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V. I. Lenin


Consejos de un ausente




Escrito: En ruso, el 8 (21) de octubre de 1917.
Primera publicación: El 7 de noviembre de 1920 en el número 250 de Pravda, firmado; Un ausente.
Fuente: Traducción al español por la Editorial Progreso publicada en Lenin, Obras Completas, tomo 34 (Editorial Progreso, Moscú, 1985), páginas 393 a 395.
Digitalización: Por el miembro de la Red Vasca Roja, Justo de la Cueva, Iruñea, Nafarroa, Hego Euskal Herria, 14 de junio 1997.
Preparado para el MIA: Juan R. Fajardo, noviembre de 2000.


Escribo estas líneas el 8 de octubre, con poca esperanza de que lleguen a manos de los camaradas de Petrogrado para el 9. Es posible que lleguen ya tarde, pues el Congreso de los soviets de la región del Norte está convocado para el 10 de octubre. Intentaré, sin embargo, acudir con mis "Consejos de un ausente" para el caso de que la acción probable de los obreros y soldados de Petrogrado y de todos sus "alrededores" se realice pronto, pero no se ha realizado todavía.

Está claro que todo el poder debe pasar a los Soviets. Debe ser también indiscutible para todo bolchevique que un Poder proletario revolucionario (o bolchevique, pues hoy es lo mismo), tendría aseguradas las mayores simpatías y el apoyo abnegado de los trabajadores y explotados del mundo entero en general, de los países beligerantes en particular y, sobre todo, entre los campesinos rusos. No merece la pena detenerse en estas verdades, harto conocidas por todos y demostradas hace ya mucho.

En lo que sí hay que detenerse es en algo que seguramente no está claro por completo para todos los camaradas, a saber: que el paso del poder a los Soviets significa hoy, en la práctica, la insurrección armada. Podría creerse que esto es evidente pero no todos se han parado ni se paran a meditarlo. Renunciar hoy a la insurrección armada significaría abjurar de la consigna principal del bolchevismo (¡Todo el poder a los Soviets!) y de todo el internacionalismo proletario revolucionario en general.

Pero la insurrección armada es un tipo especial de lucha política, sometido a leyes especiales, que deben ser analizadas con atención. Carlos Marx expresó esta verdad con mucho relieve al escribir que "la insurrección" (armada) "es un arte, lo mismo que la guerra."

Entre las reglas más importantes de este arte, Marx destaca las siguientes:

1. No jugar nunca a la insurrección y, una vez empezada, saber firmemente que hay que llevarla hasta el fin.

2. Hay que concentrar en el lugar y en el momento decisivos fuerzas muy superiores, porque, de lo contrario, el enemigo, mejor preparado y organizado, aniquilará a los insurrectos.

3. Una vez comenzada la insurrección, hay que obrar con la mayor energía y pasar obligatoria e incondicionalmente a la ofensiva. "La defensiva es la muerte de todo alzamiento armado".

4. Hay que esforzarse por sorprender al enemigo, por aprovechar el momento en que sus tropas estén aún dispersas.

5. Hay que conquistar éxitos cada día (incluso podría decirse que cada hora, si se trata de una sola ciudad) aunque sean pequeños, manteniendo a toda costa la "superioridad moral".

Marx resume las enseñanzas de todas las revoluciones, en lo que a la insurrección armada se refiere, con unas palabras de "Danton, el maestro más grande de la táctica revolucionaria que se ha conocido: de l'audace, de l'audace, encore de l'audace".

Aplicado a Rusia y al mes de octubre de 1917, esto quiere decir: ofensiva simultánea, y lo más súbita y rápida posible, sobre Petrogrado; ofensiva que deberá partir indefectiblemente de fuera y de dentro, de los barrios obreros, de Finlandia, de Reval, de Cronstadt; ofensiva de toda la escuadra y concentración de una superioridad gigantesca de fuerzas sobre nuestra "guardia burguesa" (los cadetes), formada por unos 15.000 ó 20.000 hombres (acaso más) contra las tropas de nuestra "Vendée" (una parte de los cosacos), etc.

Combinar nuestras tres fuerzas principales -la flota, los obreros y las unidades militares- de tal modo que, por encima de todo, podamos ocupar y mantener, cualquiera que sea el número de bajas que nos cueste: a) la Central de Teléfonos; b) la Central de Telégrafos; c) las estaciones ferroviarias, y d) los puentes en primer término.

Seleccionar a los elementos más decididos (nuestras "tropas de choque" y la juventud obrera, así como a los mejores marinos) y formar con ellos pequeños destacamentos destinados a ocupar los puntos más importantes y a participar en todas partes, en todas las operaciones de importancia, como, por ejemplo:

Cercar y aislar a Petrogrado, apoderarse de la ciudad mediante un ataque combinado de la escuadra, los obreros y las tropas; he aquí una misión que requiere arte y triple audacia.

Formar con los mejores obreros destacamentos armados de fusiles y bombas de mano para atacar y cercar los "centros" del enemigo (escuelas militares, centrales de Telégrafos y Teléfonos, etc). La consigna de estos destacamentos debe ser: antes perecer todos que dejar pasar al enemigo.

Confiemos en que, si se acuerda la insurrección, los dirigentes aplicarán con éxito los grandes preceptos de Danton y Marx.

El triunfo de la revolución rusa y de la revolución mundial depende de dos o tres días de lucha.




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