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Escrito: En las segunda mitad de 1899.
Primera edición: En 1925 en la Recopilación de Lenin, t. III, de acuerdo con un manuscrito de mano desconocida.
Digitalización: Ediciones Bandera Roja.
Fuente: V. I. Lenin, Marx, Engels, Marxismo, 1a edición.
Ediciones en Lenguas Extranjeras: Beijing, 1980, págs. 126-132, en versión realizada sobre la base de diversas ediciones en lengua castellana y confrontada con el original ruso.
Esta Edición: Marxists Internet Archive, abril de 2004.
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La socialdemocracia internacional atraviesa en la actualidad por un período de vacilación ideológica. Hasta ahora la doctrina de Marx y Engels era considerada como la base firme de la teoría revolucionaria; pero en nuestros días se dejan oír, por todas partes, voces sobre la insuficiencia y caducidad de estas doctrinas. El que se declara socialdemócrata y tiene la intención de publicar un periódico socialdemócrata debe determinar con exactitud su posición frente a la cuestión que no apasiona sólo, ni mucho menos, a los socialdemócratas alemanes.
Nosotros nos basamos íntegramente en la teoría de Marx: Esta transformó por primera vez el socialismo de utopía en ciencia, echó las sólidas bases de esta ciencia y trazó el camino que había de tomar, desarrollándola y elaborándola en todos sus detalles. Esta descubrió la esencia de la economía capitalista contemporánea, explicando cómo la contratación del obrero, la compra de la fuerza de trabajo, encubre la esclavización de millones de desposeídos por un puñado de capitalistas, dueños de la tierra, de las fábricas, de las minas, etc. Esta demostró cómo todo el desarrollo del capitalismo
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contemporáneo tiende a suplantar la pequeña producción por la grande y crea las condiciones que hacen posible e indispensable la estructuración socialista de la sociedad. Esta nos enseñó a ver, bajo el manto de costumbres arraigadas, de intrigas políticas, de leyes complejas y doctrinas hábilmente fraguadas, la lucha de clases, la lucha entre las clases poseedoras de todo género y las masas desposeídas, el proletariado, que está a la cabeza de todos los desposeídos. La teoría de Marx puso en claro la verdadera tarea de un partido socialista revolucionario: no inventar planes de reestructuración de la sociedad ni ocuparse de la prédica a los capitalistas y sus acólitos de la necesidad de mejorar la situación de los obreros, ni tampoco urdir conjuraciones, sino organizar la lucha de clase del proletariado y dirigir esta lucha, que tiene por objetivo final la conquista del Poder político por el proletariado y la organización de la sociedad socialista.
Y ahora preguntamos: ¿qué aportaron de nuevo a esta teoría aquellos bulliciosos "renovadores", que tanto ruido han levantado en nuestros días, agrupándose en torno al socialista alemán Bernstein? Absolutamente nada : no impulsaron ni un paso la ciencia que nos legaron, con la indicación de desarrollarla, Marx y Engels; no enseñaron al proletariado ningún nuevo método de lucha; no hicieron más que replegarse, recogiendo fragmentos de teorías atrasadas y predicando al proletariado, en lugar de la doctrina de la lucha, la de las concesiones a los enemigos más encarnizados del proletariado, a los gobiernos y partidos burgueses, que no se cansan de inventar nuevos métodos de persecución contra los socialistas. Uno de los fundadores y jefes de la socialdemocracia rusa, Plejánov, tenía completa razón al someter a una crítica implacable la última "crítica" de Bern-
stein[85], cuyas concepciones también reniegan ahora los representantes de los obreros alemanes (en el Congreso de Hannover)[86].
