No aclaran que esta lucha fraccional les significó ser marginados de la dirección del partido, quedando en cargos decorativos. Tenemos toda la documentación que los camaradas de la Internacional necesiten para demostrarlo. ¿Los camaradas de la mayoría aprueban nuestra lucha contra las desviaciones oportunistas y claudicantes frente al peronismo, llevadas a cabo contra la vieja dirección mayoritaria de Palabra Obrera? ¿O nos hacen responsables de los errores y desviaciones de esa dirección? ¿Aprobamos los trotskistas la lucha de Lenin contra los errores oportunistas de los viejos bolcheviques? ¿O lo hacemos responsable de ellos?
La respuesta a esta pregunta por parte de los camaradas de la mayoría es muy importante, porque justamente las tendencias guerrilleristas anteriores, y la última (el PRT(C)), se nutrieron de esos viejos sectores oportunistas. Y es más importante aún porque nuestro partido actual es la consecuencia de las profundas luchas fracciónales que llevamos contra ellas. Por eso estimamos imposible, aunque se lo exijamos a gritos, que los camaradas de la mayoría respondan categóricamente a esta pregunta. Si responden que no aprueban nuestra lucha contra las tendencias que claudicaron al peronismo, deben apoyar la política claudicante de esas tendencias (que ellos nos atribuyen a nosotros). Si responden que aprueban nuestra lucha contra ellas, estarán reivindicando, en general, a nuestra trayectoria y a nuestro partido actual. Por eso, aunque las conocen perfectamente, los camaradas de la mayoría ocultan esas luchas tendenciales y la posición que nosotros asumimos en ellas.
Este documento trata de demostrar que todos los cargos políticos concretos que se nos formulan para nuestra última época son falsos. No entramos en la discusión profunda de todos nuestros errores teórico-políticos por el motivo que ya dimos: una discusión teórica debe ser hecha en forma seria y documentada y no puede ser objeto de una resolución. Pero nos queda algo muy importante que decir.
Pese a todos los errores teórico-políticos, nuestro partido es, en la Argentina, el único formado por cuadros trotskistas. Los dos reconocimientos oficiales efectuados por los camaradas Germain, Frank, Maitán y Pablo, han resultado funestos para nuestro movimiento a escala mundial. Posadas y el PRT(C), son, hoy en día, enemigos mortales de la IV Internacional. Y la verdadera historia es que el único trotskismo consecuente que hemos visto en los últimos treinta años en nuestro país es el de nuestra organización.
Si los camaradas de la mayoría se comportaran como tales, deberían haber dicho: El partido argentino ha cometido en su trayectoria muchos errores teórico-políticos; hemos discrepado frecuentemente con él y quedan aún muchas cuestiones políticas concretas en las que discrepamos, pero reivindicamos a muerte su trayectoria. La reivindicamos porque, pese a que nosotros nos equivocamos al reconocer a Posadas y aislar de la Internacional a los camaradas (creando de esta manera un terreno fértil para que cometieran errores) hasta que Posadas se hizo enemigo de la Internacional; pese a que volvimos a equivocarnos al reconocer al PRT(C), lo que se demostró cuando al poco tiempo este grupo se hizo enemigo de la IV Internacional; pese a todo ello, los camaradas del partido argentino han seguido siendo trotskistas, y han defendido a muerte a nuestro partido mundial, y hoy, en medio de una dura polémica, siguen defendiéndolo. Nosotros, la mayoría de la Internacional, hicimos todo lo posible para que los camaradas argentinos nos dieran la espalda a nosotros y a nuestro movimiento. Pese a ello los camaradas argentinos son hoy más trotskistas que nunca; están más firmemente que nunca con la IV Internacional, mientras que aquellos a quienes ayer apoyamos, hoy son nuestros enemigos. Por ese solo hecho reivindicamos la trayectoria de los camaradas argentinos.
Pero los camaradas de la mayoría no dicen nada de todo esto. Por el contrario, se han erigido en verdaderos censores de nuestra organización; están por excomulgarnos. ¿Con qué derecho político? ¿Acaso ellos han tenido una trayectoria política impecable, plagada de aciertos? Así deben creerlo, puesto que nunca se han hecho una autocrítica importante.
Es curioso que la resolución de diciembre de 1972 que estamos comentando casi no toque nuestra política frente a los grandes hechos de la lucha de clases internacional, y es una lástima porque lo que mejor define a una organización o tendencia es, justamente, su política internacional.
Por eso, no hay mejor forma de demostrar el oportunismo de cualquier organización que señalar sus claudicaciones frente a los grandes hechos internacionales. Alrededor de la mayor parte de esos grandes hechos los camaradas de la mayoría de la Internacional se han equivocado en el análisis, la caracterización, las previsiones y la política. En cambio, en la mayoría del los casos, nosotros propusimos una política correcta. Comparemos.
En el documento europeo de la mayoría se vaticina que vendrá un periodo de cuatro o cinco años antes de que se produzcan decisivas batallas. Y en los restantes, pero especialmente en los de Germain, se prevé el futuro con comparaciones relativas al fascismo o al nazismo. Parecería que si no comprendemos su estrategia, corremos el peligro de que el fascismo triunfe en América Latina o en el mundo y que, en cambio, si adherimos a ella, al menos no caeremos sin luchar. Esta verdadera manía por los vaticinios que nunca se cumplen es una constante de la trayectoria política de Germain y de los líderes más connotados de la mayoría. Hagamos un poco de historia.
