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Redactado: En enero-febrero de 1932, como parte de un manifiesto emitido desde la clandestinidad bajo
perscución
por la dictadura del Gral. Sánchez Cerro.
Publicación primera: Como parte del “Manifiesto de 1932” que circuló en forma de pamfleto en el Perú en 1932.
Éste luego apareció en
Repertorio Americano, XXIV, no. 14 (23 de abril de 1932), 217-219; no. 15 (30 de abril 1932), 234-236;
y no. 16 (7 de mayo de 1932), 244-246; y en V. R. Haya de la Torre, Construyendo el Aprismo (1933).
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2002. El título que aparece arriba es nuestro.
Mil veces ya hemos ratificado esta declaración terminante:
el aprismo no es comunismo. Y no es comunismo, no porque los apristas lo
declaremos. Nuestra afirmación esta fundada en
el propio Marx. El comunismo científico, no el
primitivo de los pueblos primarios ni el utópico
y verbal de los fantaseadores revolucionarios, es
una etapa social y económica posterior al industrialismo
capitalista. La gran industria crea al
gran proletariado, y cuando éste ha evolucionado suficienteinente
hasta alcanzar un alto grado
de conciencia y de cultura, es que el comunismo
es posible. Del examen realista de nuestras
clases sociales ... hemos llegado a la conclusión de que
nuestro proletariado es incipiente como incipiente
es nuestra industria. Hemos visto también que
nuestro proletariado no es el proletariado manufacturero
de los paises verdaderamente industriales. Nuestra industria
es mayormcnte extractiva, de materia prima o medio elaborada.
Consecuentemente, el grado de progreso cultural de
nuestro proletariado es menor, es más lento que
el de los proletariados de la gran industria, que
"forjan la máquina" y producen la manufactura. Un pueblo
es verdaderamente industrial "cuando produce los instrumentos de
producción", cuando hace la máquina, quando extrae
y utiliza el hierro. Nuestros pueblos importan la
máquina, nuestro proletariado aprende a manejarla,
pero no puede forjarla. Por eso, nuestro industrialisino
es económicamente colonial e incipiente y nuestro proletariado
como clase no puede gobernar aún.
De otro lado, la industrialización del país de que hablaba en sus
discursos el señor Leguía y que hoy repiten muchos de nuestros viejos
políticos, resulta una vana palabra. Industrializar el Perú, cómo Estados
Unidos, Inglaterra, Alemania o el Japón, ha de ser por varias edades imposible.
Imposible aún cuando imperara el socialismo en el mundo. Porque la competencia
y la superproducción industrial de hoy no lo permiten; porque el costo de
producción de una industria manufacturera en el país no tolerarïa concurrir con
la de los países que han alcanzado un alto grado de evolución económica, social
y técnica. Y aún cuando el socialismo fuera el sistema económico mundial,
superindustrializar a nuestros pueblos sería retornar a la "anarquía de la
producción" que es el término científico de Marx para señalar como
origen de las crisis del capitalismo el afán de producir excesivamente, bajo el
empuje de la competencia, más de lo que el consumo del mundo necesita o puede
absorber.
Los apristas hemos sostenido y sostenemos también que la realidad de Rusia no es
la realidad del Perú. La posiciön, extension y aislamiento geográfico de Rusia, su estupenda
riqueza en productos naturales, su grado anterior de evolución industrial manufacturera
y la característica psicológica de su pueblo, han permitido el gigantesco y
transcendental experimento que hoy realiza cuyo resultado es aventurado prever, pero cuya
importancia es absurdo desconocer. Sin embargo, expresivo de la complejidad
de los fenómenos económicos y sociales, aún en los pueblos que han alcanzado un alto
grado de industrialización, el hecho histórico de que naciones
más avanzadas que Rusia por su industrialismo, con
prolrtariados que confinan númericamente
con la mayoría de su población total, con problemas
gravísimos de desocupación y crisis
financiera, que están vecinos a Rusia, comb Alemania
o cercanos a ella, como Inglaterra, no hayan
seguido el camino de la revolución. Si hemos de
aceptar con Marx el determinismo histórico, no
es posible dejar de reconocer la trascendencla
de experiencias tan palmarias ni olvidar que implican
lecciones importantísimas para la apreciación de realidades
como la nuestra.