Sabemos que estas palabras provocarán un montón de acusaciones, que se nos echarán encima: gritarán que queremos convertir el partido socialista en una orden de "ortodoxos", que persiguen a los "herejes" por su apostasía del "dogma", por toda opinión independiente, etc. Conocemos todas estas frases cáusticas tan en boga. Pero ellas no contienen ni un grano de verdad, ni un ápice de sentido común. No puede haber un fuerte partido socialista sin una teoría revolucionaria que agrupe a todos los socialistas, de la que éstos extraigan todas sus convicciones y la apliquen en sus procedimientos de lucha y métodos de acción. Defender esta teoría que según su más profundo convencimiento es la verdadera, contra los ataques infundados y contra los intentos de alterarla, no significa, en modo alguno, ser enemigo de toda crítica. No consideramos, en absoluto, la teoría de Marx como algo acabado e intangible: estamos convencidos, por el contrario, de que esta teoría no ha hecho sino colocar las piedras angulares de la ciencia que los socialistas deben impulsar en todas las direcciones, si es que no quieren quedar rezagados de la vida. Creemos que para los socialistas rusos es particularmente necesario impulsar independientemente la teoría de Marx, porque esta teoría da solamente los principios directivos generales, que se aplican en particular a Inglaterra, de un modo distinto que a Francia; a Francia, de un modo distinto que a Alemania; a Alemania, de un modo distinto que a Rusia. Por lo mismo, con mucho gusto daremos cabida en nuestro periódico a los artículos que traten de cuestiones teóricas e invitamos a todos los camaradas a tratar abiertamente los puntos en discusión.
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¿Cuáles son, pues, las cuestiones principales que surgen al aplicar a Rusia el programa común para todos los socialdemócratas? Ya hemos dicho que la esencia de este programa consiste en la organización de la lucha de clase del proletariado y en la dirección de esta lucha, cuyo objetivo final es la conquista del Poder político por el proletariado y la estructuración de la sociedad socialista. La lucha de clase del proletariado se compone de la lucha económica (contra capitalistas aislados o contra grupos aislados de capitalistas por el mejoramiento de la situación de los obreros) y de la lucha política (contra el gobierno por la ampliación de los derechos del pueblo, esto es, por la democracia, y por la ampliación del poder político del proletariado). Algunos socialdemócratas rusos (entre ellos, por lo visto, los que editan el periódico Rabóchaia Misl ) consideran incomparablemente más importante la lucha económica y llegan casi a aplazar la lucha política para un porvenir más o menos lejano. Semejante opinión es profundamente equivocada. Todos los socialdemócratas están de acuerdo en que se debe organizar la lucha económica de la clase obrera, en que en este terreno hay que llevar a cabo una agitación entre los obreros, es decir, hay que ayudarlos en su lucha diaria contra los patronos llamar su atención sobre todos los aspectos y casos de opresión y explicarles de este modo la necesidad de unirse Pero olvidar la lucha política a causa de la lucha económica significaría renegar del principio fundamental de la socialdemocracia del mundo entero, significaría olvidar todas las enseñanzas que nos proporciona la historia del movimiento obrero. Los fervientes partidarios de la burguesía y del gobierno puesto a su servicio intentaron incluso, más de una vez organizar asociaciones de obreros de carácter puramente económico, para desviarlos de esta manera de la "política" y del
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socialismo. Es muy posible que también el gobierno ruso haga algo por el estilo, puesto que siempre ha procurado arrojar al pueblo dádivas insignificantes, mejor dicho, dádivas ficticias, con tal de distraerlo de la idea sobre la falta de derechos y sobre el yugo que padece. Ninguna lucha económica puede aportar a los obreros un mejoramiento estable, ni siquiera puede llevarse a cabo en amplia escala, si los obreros no tienen el derecho de organizar libremente sus asambleas y sindicatos, de editar periódicos propios, de enviar sus mandatarios a las instituciones representativas del pueblo, como sucede en Alemania y en todos los otros Estados europeos (a excepción de Turquía y Rusia). Y para obtener estos derechos es necesario llevar a cabo una lucha política. En Rusia no solamente los obreros, sino todos los ciudadanos se ven privados de los derechos políticos. Rusia es una monarquía autocrática, absoluta. El zar solo es quien dicta las leyes, nombra funcionarios y ejerce el control sobre los mismos. Por eso parece que en Rusia el zar y su gobierno no dependen de ninguna clase y se preocupan por todos en igual medida. Pero de hecho todos los funcionarios son designados únicamente de entre los que pertenecen a la clase de los propietarios y todos ellos están sometidos a la influencia de los grandes capitalistas, quienes hacen de los ministros lo que quieren y obtienen de ellos todo lo que pretenden. Sobre la clase obrera rusa pesa un doble yugo: la expolian y saquean los capitalistas y los terratenientes y, para que no pueda luchar contra ellos, la ata de pies y manos la policía, que además la amordaza y castiga todos sus intentos de defender los derechos del pueblo. Toda huelga dirigida contra los capitalistas tiene por resultado el que el ejército y la policía sean lanzados contra los obreros. Toda lucha económica necesariamente se transforma en una lucha política y la so-
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cialdemocracia debe fundir siempre una y otra en una lucha única de clase del proletariado. El primer y principal objetivo de esta lucha debe ser la conquista de los derechos políticos, la conquista de la libertad política. Si los obreros de Petersburgo, solos, con una pequeña ayuda de los socialistas, supieron conseguir rápidamente del gobierno concesiones tales como la promulgación de una ley sobre la reducción de la jornada de trabajo[87], toda la clase obrera rusa, bajo la dirección única del "Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia", sabrá conseguir, por medio de una lucha tenaz, concesiones de importancia incomparablemente mayor.