Si tuviéramos que señalar algunos de los hechos más importantes de la economía y la política de los últimos 25 años, estamos seguros de que, entre otros, indicaríamos los siguientes:
1) El boom económico imperialista de posguerra y el colosal resurgimiento de la economía capitalista alemana;
2) La transformación del Este de Europa en estados obreros deformados;
3) La revolución china;
4) La política permanente de coexistencia pacífica de la URSS con el imperialismo. La imposibilidad imperialista de iniciar la guerra mundial en la década de los 50;
5) La trayectoria y el carácter stalinista de los partidos comunistas chino y yugoslavo. La necesidad, por lo tanto, de la revolución política y de la construcción de partidos trotskistas;
6) Agudización de la lucha de clases en el mundo colonial, llegando al punto de levantamientos en muchos países (Argelia, Congo, etc. );
7) La revolución cubana y su repercusión a escala mundial;
8) La agresión del imperialismo yanqui a Corea y, últimamente, a Vietnam;
9) Surgimiento de un movimiento antibélico internacional contra la intervención del imperialismo yanqui en Vietnam, con fuerte apoyo en Estados Unidos;
10) La radicalización de la juventud en todo el orbe;
11) El ascenso del movimiento de masas en Europa a partir de mediados del año 60, con epicentro en Francia, Irlanda del Norte, Grecia y España;
12) La lucha armada, con características de guerra civil en dos únicos países latinoamericanos (desde Santo Domingo): Bolivia y Chile.
Todos estos hechos son mucho mejor conocidos por los cuadros de la Internacional que los problemas tácticos nacionales. Los compañeros de la mayoría cometen un error al no tratar de demostrar nuestro oportunismo y método equivocado por medio de esos ejemplos. Y es penoso porque sobre muchos de esos puntos cruciales hemos tenido divergencias profundas. Sobre otros, nuestro movimiento en su conjunto, aparentemente, tuvo una apreciación común. Últimamente, algunos de los documentos de la mayoría nos hacen dudar de que haya sido así.
Dejando de lado esos últimos documentos, nosotros hemos discrepado o criticado los siguientes análisis del camarada Germain o sus compañeros de la mayoría:
A) El boom económico imperialista de posguerra y el colosal resurgimiento de la economía capitalista alemana.
Para 1946-1948, la mayor parte de nuestro movimiento, con Pablo-Germain a la cabeza, sostenían que el imperialismo yanqui iba hacia su más grande crisis económica y que la economía europea se mantendría en la estagnación y el marasmo:
El resurgimiento de la actividad económica de los países capitalistas afectados por la guerra, en particular los países de Europa continental, estará caracterizado por un ritmo particularmente lento, que la mantendrá por largo tiempo en niveles cercanos a la estagnación y el marasmo. Siendo la economía norteamericana la única que puede satisfacer las necesidades inmediatas del mercado mundial, podrá conocer un desarrollo relativo que estimulará el pleno funcionamiento de su aparato productivo.
Sin embargo, las capacidades limitadas del mercado interior y mundial se opondrán en breve tiempo a este acrecentamiento de la producción. Los Estados Unidos se encaminarán hacia una nueva crisis económica, más profunda y amplia que la del 29-33 cuyas repercusiones quebrarán el conjunto de la economía capitalista mundial. [122]
Por la misma época, Germain y sus amigos vaticinaban que Alemania se mantendría como un país atrasado y se oponían a los planes destinados a transformar el centro industrial de Europa en semidesierto agrícola... [123]
Dos años después, en pleno comienzo del Plan Marshall, insistían en que:
Debe considerarse que la política deseada y aplicada de manera consecuente (del plan Morgenthau a los acuerdos de Potsdam) por los vencedores, ha sido la de la destrucción parcial de este potencial, de la transformación del pueblo alemán en un pueblo de pastores, y de la eliminación definitiva de su potencial industrial. [124]
En ese mismo artículo, para que nadie creyera que se limitaban a describirnos los planes del imperialismo para Alemania, el compañero Germain nos lanzaba otro de sus célebres vaticinios:
La tendencia del movimiento económico es, en consecuencia, netamente la de una disolución del mercado capitalista clásico, y la pauperización progresiva y paralizada por el desmembramiento de su propio cuerpo, la economía alemana no podrá reanimarse sensiblemente, a pesar de las inyecciones de oxígeno que le da el imperialismo norteamericano. [125]
Para 1948, casi un año después de que comenzó el Plan Marshall, el compañero Germain propuso un proyecto de resolución sobre Alemania en el II Congreso Mundial. Allí decía que Alemania iba a quedar reducida a ser un país atrasado de carácter agrícola.
Contra estas concepciones fatalistas sobre la economía imperialista se formó en nuestra Internacional, entre los años 194648, una tendencia constituida por la mayoría inglesa y nuestro partido. Entre otros documentos se puede citar el primero que produjo esta tendencia:
Todos los factores, a escala mundial y europea, indican que la actividad económica en Europa Occidental en el próximo período no puede ser caracterizada por la estagnación y el marasmo sino como un período de recuperación y de desarrollo. [126]
La resolución que propusimos, como tendencia, al segundo Congreso Mundial, fue rechazada y se aprobó la línea del camarada Germain, de la que ya hablamos. No ocurrió lo mismo con su proyecto sobre Alemania, que fue rechazado por el Congreso, ante una moción en contra de Pablo-Roura-Moreno. Citamos todos estos hechos porque, si exceptuamos la discusión entre defensistas y antidefensistas, la lucha tendencial más importante desde la preguerra hasta el segundo Congreso Mundial fue esta polémica sobre las perspectivas económicas.