Los mismos comunistas están seguros de la
imposibi1idad de implantar inmediatamente el
sovietismo nuestros paises. En un libro
interesante del escritor colombiano Cuadros Caldas,
soldado de la revolución mexicana y observador
realista de los fenómenos de nuestra América, se
analizan las profundas diferencias entre el aprismo
y el comunismo y se cita, de un editorial del
diario del Partido Comunista Francés "L'Humanité", la
opinión de los comunistas europeos sobre nuestra América.
En esa cita se reconoce de acuerdo con el marxismo, que los
pueblos latinoamericanos no están listos para el comunismo
y deben cumplir previamente su "etapa democrática de evolución
política". (Véase el libro El comunismo criollo por J. Cuadros
Caldas, México, 1930)
De otro lado, son bien conocidas las campañas del
comunismo contra el APRA. Mientras el
aprismo quiere "cumplir la etapa democrática",
organizar constructivamente el Estado, educar,
mejorar, defender y capacitar a las clases productoras del país, el comunismo propugna la
"agitación permanente" entre los obreros de las
industrias extractivas, para entorpecer la producción y
favorecer el progreso de las industrias
similares en Rusia. El azúcar, el algodón, el
petróleo, etc., latinoamericanos compiten en los
mercados mundiales con los de Rusia. Contribuir
a su no producción en paises como el nuestro
es favorecer la producción rusa. Por más que
sepamos que todas esas industrias en el pais
pertenecen casi totalmente a manos extranjeras y
dejen muy poco al Perú, debemos tener en cuenta
que el resultado inmediato del plan comunista sería la
miseria de nuestra población laborante sin expectativas
inmediatas de mejoramiento por no estar preparada para controlar
la producción y gobernar el Estado por si misma,
cömo hemos demostrado.
Esta profunda diferencia entre el comunismo
criollo -cuya propaganda ha ayudado El Comercio-
y el aprismo, es bastante para demostrar nuestra
definida posición frente al comunismo, y a la labor negativa y
odiosa de sus malos agentes en países como el nuestro,
atentatoria contra la vida y progreso de las mismas
clases que pretende defender. For eso hemos
visto que mientras El Comercio y los representantes
del civilismo en la Constituyente, invocan a
los comunistas criollos para atacar al aprismo,
nuestro Partido -Consciente de su misión defensora del pueblo-
es blanco de los odiosos ataques de esa alianza inexplicable.
El Partido Aprista Peruano ha recogido desde
la iniciación de su labor política en el país, la
sincera invocación de José Carlos Mariátegui, que
en una época militó bajo las banderas del aprismo:
"Peruanicemos el Perú". Peruanizarlo es
nacionalizarlo en el sentido integral y elevado del
concepto. Es luchar por que sea nación libre y
justa. Y no podremos peruanizar el Perú mientras
las grandes mayorías de los peruanos vivan
en la ignorancia y en la miseria. No podremos
peruanizarlo sin acometer humana y cientificamente
la redención, del indio. No podremos peruanizarlo
mientras vivamos en pleno coloniaje económico, hipotecando
día a día nuestras fuentes de riqueza a cambio de empréstitos ruinosos.
No podemos peruanizarlo mientras el Estado
sea instrumento de opresión y abuso y botín de
riqueza de unos cuantos.
Por la peruanización auténtica e integral del
Perú, lucha el Partido Aprista Peruano. Sin apartarse
de la visión del mundo, sin desestimar ninguno
de sus grandes fenómenos económicos, sociales
y políticos, el aprismo aspira a una obra
do verdadero nacionalismo. Nacionalismo esencial
y moderno quc no excluya su sentido social
y humano. Nacionalismo basado en el hijo de
la Nación que trabaja, que la sirve, que la
integra. Por eso somos el Partido de las mayorías
nacionales de las grandes masas de peruanos
que anhelan hacer valer su derecho a la vida
civilizada, que debe ser para un pueblo garantía
de progreso material y cultural.