La clase obrera rusa sabrá llevar a cabo su lucha económica y política ella sola, incluso en el caso de no recibir ayuda de ninguna de las otras clases. Pero los obreros no están solos en la lucha política. La falta completa de derechos del pueblo y la salvaje arbitrariedad de todos los funcionarios-sátrapas indignan también a todas las personas cultas con un mínimo de honradez y que no pueden reconciliarse con la persecución de toda palabra libre y de toda idea libre; indignan a los polacos, a los finlandeses, a los hebreos y a los adeptos de las sectas religiosas rusas, que sufren persecuciones; indignan a los pequeños comerciantes, industriales y campesinos, que no tienen a quién acudir en busca de defensa contra los atropellos de los burócratas y de la policía. Todos estos grupos de la población, por separado, no son capaces de librar una lucha política tenaz; pero cuando la clase obrera enarbole la bandera de esta lucha, de todas partes le tenderán una mano de ayuda. La socialdemocracia rusa se pondrá a la cabeza de todos los que luchan por los derechos del pueblo, de todos los que luchan por la democracia, y, entonces, ¡será invencible!
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Tales son nuestros principales conceptos que iremos desarrollando sistemática y ampliamente en las columnas de nuestro periódico. Estamos convencidos de que así marcharemos por el camino trazado por el "Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia" en el "Manifiesto" lanzado por el mismo.
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[85] Se refiere al artículo de Plejánov "Bernstein y el materialismo", publicado en julio de 1898 en el núm. 44 de la revista Die Neue Zeit, órgano de prensa de la socialdemocracia alemana. [pág. 128]
[86] Se alude al Congreso de la socialdemocracia alemana de Hannover realizado del 9 al 14 de octubre de 1899. El Congreso adoptó una resolución (La resolución de Hannover) sobre el problema de los "ataques a los conceptos fundamentales y a la táctica del Partido", el principal del orden del día. El examen de este problema y la resolución que sobre el particular se adoptara en el Congreso, se fundaban en el hecho de que los oportunistas, encabezados por Bernstein, se presentaron exigiendo la revisión de la teoría marxista y el nuevo examen de la política y la táctica revolucionarias de la socialdemocracia. En la resolución adoptada por el Congreso, se rechazaron las exigencias de los revisionistas, pero no se criticaba ni se desenmascaraba al bernsteinianismo. [pág. 128]
[87] Se alude a la Ley del 2 (14) de junio de 1897. El gobierno zarista se vio obligado a promulgar la ley bajo la presión del movimiento obrero,
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dirigido por la "Unión de Lucha por la Emancipación de la Clase Obrera" leninista. La ley establecía la jornada de once horas y media en las empresas industriales y en los talleres ferroviarios. Antes de esta ley, la jornada laboral en Rusia era ilimitada y llegaba hasta 14-15 horas. Lenin analiza y critica detalladamente dicha ley en su folleto La nueva ley fabril. (Obras Completas, t. II.) [pág. 131]