Es bueno que se sepa que, a pesar de nuestro acuerdo con la mayoría inglesa alrededor de este problema, no formamos tendencia política alguna con ella. Más aún, votamos a favor de la política de entrismo en el laborismo de la minoría inglesa que eran los partidarios de Pablo-Germain. Votamos así por razones distintas a las que daban estos camaradas: lo hicimos porque sosteníamos que era la política correcta frente a la etapa de quietud que se abría en el movimiento obrero inglés, como consecuencia de la traición laborista y la reconstrucción económica.
B) La transformación de los estados capitalistas del Este Europa en estados obreros deformados
En 1946, Germain y sus amigos sostenían que la burocracia soviética, por naturaleza de clase, defiende la propiedad privada y el capitalismo de estado en el este de Europa.
Así definieron, en abril de 1946, la política de la burocracia soviética:
... inherente a su naturaleza de clase, como el intento del combinar de alguna manera el régimen de la propiedad privada con un régimen de capitalismo de estado, una vez asegurado su propio control sobre el estado. [127]
Así fue como la dirección de nuestra Internacional (Pablo, Germain, Frank), levantaron la tesis de que, sin movilización revolucionaria de las masas, no podía haber cambio de estructural en los países del Este de Europa.
En el año 1948 se produjo, sin que nosotros lo hayamos previsto ni comprendido, ese cambio en la estructura de los países? del Este de Europa, efectuado por la burocracia soviética. Ello provocó un profundo choque en nuestras filas. Pablo, Hansen y nosotros, iniciamos la lucha teórica para demostrar que habían surgido nuevos estados obreros deformados y que esto, principalmente en Yugoslavia, había sido producto del movimiento de masas. El líder de la otra tendencia fue el compañero Germain, quien se aferró a la caracterización que hemos resumido más arriba, que sostenía que los estados del Oriente de Europa no eran obreros, sino que seguían siendo capitalistas. Sólo después de una ardua polémica, Germain se autocrítico y cambió de posición.
C) La política permanente de coexistencia pacífica de la URSS con el imperialismo. La imposibilidad imperialista de iniciar guerra mundial.
Los camaradas de la mayoría sostuvieron que la guerra mundial se iba a producir inevitablemente antes de 1954.
Es precisamente por esta razón, decía el compañero Germain en julio de 1951 que el imperialismo se ha lanzado a la preparación militar de la guerra, para hacerla lo más pronto posible, una vez que el aparato militar haya alcanzado un cierto nivel (a más tardar de aquí a dos o tres años). Ninguna victoria revolucionaria internacional, salvo la de la revolución norteamericana, puede impedir esta marcha hacia la guerra de Wall Street... Es precisamente porque existe esta polarización particular de fuerzas y debilidad extrema del capitalismo internacional, potencia suprema del capitalismo norteamericano, que la guerra se ha vuelto inevitable, porque la burguesía norteamericana ha comprendido que, de esperar más tiempo después del logro de su actual programa de armamentos, se corre el peligro de introducir la crisis revolucionaria en su propio bastión. [128]
Nosotros sostuvimos, contra lo que decía Germain, que: No hay para el imperialismo mundial una sola posibilidad: la guerra mundial en uno o dos años como creen marxistas apresurados. Pero que la haga o no, depende de muchos factores, uno de los más importantes, es el de que la dirección de los estados no capitalistas, sobre todo el Kremlin, esté firmemente dispuesto a llegar a un acuerdo con el imperialismo. Esta posibilidad siempre estará abierta dado el carácter contrarrevolucionario y oportunista de la burocracia que domina la URSS y China respectivamente. Puesta ante el dilema: o perder los privilegios por ayudar o hacer concesiones al movimiento de masas, o salvar los privilegios pactando con el imperialismo, nosotros creemos que la burocracia tiene que optar por pactar con el imperialismo. En estas condiciones generales al imperialismo yanqui se le hace imposible llevar a cabo o declarar en este momento la guerra mundial. [129]
D) La trayectoria stalinista de los partidos comunistas chino y yugoslavo. La necesidad de la revolución política y de los partidos trotskistas.
En el año 1954, el compañero Germain opinó que los partidos comunistas yugoslavo y chino habían dejado de ser stalinis tas, para transformarse en centristas que se aproximaban al marxismo revolucionario.
Espontaneidad de masas, dirección empírica, primeros progresos de la conciencia hacia el marxismo revolucionario: he aquí lo que caracteriza la primera fase de la ola revolucionaria mundial. Estas tres características pueden ser resumidas en una sola fórmula: la primera fase de la revolución mundial es la fase del centrismo. El término es impreciso y vago: él reúne de hecho todos los fenómenos políticos obreros más allá del reformismo y del stalinismo tradicional, y más acá del marxismo revolucionario. En este caso, Tito y Mao Tse Tung, Bevan y los dirigentes de las corrientes del partido socialista japonés de izquierda, los líderes del 17 de junio de 1953 y los dirigentes de la huelga de Vorkouta, los primeros dirigentes de las corrientes de oposición de izquierda en los P. C. de masas (Marty, Crispin, etc. ), encuentran su lugar en esta reunión heteróclita del centrismo. Se trata en verdad de un centrismo completamente diferente del centrismo de los años 30, el centrismo de tendencias que se separaban del marxismo revolucionario en el retroceso de la revolución. Se trata por el contrario de un centrismo de tendencias que se aproximan al marxismo revolucionario bajo la presión del progreso de la revolución. [130]
Este análisis de los partidos se trasladó a los respectivos esta-dos y a nuestra política; la conclusión fue obvia: en Yugoslavia y en China no estaban planteadas ni la revolución política ni la construcción de partidos trotskistas.
