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C. Marx

Extracto de una comunicación confidencial[1]



4. El problema de que el Consejo General se separe del Consejo Federal para Inglaterra.

Mucho tiempo antes de la fundación de L'Égalité[2], esta propuesta fue planteada varias veces en el propio Consejo General por uno o dos miembros ingleses de éste. Pero fue rechazada siempre casi por unanimidad.

La iniciativa revolucionaria partirá, sin duda, de Francia, pero sólo Inglaterra podrá servir de palanca para una revolución económica seria. Es el único país en el que no hay ya campesinos y la propiedad sobre la tierra se concentra en manos de unos cuantos propietarios. Es el único país en el que la forma capitalista, es decir, la agrupación del trabajo en vasta escala bajo el poder de patronos capitalistas se ha extendido casi a toda la producción. Es el único país en el que la gran mayoría de la población consta de trabajadores asalariados (wages labourers). Es el único país en el que la lucha de clases y la organización de la clase obrera en las tradeuniones han alcanzado cierto grado de madurez y universalidad. Merced a su dominación en el mercado mundial, Inglaterra es el único país en el que cualquier viraje radical en las relaciones económicas tiene que repercutir inmediatamente en todo el mundo. Si bien Inglaterra es el país clásico del sistema de los grandes propietarios de tierra y del capitalismo, han madurado en ella más que en otros países las condiciones materiales para la supresión de tal sistema. El Consejo General se ve colocado ahora en una

situación afortunada merced a que esta gran palanca de la revolución proletaria se halla directamente en sus manos. ¡Qué locura, incluso podría decirse crimen, sería dejar esa palanca en las manos sólo de los ingleses!

Los ingleses poseen todas las premisas materiales necesarias para la revolución social. Lo que les falta es espíritu de generalización y fervor revolucionario. Sólo el Consejo General está en condiciones de remediarlo y acelerar de este modo el movimiento auténticamente revolucionario en este país y, por consiguiente, en todas partes. Los grandes éxitos que hemos logrado ya en este dominio los atestiguan los órganos más inteligentes e influyentes de las clases dominantes, como, por ejemplo, Pall Mall Gazette, Saturday Review, Spectator y Fortnightly Review[3], sin hablar ya de los llamados miembros radicales de la Cámara de los Comunes y de la Cámara de los Lores, que hace poco todavía ejercían una gran influencia en los líderes de los obreros ingleses. Nos acusan abiertamente de que hemos emponzoñado y casi erradicado el espíritu inglés de la clase obrera y la hemos impulsado al socialismo revolucionario.

El único medio de lograr ese cambio consiste en actuar como Consejo General de la Asociación Internacional. En tanto que Consejo General podemos sugerirles medidas (como, por ejemplo, la fundación de la Liga de la tierra y del trabajo[4]) que, en lo sucesivo, al ser puestas en práctica, se presentarán ante el público como movimientos espontáneos de la clase obrera inglesa.

Si, además del Consejo General, se instituyese un Consejo Federal, ¿cuáles serían los resultados inmediatos? Ocupando un lugar intermedio entre el Consejo General de la Internacional y el Consejo General de las tradeuniones, el Consejo Federal no gozaría de la menor autoridad. Por otra parte, el Consejo General de la Internacional dejaría escapar de sus manos esa poderosa palanca. Si prefiriéramos la charlatanería al trabajo serio y discreto, cometeríamos, posiblemente, un error como esta respuesta pública a la pregunta de L'Egalité: ¿por qué el Consejo General tolera «tan abrumadora acumulación de funciones»?

No se puede considerar a Inglaterra como un país común y corriente. Hay que tratarla como la metrópoli del capital.

5. El problema de la resolución del Consejo General sobre la amnistía irlandesa.

Si bien Inglaterra es el baluarte de los grandes propietarios de tierra y del capitalismo europeo, el único punto en el que se le puede asestar un duro golpe a la Inglaterra oficial es Irlanda.