El llamado del aprismo en nombre de la peruanización del Perú,
no es una vana palabra. Es un esfuerzo concreto y realista cristalizado en
un programa afirmado en principios científicos. No importa que la tarea que ese
programa imponga sea vasta y compleja. Lo que importa es, que sea
realista y posible si hay fe y decisión
para emprenderla. No importa que en la aplicación de nuestro
plan haya que rectificarse por
que las rectificaciones a que obliga la realidad
son nuevas experiencias aprovechables y hasta
necesarias a toda obra política y social que
no caiga en el utopismo. Lo que importa es que la
obra de reconstrucción que el Peru necesita, tenga
una línea directiva, una orientación, un sentido. Nuestro
Partido ha sabido darlos sin negar, ni antes ni hoy, la colaboración
de todo aquel que pueda coadyuvar a nuestra obra con
capacidad y con honradez.
Nosotros aspiramos a la máxima justicia y
al máximo bien, pero no confundimos la gran
aspiración ideal con el paso difícil que impone
el largo camino para alcanzarla. No pretendemos
que la tarea del aprismo sea definitiva y eterna.
Podrá superarse y debe superarse. Creemos sí, que
en nuestra generación y en nuestra época,
el aprismo ha señalado ya una misión y un camino.
Para esta obra esforzada y salvadora, hemos fundado
un Partido en el que sólo no tienen cabida quienes
sean incapaces de sacrificarlo todo por la causa
del nuevo Perú. Nuestra disciplina, nuestra
organización, nuestra unidad, nuestro absoluto
desinterés personal, son medios morales de educación
individual, social y política, absolutamente
necesarios en un pueblo como el nuestro al que
faltó siempre el ejemplo saludable de directores
preclaros. Porque es necesario repetirlo:
tan importante como la obra de reorganización
material del país, consideramos la de su
moralización. Una y otra están relacionadas. Los
mejores programas económicos y politicos fracasarían
sin una enérgica tentativa para la educación
moral del Perú. Ambos son para nosotros
primordiales. Por eso, al mismo tiempo que hemos
formulado un programa completo de reorganización
económica y politica, ofrecemos en las
filas de nuestro Partido la escuela de austeridad
y de sacrificio que lo harán posible. Así
marchamos hacia la "Peruanización del Perú".
Ante la Nación y ante el Partido, he de
ratificar fervorosamente nuestra gran palabra de
orden: "Sólo el Aprismo salvará al Perü". Que
ella sea testimonio de nuestra convicción indeclinable
de militantes políticos y aliento a nuestra
decisión de continuar luchando por la causa
sagrada de la salvación nacional. Que en medio
del ambiente sombrío que domina a la república
por la instauración de una nueva tiranía, resuene
como una gran clarinada de optimismo. Desde
el destierro y desde las prisiones, han de
repetirlo nuestros hermanos de lucha. De todos los
ambitos del Perú ha de resonar virilmente en
su grito multánime de segura esperanza.
Causa de justicia, la persecución y la calumnia
sólo hacen más firme y más gloriosa la causa
del aprismo. El pueblo, que según las profundas
expresiones do Bolívar, “siempre es más sabio que
todos los sabios" y es "fuente de toda legitimidad
que mejor conoce, con una luz verdadera, lo que es
conveniente y lo que es justo",
el pueblo que "es único soberano", está con nosotros.
Porque su causa es nuestra causa. Porque
su dolor es nuestra bandera. Porque su anhelo
profundo de renovación es el perenne acicate de
nuestra lucha.
Y una vez más he de decirlo, como soldado
de esta gran cruzada nacional que avanza hacia
la conquista de un Perú renovado por la obra
empeñosa de sus hijos que trabajan: nuestro
Partido no excluye de sus rangos a nadie que esté
listo al servicio sacrificado y altruista del país.
Sólo no caben en él los egoísmos y los traficantes,
1os fariseos de la democracia V los sórdidos
servidores del despotismo y la injusticia.
¡Sólo el Aprismo salvará al Perú!
EL APRISMO NO ES COMUNISMO
"PERUANICEMOS EL PERU"
SOLO EL APRISMO SALVARA AL PERU