Como el P. C. Chino y, en alguna medida, aún el P. C. yugoslavo, son en realidad partidos centristas burocráticos, pero se encuentran todavía bajo la presión de la revolución en su país, nosotros no llamamos al proletariado de esos países a constituir nuevos partidos revolucionarios o a preparar una revolución política en esos países. [131]
Nuestras caracterizaciones y nuestra política hacia el maoísmo, son, a la política internacional, lo mismo que el entrismo a las 62 Organizaciones a la política argentina: el centro de los ataques que nos hace la mayoría. Para ello falsifican nuestras posiciones insinuando que capitulamos. Demostrarlo les va a ser imposible, puesto que, a diferencia de ellos que veían evolucionar a los chinos hacia el marxismo revolucionario, siempre hemos sostenido que el maoísmo era una corriente pequeñoburguesa y burocrática.
Para no aburrir con citas, nos detendremos solamente en las que tienen que ver con el período de nuestra unificación con el FRIP dirigido por Santucho, el período más atacado por los camaradas de la mayoría. Para esta unificación planteamos como condición sine qua non la aceptación por parte de estos camaradas de nuestras tesis internacional del año 1963. Los camaradas aceptaron. Veamos ahora esas tesis:
El maoísmo es cualitativamente diferente del trotskismo porque desconoce en su programa y en su actividad la esencia del trotskismo: la lucha por la dictadura del proletariado a escala mundial: una estrategia, un programa y una organización mundial. [132]
Una posición nuestra, sacada como siempre fuera de contexto, puede haber llevado a la confusión a los camaradas de la mayoría sobre nuestra caracterización del maoísmo. Nosotros denominamos al PC Chino, al igual que al yugoslavo y al cubano, como revolucionario. Lo hicimos así porque creímos que, tanto Cuba como Yugoslavia y China, entraban dentro de la definición de Trotsky de que, en algunos países y en casos excepcionales, podía ocurrir que una situación objetiva sin salida impulsara a los partidos pequeñoburgueses a tomar el poder, romper con los explotadores e instaurar gobiernos obreros y campesinos. Para definir a esos partidos pequeñoburgueses que han hecho la revolución, tomamos el calificativo de revolucionario que utilizó la Internacional Comunista para definir a los movimientos nacionalistas burgueses o pequeñoburgueses que luchaban contra el imperialismo. A los que colaboraban con el imperialismo, la Internacional Comunista los denominaba movimientos nacionalistas burgueses reformistas; a los que luchaban contra él, revolucionarios. Pero, aun en el caso de que hubiéramos utilizado mal este calificativo, jamás dijimos, como los camaradas de la mayoría, que estos partidos podían evolucionar hacia el marxismo revolucionario, sino exactamente lo opuesto.
La segunda cuestión es si estaba planteada la revolución política en China y Yugoslavia. Ya vimos que los camaradas de la mayoría opinaban que no lo estaba. Nosotros opinábamos que sí, pero hacíamos una distinción entre el carácter de los gobiernos de estos países y el de Rusia, así como entre unas y otras etapas de la revolución política que estaban planteadas en cada una de ellas:
El estado chino no es como Rusia el producto de una economía y estado socialista conquistado por las masas, y cuyo poder y control económico le es arrebatado por una burocracia contrarrevolucionaria. No es una unidad altamente contradictoria de la revolución-contrarrevolución, como Rusia, sino el producto de un proceso revolucionario único incompleto, que no dio origen a órganos de poder obreros y a partidos y líderes marxistas revolucionarios. China, al igual que Indochina, Corea y Cuba, y posiblemente Yugoslavia y Polonia, son procesos revolucionarios todavía en transición, dinámicos, dentro de un proceso revolucionario mundial permanente. De ahí nuestra definición de estados obreros en transición con gobiernos dictatoriales revolucionarios obreros y campesinos, o sea, pequeño burgueses. [133]
Concretamente, nosotros poníamos un signo igual entre Cuba y China e insistiendo en las diferencias entre este último país y la URSS, decíamos:
Creemos que la caracterización diametralmente opuesta de ambos gobiernos y estados, debe llevarnos a un ajuste cuidadoso de la teoría programa de la revolución política para ambos países. Antes que nada debemos señalar que la dinámica y las etapas de la revolución política inevitablemente deberán reflejar la profunda diferencia de la estructura de ambos estados y gobiernos. [134]
Luego tratábamos de precisar la situación en China e Indochina:
Nunca se ha precisado el carácter que tendrá el proceso de la revolución política en China e Indochina... Concretamente, estos países viven una etapa política de transición entre las revoluciones de Febrero, ya cumplida, a la revolución de Octubre, la dictadura del proletariado. Esta etapa se plantea con una dinámica muy lenta por la inexistencia de los organismos objetivos y subjetivos de la dictadura del proletariado: órganos de poder, partidos y líderes marxistas revolucionarios. [135]
Finalmente, resumíamos toda nuestra posición de la siguiente manera:
La revolución política que nos planteamos en Rusia es cualitativamente diferente a la que nos planteamos en China. En aquélla planteamos la liquidación urgente, inmediata y masiva del régimen gubernamental actual. En ésta, el desarrollo de la revolución en curso y por esa vía una diferenciación y un desarrollo del poder obrero que nos permita plantearnos, eso sí, en otra etapa, la dictadura del proletariado, por los caminos y a través de la lucha que prosigue el desarrollo objetivo y subjetivo de los elementos que la posibilitan. [136]
También en esta cuestión seguimos sin ver la razón de los ataques de la mayoría: nosotros planteábamos que había que hacer la revolución política en los estados obreros deformados, por ejemplo China, y ellos planteaban que no. Es verdad que nosotros confundimos la lucha por la democracia obrera, o sea, la revolución política, con la expresión dictadura del proletariado. Lo que sí hemos sostenido es que la revolución política en China se iba a dar en una forma y con consignas distintas a la rusa.