En primer lugar, Irlanda es el baluarte de los grandes propietarios de tierra ingleses. Si se desmorona en Irlanda tendrá que desmoronarse también en Inglaterra. En Irlanda esto es cien

veces más fácil, dado que la lucha económica se concentra allí en la propiedad territorial, dado que allí esta lucha es, a la vez, una lucha nacional y dado que el pueblo de Irlanda es más revolucionario y está más exasperado que el de Inglaterra. El sistema de la gran posesión de tierras se mantiene en Irlanda sólo con la ayuda del ejército inglés. Tan pronto como termine la unión coercitiva[5] de estos dos países, estallará en Irlanda una revolución social, aunque bajo formas anticuadas. El sistema inglés de gran posesión de tierras, además de perder una fuente importante de sus riquezas, se verá privado también de la fuente más importante de su fuerza moral como representante de la dominación de Inglaterra sobre Irlanda. Por otra parte, al dejar intacto el poderío de sus grandes propietarios de tierra en Irlanda, el proletariado inglés los hace invulnerables en la propia Inglaterra.

En segundo lugar, la burguesía inglesa, además de explotar la miseria irlandesa para empeorar la situación de la clase obrera de Inglaterra mediante la inmigración forzosa de irlandeses pobres, dividió al proletariado en dos campos enemigos. El ardor revolucionario del obrero celta no se une armoniosamente a la naturaleza positiva, pero lenta, del obrero anglosajón. Al contrario, en todos los grandes centros industriales de Inglaterra existe un profundo antagonismo entre el proletario inglés y el irlandés. El obrero medio inglés odia al irlandés, al que considera como un rival que hace que bajen los salarios y el standard of life[*]. Siente una antipatía nacional y religiosa hacia él. Lo mira casi como los poor whites[**] de los Estados meridionales de Norteamérica miraban a los esclavos negros. La burguesía fomenta y conserva artificialmente este antagonismo entre los proletarios dentro de Inglaterra misma. Sabe que en esta escisión del proletariado reside el auténtico secreto del mantenimiento de su poderío.

Este antagonismo se reproduce también al otro lado del Atlántico. Desalojados de su tierra natal por los bueyes y las ovejas, los irlandeses vuelven a encontrarse en los Estados Unidos, en los que constituyen una parte considerable y creciente de la población. Su única idea, su única pasión es el odio hacia Inglaterra. Los gobiernos inglés y norteamericano, es decir, las clases que representan, alimentan estas pasiones con el fin de eternizar la lucha entre las naciones, que impide toda alianza seria y sincera entre los obreros de ambos lados del Atlántico y, por consiguiente, impide su emancipación común.

Irlanda es el único pretexto del que se vale el Gobierno inglés

para mantener un gran ejército permanente, al que, en caso de necesidad, como ha ocurrido ya, se lanza contra los obreros ingleses, después de que este ejército haya adquirido experiencia militar en Irlanda. Finalmente, en Inglaterra se repite ahora lo que se pudo observar en proporciones monstruosas en la Roma Antigua. Un pueblo que oprime a otro pueblo forja sus propias cadenas.

Por tanto, la actitud de la Asociación Internacional en el problema de Irlanda es absolutamente clara. Su primer objetivo es acelerar la revolución social en Inglaterra. Con tal fin es preciso asestar el golpe decisivo en Irlanda.

La resolución del Consejo General sobre la amnistía irlandesa no debe servir más que de introducción a otras resoluciones, en las que se dirá que, sin hablar ya de justicia internacional, la condición preliminar de la emancipación de la clase obrera inglesa es la transformación de la actual unión coercitiva, es decir, del avasallamiento de Irlanda, en alianza igual y libre, si es posible, o en una separación completa, si hace falta.

 



NOTAS

[*] Nivel de vida. (N. de la Edit.)

[**] Blancos pobres. (N. de la Edit.)


