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Los líderes de la minoría
todavía no han respondido a uno solo de nuestros argumentos teóricos
o políticos. La inconsistencia de sus propios argumentos ha sido
desenmascarada por los escritos de la mayoría. Ahora, los líderes
de la oposición parecen haber adoptado la táctica de la guerra
de guerrillas: es el destino de muchos ejércitos derrotados. El
camarada Goldman caracteriza muy bien el nuevo método de la oposición
en su circular del 12 de febrero. Uno de los ejemplos más curiosos
de esta nueva táctica es el ataque del camarada McDonald a mi artículo
en el Liberty. No encuentra en ese artículo un análisis del
carácter contradictorio del Estado soviético y del "papel
progresista" del Ejército Rojo. Con la misma lógica que muestra
en los editoriales, de la Partisan Review o en su análisis del levantamiento
de Kronstadt, descubre que soy, "en realidad", un oposicionista, un partidario
de Schatman o de McDonald, por lo menos cuando hablo para la prensa burguesa,
y que mis declaraciones en contra las hago sólo en los boletines
internos, con el único propósito de ayudar a Cannon. Si quisiera
exponer el descubrimiento de McDonald de forma articulado, diría:
cuando Trotsky quiere adaptarse a la opinión pública burguesa,
agradar a los lectores de Liberty, escribe como Schatman, incluso como
McDonald; pero, dentro del partido, se vuelve terriblemente anti-minoritario.
La Partisan Review está muy interesada por el psicoanálisis,
y me permito decirle a su editor que, si se analizase un poquito, se daría
cuenta de que ha descubierto su propio subconsciente.
La minoría, sin que nadie
se lo pida, analiza en cada artículo y en cada discurso la naturaleza
contradictoria del Estado soviético y el papel contradictorio del
Ejército Rojo. Lo que les preguntamos es si entienden esta naturaleza
y este papel, y si aplican adecuadamente este conocimiento a la práctica.
Mi artículo estaba dedicado a Stalin y no a la naturaleza del Estado
soviético. La prensa burguesa mejicana había publicado una
nota anónima en la que se afirmaba, "de fuentes cercanas a Trotsky",
que yo apruebo la política internacional de Stalin y estoy buscando
reconciliarme con él. No sé si han aparecido notas de este
tipo en la prensa americana. Pero es claro que la prensa mejicana no hace
más que repetir, a su manera, la acusación de McDonald y
Compañía de que estoy capitulando ante el stalinismo. Para
prevenir este mal uso de una discusión interna por parte de la prensa
burguesa, consideré conveniente dedicar mi artículo en Liberty
a denunciar el papel de la política internacional de Stalin y no
al análisis sociológico de la naturaleza del Estado soviético.
Escribí lo que consideré más urgente. La política
no consiste en decir cada vez todo lo que uno sabe, sino en decir en cada
ocasión justo lo necesario. Posiblemente, coincidí con algunas
afirmaciones de la oposición, pero seguramente estas afirmaciones
de la oposición no hacían sino repetir pensamientos míos,
expresados cien veces antes de que McDonald apareciese en nuestro horizonte.
Pero pasemos a temas más
serios. La carta que me ha escrito el camarada Abern enuncia claramente
su deseo de escisión. La justificación que da es a la vez
lamentable y escandalosa; son las palabras más moderadas que se
me ocurren. Si la "pandilla de Cannon" consigue la mayoría en el
congreso, sabe usted, convertirán a Abern y sus amigos en ciudadanos
de segunda categoría. Por lo tanto, Abern prefiere tener su propio
estado, en el que será, como Weisbord, Field y Oehler, el primero
entre los ciudadanos de primera. ¿Quién decide los puestos
de los distintos "ciudadanos" dentro del partido. El mismo partido. ¿Cómo
toma una decisión el partido? A través de la discusión
libre. ¿Quién ha iniciado esta discusión? Abern y
sus socios. ¿Se les ha impedido usar su pluma o su lengua? En absoluto.
Pero no han conseguido, a juzgar por la carta de Abern, convencer al partido.
Peor todavía: se han desacreditado ellos mismos a los ojos del partido
y de la Internacional. Es lamentable, porque son elementos valiosos. Ahora
podrían rentabilizar la autoridad adquirida mediante un trabajo
serio y constante en el partido. Eso lleva tiempo, paciencia y firmeza.
Pero parece que Abern ha perdido toda esperanza de convencer al partido
basado en los principios de la IV Internacional. La tendencia escisionista
es una especie de deserción. Por eso es tan lamentable.
¡Pero también es escandaloso!
El "leit motiv" es el desprecio de los pequeñoburgueses hacia la
mayoría proletaria: tan magníficos escritores, oradores,
organizadores como somos, y esta gentuza inculta no sabe apreciarnos en
nuestro justo valor. ¡Construyamos nuestra propia liga de almas elevadas!
En la III Internacional, insistimos
siempre en ser una tendencia o una fracción. Nos persiguieron, nos
privaron de los medios legales de expresión, nos calumniaron; en
la URSS detuvieron y fusilaron a nuestros camaradas, y, a pesar de ello,
nunca quisimos apartarnos de los trabajadores. La IV Internacional es la
única organización revolucionaria honrada en todo el mundo.
No tenemos una burocracia profesional. Nuestro "aparato" no tiene medios
de coerción. Se decide cada asunto y se aprecia a cada camarada
a través de la más completa democracia de partido. Si la
mayoría está equivocada, la minoría puede, poco a
poco, irla educando. Si no es antes del próximo congreso, puede
ser después. La minoría puede atraer nuevos miembros al partido
y transformarse en mayoría. Sólo hace falta un poco de confianza
en los trabajadores y confianza en que los trabajadores llegarán
a confiar en los líderes de la oposición. Pero esos líderes
crean en su propio medio una atmósfera de impaciencia histérica.
Se adaptan a la opinión pública burguesa, pero no quieren
adaptarse al ritmo de desarrollo de la IV Internacional. Su impaciencia
tiene un carácter de clase, es el reverso de su desprecio de intelectuales
pequeñoburgueses hacia los trabajadores. ¡Esta es la razón
de que la tendencia escisionista capitaneada por Abern sea tan escandalosa!
Las apreciaciones y la perspectiva
del camarada Abern se basan en el odio. Y el odio personal es, en política,
un sentimiento abominable. Estoy seguro de que todo miembro sano de la
oposición rechaza la actitud de Abern y su intento de escisión.
¡Volved al partido, camaradas! El camino de Abern es un callejón
sin salida. No hay otro camino que el de la IV Internacional.
Leon Trotsky Coyoacan, D. F.
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