Para terminar, una tercera cuestión en que se nos ataca es por haber sostenido que los maoístas son grandes teóricos y prácticos de la guerra de guerrillas rural, y que algunas pocas de sus enseñanzas militares deben ser incorporadas al programa de transición (de la misma manera en que Lenin incorporó las enseñanzas de una corriente pequeñoburguesa, los populistas, a su concepción del partido).
En estas tres cuestiones teóricas, el carácter de los partidos comunistas chino, yugoslavo y cubano, el problema de la revolución política y sus etapas en los estados obreros deformados, y el problema de la guerra de guerrillas en relación al programa trotskista, nuestra Internacional no tiene todavía una respuesta teórica totalmente satisfactoria. Son discutibles muchas de nuestras afirmaciones. ¿Es cierto que se vivió una etapa democrática de febrero en China, Yugoslavia y Cuba? ¿Se puede hacer la misma definición de Cuba que de China y Yugoslavia?
¿Debemos incorporar la guerra de guerrillas rural al Programa de Transición? ¿Cómo lo hacemos?
Todas estas cuestiones teóricas siguen planteadas y allí están 1 nuestros viejos aportes para ser discutidos en la elaboración de una respuesta teórica científica y definitiva. Pero, volviendo a la historia, hay dos hechos ciertos: los camaradas de la mayoría plantearon que los partidos comunistas chino y yugoslavo se acercaban al marxismo revolucionario y nosotros planteamos que eran corrientes pequeñoburguesas burocráticas que estaban impedidas de hacerlo por esa simple razón de clase; los camaradas de la mayoría sostuvieron que no estaba planteada la revolución política en China y Yugoslavia, y nosotros sostuvimos que sí lo estaba.
B) El ascenso del movimiento de masas en Europa desde mediados de los años 60, con epicentro en Francia, Italia, Irlanda del Norte, Grecia y España.
Germain y sus amigos sostenían que no iba a haber problemas importantes en Francia e Italia durante 1968 y 1969.
Veamos cómo se preparaban para intervenir en el célebre mayo francés.
En la Europa capitalista, los problemas más importantes se sitúan por un lado en el país capitalista más viejo, Inglaterra, y por el otro en España y Grecia, porque la agravación de la situación económica en Europa, donde el número de desocupados llega actualmente a 3 millones, ha reducido el margen de maniobras del capitalismo en los países más pobres. [137]
Alejados del terreno de los hechos, nosotros no previmos lo que podía suceder. Sin duda fue una falla nuestra, Pero, ¿qué pueden argumentar los camaradas de la mayoría? ¿Qué nombre le damos a quienes no saben prever los hechos que modificaron en forma espectacular la realidad en la que ellos mismos están inmersos, en el término de semanas? ¿Qué decir de teóricos que viven haciendo pronósticos para 4 ó 5 años y no saben hacerlos para 2 ó 3 meses? ¡Y pensar que nos critican por no haber previsto la situación argentina con uno o dos años de anticipación!
F) La lucha armada, con características de guerra civil, en dos únicos países de Latinoamérica (desde Santo Domingo): Bolivia y Chile.
Germain y sus amigos decían, en 1971, que iba a haber lucha armada en toda América Latina, menos en Bolivia y Chile.
La mayoría ha insistido, una y otra vez, en que para todo nuestro continente está planteada la lucha armada. Prácticamente no hay país donde no haya que aplicar tácticamente la estrategia de la lucha armada, tan cara a Germain. Pero en 1971, había países donde esa lucha armada, según los compañeros de la mayoría, no estaba a la orden del día.
Menos de dos meses antes de la caída de Torres, el camarada Frank afirmaba:
En este momento, no sabemos por cuánto tiempo será, la lucha armada no está a la orden del día en Chile y Bolivia. [138]
Cuando comenzaba el gobierno de Torres, el compañero Blanco, expresando la opinión de la minoría, decía lo opuesto:
Así pues, el trabajo leninista se impone no sólo en el Perú donde estamos en un compás de espera, sino también en Bolivia y Chile que están o pueden estar al borde de la lucha armada. [139]
G) El sangriento final de la experiencia reformista de Allende en Chile.
En 1971, Germain y sus amigos sostenían que Allende y el imperialismo marcharían de común acuerdo hacia la variante democrática.
Nada mejor que recurrir al artículo del camarada Mandel Imperialismo y Burguesía Nacional en América Latina para ver cómo caracterizaban los camaradas de la mayoría a los gobiernos nacionalistas burgueses latinoamericanos y a sus relaciones con el imperialismo.
En esta modificación de los intereses económicos es don-de es preciso buscar la explicación de la extraña complacencia que el imperialismo americano ha manifestado hasta ahora con respecto a las nacionalizaciones del general Velasco, del general Ovando e incluso las preparadas por Allende. Indemnizad y permitid la reinversión en el sector manufacturero de nuestro país: es todo lo que pedimos.