[1] La Comunicación confidencial fue escrita por Marx alrededor del 28 de marzo de 1870, al agravarse la lucha de los bakuninistas dentro de la Internacional contra el Consejo General, Marx y sus partidarios. Ya el 1º de enero de 1870, en una reunión extraordinaria del Consejo General se adoptó con ese motivo también una carta circular confidencial de Marx al Consejo federal de la Suiza francesa, donde era grande la influencia de los bakuninistas. El texto de la carta fue comunicado luego a Bélgica y a Francia. La carta circular fue incluida enteramente también en la Comunicación confidencial enviada por Marx, como secretario corresponsal para Alemania, al Comité del Partido Socialdemócrata Alemán.

En la presente edición se publican los puntos 4 y 5 de la Comunicación confidencial, en los que se explica la actitud del Consejo General hacia el movimiento obrero inglés y el de liberación nacional de Irlanda, violentamente criticados por los bakuninistas.

Partiendo de la importancia que tenía a la sazón el movimiento obrero inglés en la lucha común del proletariado internacional y, en relación con ello, la necesidad de que el Consejo General dirigiese sin eslabones intermedios el movimiento obrero inglés, Marx explica en el punto 4 de dicho trabajo por qué razón no convenía crear en Inglaterra, como en otros países, un Consejo federal de la Internacional.

En el punto 5 de ese trabajo, Marx muestra, en el ejemplo de Irlanda e Inglaterra, la relación entre la lucha de liberación de los pueblos avasallados y la revolución proletaria, el papel de las nacionalidades oprimidas como aliados naturales del proletariado.- 184

[2] L'Égalité («La Igualdad»), hebdomadario suizo, órgano de la Federación de la Internacional de la Suiza francesa, se publicó en francés en Ginebra de diciembre de 1868 a diciembre de 1872. Estuvo cierto tiempo bajo la influencia de Bakunin. En enero de 1870, el Consejo de la Federación de la Suiza francesa logró que se apartase a los bakuninistas de la redacción, después de lo cual, el periódico pasó a apoyar la orientación del Consejo General.- 184

[3] The Pall Mall Gazzete («La Gaceta Pall Mall») se publicó diariamente en Londres de 1865 a 1920; en los años 60-70 del siglo XIX, el periódico se atenía a la orientación de los conservadores; de julio de 1870 a julio de 1871, Marx y Engels colaboraron en la rotativa.

The Saturday Review, véase la nota 55 del Tomo II.

The Spectator («El Espectador»), hebdomadario inglés de tendencia liberal, se publicó en Londres desde 1828.

The Fortnightly Review («Revista bimensual»), revista histórica, filosófica y literaria de orientación liberal-burguesa; se publicó bajo ese título en Londres de 1865 a 1934.- 185

[4] La Liga de la tierra y del trabajo fue fundada en Londres con la participación del Consejo General en octubre de 1869. Se incluyeron en su programa reivindicaciones de nacionalización de la tierra, reducción de la jornada de trabajo, sufragio universal y organización de colonias agrícolas. Sin embargo, ya hacia el otoño de 1870 se incrementó en la Liga la influencia de elementos burgueses y, hacia 1872, la organización perdió todo contacto con la Internacional.- 185

[5] Trátase de la unión anglo-irlandesa que entró en vigor el 1º de enero de 1801. La Unión acabó con las últimas huellas de la autonomía de Irlanda, suprimió el parlamento irlandés y condujo al completo sojuzgamiento de Irlanda por Inglaterra.- 186




Escrito: Por C. Marx cerca del 28 de marzo de 1870.
Publicado por vez primera: En Die Neue Zeit, Bd. 2, núm. 15, 1902.
Versión al castellano: Instituto del Marxismo-Leninismo & Editorial Progreso, Moscú.  Traducido del ruso.
Digitalización: Ediciones Bandera Roja.
Fuente: C. Marx & F. Engels, Obras Escogidas (en tres tomos), tomo II, Editorial Progreso, Moscú.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2002.