El reformismo militar, en tanto que último dique ante la subversión castrista o anarquista, esa es la línea estratégica que el imperialismo americano parece haber adoptado desde el informe Rockefeller. [140]
Y, en particular, refiriéndose al gobierno de Allende, La Gauche, un órgano estrechamente ligado al compañero Germain, decía:
Nacionalizar las minas de cobre ha sido la más espectacular de sus medidas. Pero este tipo de acción ya no es una afrenta a los imperialistas. En vista del peligro siempre creciente de la revolución en América Latina, que amenazan derribar definitivamente sus intereses, los imperialistas han decidido después de la gira de Rockefeller modernizar las formas de penetración en el área.
Ahora el imperialismo se está retrayendo de la extracción de materia prima, que era la forma principal y más cruda de robarle al tercer mundo. Tal viraje permite una aparente liberalización de la economía y la vida social, para sectores limitados , desde luego. Es por eso que la atmósfera parece estar aflojando en América Latina. El imperialismo tiene nuevas perspectivas. Los regímenes, militares de izquierda van viento en popa. Y con esta perspectiva Allende muy bien podría ofrecer una variante democrática que vaya perfectamente de acuerdo con los proyectos de desarrollo que el neoimperialismo tiene para América Latina . [141]
Mientras los camaradas de la mayoría hacían este tipo de caracterización, nosotros opinábamos exactamente lo contrario:
En el momento en que la burguesía chilena se unifica tras el gobierno de Allende en respaldo de la expropiación de las minas de cobre, creándose una situación de gran fricción con los Estados Unidos... (La Verdad, 27-10-71). La continuidad del ascenso obrero y campesino en Chile y las maniobras y presiones de la burguesía contra las concesiones populistas de Allende, y del imperialismo contra las medidas nacionalistas, van a ir elevando la presión de la caldera pese a la buena letra que intente el gobierno y al freno que ejercen los partidos reformistas y la burocracia sindical. (La Verdad, 10-11-71). El único camino de los trabajadores chilenos hacia el socialismo, es la revolución. La vanguardia obrera, estudiantil y campesina, sin hacer concesiones al reformismo de la Unidad Popular, debe desarrollar la movilización y organización de las masas por sus reivindicaciones económicas y políticas. Sobre esta base, y con los métodos de la lucha de clases, debe estar en primera fila en la de defensa del gobierno de Allende contra los ataques de la derecha y el golpe burgués imperialista, sin depositar la más mínima confianza en la dirección allendista. Este es el único método que garantizará lo conquistado: el otro, el de Allende, prepara derrotas a lo Perón o Torres. [142]
Hemos relatado los puntos más importantes en los que hubo diferencias entre la mayoría y nosotros. Sería una deslealtad de nuestra parte negar que, en medio de sus garrafales errores, los camaradas de la mayoría han tenido algunos aciertos importantes como su propaganda y actividad en el proceso de la lucha de liberación argelina, y el haber apoyado desde un principio, apenas se recibieron las primeras noticias de su existencia, a la guerrilla castrista en Cuba, como así también su denuncia de la agresión yanqui en Corea y Vietnam, el reconocimiento de la nueva vanguardia juvenil, etc. De estos aciertos, algunos tampoco fueron totales. La política del entrismo sui generis también se reflejó en ellos (no tanto en Cuba donde no teníamos nada, como en Argelia, donde existía un grupo de nuestra Internacional). En Argelia esta política llevó a cambiar el eje del entrismo; ya no fue en el stalinismo como lo era a nivel mundial, sino en el FLN. El resultado fue la claudicación política frente a ese movimiento pequeñoburgués, del que nuestros camaradas terminaron siendo algo así como asesores. No lograron que nuestra participación en el proceso argelino culminara, como mínimo, en la construcción de una fuerte sección de nuestra Internacional.
Hemos ido acompañando cada uno de los capítulos de esta historia con la correspondiente documentación. Es decir, hemos cumplido con un requisito metodológico fundamental que los camaradas de la mayoría no pueden cumplir porque, si lo hicieran, se les vendrían al suelo las falsas historias que sobre nuestra organización y sobre su propia trayectoria, están haciendo circular por toda la Internacional.
Sin embargo, pese a estar documentada, y pese a que podemos aportar en cualquier momento las pruebas qué se nos pidan, no vamos a caer en el mismo error metodológico de la mayoría, como sería proponer que algún organismo de nuestra Internacional votara esta historia de la trayectoria de la mayoría.
Si nuestra Internacional pretende seguir siendo el partido mundial revolucionario de la clase obrera, deberá volver a la tradición de votar solamente resoluciones políticas que armen a todos sus cuadros para la lucha de clases; nunca balances históricos de la trayectoria política de ninguna organización ni tendencia.
El objetivo de este capítulo es demostrar en qué puntos discrepábamos, de qué lado estuvieron los aciertos y de qué lado los errores en más de veinticinco años de lucha por la construcción de la Internacional. Los nuevos cuadros de nuestro movimiento están ahora en condiciones de hacer ese balance. Lamentablemente, el resultado salta a la vista: el grueso de los errores estuvo a cargo de los camaradas que hoy lideran la tendencia mayoritaria.
Después de tantos años de estudiar las posiciones de los camaradas y polemizar con ellos podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la fuente de sus errores es el impresionismo. Este consiste en aislar de su contexto uno o más hechos espectaculares impresionantes e, ignorando las tendencias contrapuestas, es decir otorgándoles una dinámica favorable al máximo, sacar de allí las conclusiones. Estos son a menudo los análisis burgueses o las acciones de la vanguardia, porque ocupan las primeras planas de los periódicos, aunque el tamaño de la noticia no guarde relación con su importancia para el movimiento de masas. Trataremos de explicar cómo impresionaron a la mayoría los acontecimientos mundiales que hemos resumido más arriba.
A) El comentario periodístico de los años 4648, era que Europa y Alemania habían quedado agotadas después de la guerra y existía un plan Morgenthau para mantener a Alemania como país atrasado. El compañero Germain escribió todas las barbaridades que vimos porque creía devotamente en la efectividad de los planes del imperialismo, especialmente en el plan Morgenthau. No pensaba, como nosotros (y como cualquier buen marxista), que los planes racionales, subjetivos, del imperialismo en el terreno económico, raramente o nunca se cumplen, porque triunfen las leyes irracionales, objetivas, del capitalismo y el imperialismo. Por el contrario, Germain trasladó a un lenguaje marxista su creencia en los planes del imperialismo y sacó la conclusión general de que Europa esta ba condenada al estancamiento y el marasmo, y Alemania a ser un país agrícola hasta la eternidad.
B) El stalinismo, ante el ascenso del movimiento de masas, hacía esfuerzos para conciliar con el imperialismo y el capitalismo del Este de Europa. Esos eran sus planes. Pero tampoco los planes de la burocracia pueden cumplirse por encima de las leyes objetivas de la lucha de clases. El compañero Germain, olvidándose del carácter social de la burocracia, y revisando el análisis marxista, sacó la conclusión de que conciliar con el capitalismo y la propiedad privada, era una propiedad eterna de la burocracia stalinista en el Este europeo. Esta, como producto de un estado obrero (y justamente por razones inherentes a su naturaleza social), no podía convivir (ni combinarse) con la propiedad privada, ni mucho menos con el capitalismo (sea de estado o privado) y el imperialismo en los países en los cuales había entrado el ejército rojo.
C) Luego vino la guerra fría y Norteamérica se armó hasta los dientes para atacar a la URSS, mientras todos los periódicos del mundo hablaban de que sólo un milagro podía evitar la tercera guerra mundial. El compañero Germain, en acuerdo con las ideas de Pablo, se olvidó de un detalle (el mismo que olvidan los periodistas burgueses en sus análisis descriptivos y mecánicos): la lucha de clases a escala mundial. Y lanzó la teoría de que la guerra era inevitable, cuando estuviera listo el plan (de nuevo aparece aquí un plan) de armamento de los Estados Unidos. La lucha de clases tomada de conjunto era impotente para influir en este plan del imperialismo. Al igual que para los periódicos burgueses, para Germain sólo un milagro (él decía la revolución norteamericana), podía impedir la guerra mundial a corto plazo.
D) Tito había roto con la URSS y Mao había dirigido una gran revolución, la más grande desde la rusa. Había que dar una explicación de estos fenómenos. El compañero Germain olvidó que, para el trotskismo, la dirección pequeñoburguesa o burocrática que, obligada por las circunstancias, dirige una movilización (desde una huelga hasta la toma del poder), no deja por ello de ser pequeño burguesa o burocrática.
Y sacó una posición revisionista, que es una constante en los compañeros de la mayoría (tal cual lo han demostrado exhaustivamente los compañeros del SWP) y que podemos sintetizar así: todo partido reformista y burocrático que dirija a las masas al poder, deja de ser tal. Basándose en esta afirmación, Pablo, apoyado por Germain, llegó a la conclusión de que Tito, Mao y sus partidos, habían dejado de ser burocráticos y stalinistas y se aproximaban al marxismo revolucionario, y que, por lo tanto, la revolución política no estaba planteada en Yugoslavia y China. Hoy día, los camaradas de la mayoría vuelven a plantear su misma concepción revisionista de los años 51-56 con referencia a China.
Y así Pablo y sus amigos cerraron el círculo de sus análisis de la gran oleada revolucionaria de post-guerra, sin haber acertado un solo pronóstico serio.
E) Pero vino el nuevo ascenso europeo, el que se originó en los años 60, y al compañero Germain, asiduo lector de informes económicos y partidario de trasladar esos informes a sus conclusiones, no le fue mejor que antes. Como la peor situación económica se daba en Inglaterra, España y Grecia, esos tres países eran los que enfrentaban los problemas más importantes. Repitió así su error economicista del año 51 cuando, basándose en el plan de armamento norteamericano hizo su vaticinio del estallido de la guerra.
El compañero Germain, en lugar de tomar a la lucha de clases en su conjunto, y al factor económico como un elemento importante que había que tener en cuenta, hizo exactamente lo contrario: la ignoró.
Si hubiera actuado con el método marxista, se habría dado cuenta de que el movimiento estudiantil podía estallar en cualquier momento; de que Francia venía de solucionar agudos problemas coloniales (como la guerra de Argelia), que se combinaban con la guerra de Vietnam, y había una tradición izquierdista en el movimiento estudiantil; de que, en última instancia, el nuevo ascenso tenía que retomar las viejas experiencias y de que, finalmente, el movimiento obrero y revolucionario francés e italiano habían sido los más poderosos en la inmediata postguerra, y lógicamente tenían que reencontrarse. De nada de esto se dio cuenta Germain cuando hizo su vaticinio sobre Europa en la resolución del CEI de febrero de 1968.
F) El ascenso del movimiento estudiantil europeo llenó nuestras filas de entusiastas admiradores de la guerrilla guevarista y de la Cuba de Fidel Castro y comenzaron a ponerse de moda, cerca nuestro, las tesis guevaristas. Una de ellas sostiene que, cuanto más reaccionario es un régimen, mejores son las condiciones para la lucha armada; y, a la inversa, cuanto más democrático es, más se deterioran esas condiciones, hasta su desaparición práctica. Continuando con su tradición de seguir y hacer seguir a nuestra Internacional las modas que van apareciendo en la intelectualidad y el movimiento estudiantil europeos, los compañeros de la mayoría trasladaron esa tesis guevarista a nuestras filas. Por eso Frank escribió, en nombre de la mayoría del SU, la carta al SWP donde afirma que los únicos países latinoamericanos en los cuales no había posibilidades de lucha armada, eran Bolivia y Chile, donde existían casualmente en ese momento, regímenes con amplios márgenes democráticos. Un vaticinio opuesto por el vértice a lo que ocurrió.
G) Por último, la aparición de regímenes nacionalistas burgueses también tomó desprevenidos al compañero Germain y a sus amigos. Ellos venían de decir que no había perspectivas de regímenes de esas características que hicieron concesiones económicas y democráticas al movimiento de masas. Pero cuando éstos hicieron su aparición y el periodismo burgués comenzó a hablar de ellos, no pudieron menos que aceptar su existencia.
Pero, ¿cómo explicarlo? La minoría lo hacía en base a los; roces de las burguesías nacionales con el imperialismo y a la presión del movimiento de masas en ascenso. La mayoría, como no podía estar satisfecha con estas sencillas razones basadas en la situación de la lucha de clases recurrió entonces, nuevamente, al estudio erudito de los planes del imperialismo, en esté caso el Informe Rockefeller. Y de allí extraje la nueva categoría de reformismo militar y dedujo que un gobierno reformista, en este caso el de Allende, muy bien podría ofrecer una variante democrática que vaya perfectamente con los proyectos de desarrollo que el neoimperialismo tiene para América Latina. Es una desgracia para los autores de semej antes pronósticos, y mucho más para las masas chilenas y para Salvador Allende, que el imperialismo no hiciera tanto caso del informe Rockefeller como los compañeros de la mayoría.
Estamos a kilómetros de querer convencer a los nuevos camaradas de que no hemos cometido errores, o de querer hacer votar una resolución que justifique toda nuestra política pasada. Posadas siempre se rió mucho de que en todos nuestros informes orales y escritos sobre nuestro Partido nos detuviéramos morosamente en relatar los errores que habíamos cometido para sacar una conclusión. Éramos una dirección aislada, nueva, inexperimentada en el comienzo, que lógicamente tenía que cometer muchos errores. Se trataba de que entre todos cada vez cometiéramos menos.
Pero lo que nos distingue de la actual mayoría es el reconocimiento de nuestros errores y el que ellos no tengan un carácter sistemático.
Es por eso que al querido compañero Germain, camarada de 25 años en esta dura lucha por construir nuestra Internacional, le proponemos un acuerdo: firmar una declaración conjunta dirigida a los nuevos cuadros de la Internacional.
En ella deberíamos decir: los abajo firmantes les aconsejamos estudiar sin miramientos todas nuestras posiciones pasadas, plagadas de errores de todo tipo. Lo hacemos porque queremos que ustedes no los repitan, ya que de lo único que estamos orgullosos es de nuestra trayectoria, y no de tal o cual posición. Nuestros errores obedecen a una razón profunda: somos una dirección que se construyó en medio del retroceso del movimiento de masas durante la guerra fría y del boom económico capitalista.
Compañero Germain: si usted acepta, le hacemos la concesión de que agregue en la posdata lo siguiente: aclaro que el compañero Moreno dijo en su vida política algunas estupideces mas que yo. Y nos comprometemos a no formar una tendencia o fracción para corregir esa afirmación en caso de que se publicara pese a que la consideramos falsa.
[118] Maitán, Livio, La crisis política y las perspectivas de la lucha revolucionaria en Argentina, BII del PST argentino, No. 2, abril de 1973, p. 17.
[119] Esto nos valió la acusación de pronazis por parte de toda la izquierda argentina que, encabezada por el stalinismo, definía al peronismo corno un movimiento fascista.
[120] Idem, p. 17. 180
[121] Sacarse el saco era ser descamisado, como llamaba Perón a los simpatizantes de su movimiento.
[122] Resolución adoptada por la Conferencia Internacional de abril de 1946, en Quatriéme Internationale, abril-mayo de 1946, pp. 14-15.
[123] Idem.
[124] Germain, Ernest, La ruina de la economía alemana, Quatriéme Internationale, enero de 1948, p. 31.
[125] Idem, p. 39.
[126] Quatriéme Internationale, diciembre de 1946, p. 46.
[127] Quatriéme Internationale, diciembre de 1946, p. 39.
[128] Faux Fuyant et confusión: ou de lart de couvrír la retraite, Bulletin de La Verité, julio de 1951, pp. 5 y 7.
[129] Frente Proletario, órgano del POR argentino, 5 de diciembre y 12 de diciembre de 1953.
[130] Quatriéme Internationale, julio-agosto de 1954. p. 41.
[131] Quatriéme Internationale, número especial, diciembre de 1957, p. 54.
[132] Tesis Internacionales, Palabra Obrera, 1963.
[133] Idem.
[134] Idem.
[135] Idem.
[136] Idem.
[137] Resolución del CEI de la IV Internacional, febrero de 1968.
[138] Frank, Pierre, Letter to the 1971 SWP Convention, ob. cit.
[139] Blanco, Hugo: Carta a Livio Maitán, 17 de octubre de 1970. Boletín de Informaciones Internacionales del SWP No. 3, octubre de 1973, p. 110.
[140] Mandel, Ernest: Imperialismo y burguesía, Revista de América, julio-octubrede 1971, pp. 33 y 34.
[141] La Gauche, 8 de enero de 1971.
[142] La Verdad, 15 de diciembre de 1971.