Salvador Allende

¿Caerá Allende? Entrevista del periodista español José A. Gurriarán


Pronunciado: El 30 de noviembre de 1972.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 5 de febrero de 2016.


Vive el Presidente de la República de Chile en la calle de Tomás Moro, 200, barrio residencial de Providencia y con el fondo de las primeras estribaciones de la cordillera pelada y cubierta de nieve. Vive en una casa blanca, ni la más grande, ni la más pequeña del barrio, con techo de tejas forjado, muy español. Vive con su esposa Hortensia Bussi, doña Tencha, aquella jovencita que estudiaba Historia y Geografía en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, atractiva, de ojos negros y vivos. A la casa llegan casi todos los días las tres hijas del matrimonio, Carmen Paz, Beatriz y María Isabel, que han compartido en un hogar unido, a modo de clan, los problemas sociales y políticos de Chile. Merodea por el jardín un hermoso ejemplar de can, Chegual, que según unos en mapuche quiere decir “buen animal” y, según otros “gallina”.

Y hay a la derecha de la casa un pequeño campo para aterrizaje de helicópteros, la antena de una radioemisora y un campo de deportes donde hacen gimnasia o juegan al fútbol 25 muchachos del MIR y las Juventudes Nacionales Socialistas que formaban en aquel momento (de hecho en la actualidad la siguen formando), una guardia personal adicta y que se dejaría matar por el “Compañero Presidente”. Un Carabinero de paisano entrena a un perro policía y, fuera del muro que rodea la finca, media docena de Carabineros uniformados montan guardia con sus metralletas en bandolera.

No es una vigilancia excesiva para un Presidente amenazado de muerte, punto de mira de tantos que quieren acabar con su vida y que ha sido objeto de dos atentados, el último de los cuales lo repelió él mismo a tiros de pistola, pues tenía como único vigilante de su casa a un Carabinero con la orden de no disparar. Como el grupo era numeroso con objeto de hacerles creer que contaba con una eficaz defensa vació el cargador de la pistola al aire, e hizo huir a los asaltantes. El primero de los atentados, quedó en un fracasado intento y tuvo lugar once días después del 4 de septiembre, cuando el Presidente electo se dirigía a Concepción en su coche negro, con otros dos vehículos de escolta. Doscientos kilómetros al sur de Santiago, los miembros de la caravana pararon a comer en una hospedería. Un rico terrateniente de la región, cuya finca había de ser expropiada más tarde, fue rápido a la cercana ciudad de Curicó y con un grupo de terroristas organizó el atentado: llevaban una buena carga de explosivos que colocarían bajo el río Teno y que harían explotar en el momento en que lo cruzara el coche de Allende. Afortunadamente para este último, el comando derechista no tuvo tiempo de colocar los explosivos y fueron descubiertos. A partir de entonces el Partido Socialista se encargó de organizar la vigilancia de Allende, procurando más adivinar los pasos de sus enemigos, y abortar los atentados antes de que tuvieran tiempo de prepararlos, que rodearlo de una abundancia de “gorilas” que él no deseaba.

Uno de los jóvenes, supongo que mirista, después de hablar con el edecán del Presidente, nos pasa a una terraza cubierta por enredaderas, limoneros, palmeras y balanceada sobre una fuente que vierte agua intermitentemente. La puerta, abierta, comunicaba con un hall pequeño y sencillo, con las paredes cubiertas de cuadros modernos y figurillas de greda, acaso de las que laboran los hábiles artesanos de Pascua, escalonadas en estantes. Allende y su esposa coleccionan estas figuras.

Me acompaña Carlos Jorquera, jefe de prensa del Presidente y que meses después dejaría el cargo para trasladarse a Cuba. Me presenta a un hombre que también espera entrevistarse con Allende: Hernán Santacruz, representante de Chile en Ginebra. Dice el embajador que sus antepasados procedían de Soria, ciudad y provincia que conoce perfectamente, que ha visitado el verano pasado Don Benito, Corcuera y Villanueva de la Serena, los tres pueblos extremeños que se disputan ser lugar de nacimiento de Pedro Valdivia, el fundador de Santiago.

-El ministro de Asuntos Exteriores Español, señor López Bravo, tuvo gran éxito aquí dice Hernán Santacruz- ¿Sabe que el Presidente se presentó, sin protocolo en una reunión por deferencia a él? López Bravo es un hombre muy simpático y muy inteligente.

Me fijo en la casa. Es sencilla. Pasaría inadvertida en Provincia, si no fuera que en ella vive el Presidente. Mucho más amplia y con mejor jardín que la que posee en Guardia Vieja, donde vivió hasta la toma de posesión. Allende es un hombre de la clase media, ni rico ni pobre. Su renta era, hasta noviembre de 1970, la de un senador y Presidente del Senado. Suficiente para vivir bien, pero no como para hacerse millonario. Hernán Amaya, hasta hace poco encargado de Prensa en la Embajada de Chile en Madrid, me dijo algo que puede parecer increíble, pero que es una realidad: -El Presidente de Chile gana poquísimo dinero.

Veinticinco mil escudos al mes, “ganan ustedes más que el Presidente. Bueno a mí me pagan la bencina del coche” dijo hace pocos días Allende a los trabajadores de Sumar.

Mira, nuestro amigo Couceiro, el corresponsal de EFE en Santiago, cobra el doble que él.

Y no lo dijo porque Couceiro tenga un sueldo privilegiado, sino para hacerme ver la modestia de la renta presidencial.

Chico Lagos, el hombre que ha hecho con la cámara fotográfica al hombro las cuatro campañas presidenciales, habla de las aficiones del Presidente: “hay que ser harto gallo para ganarle al ping-pong”. Hace gimnasia y yoga. Antes de ganar las elecciones comentaba: “Hago deporte para seguir manteniendo la línea política”. Le gusta ir al cine a películas poco complicadas.

Hace una semana una revista reproducía los gustos de Allende, en este punto. Decía, “prefiero una película descansadora, con hartas balas, sea de vaqueros o policial…”

Chico Lagos no puede continuar la serie de anécdotas de tantas campañas presidenciales, me dice:

-Ya viene el Chicho.

Y se presentó Allende, sin protocolo, con una chaquetilla de lana azul, jersey gris y las mismas botas de ante que le vi en la rueda de prensa.

-Chico Lagos, ¿cuándo vas a hacer el milagro de “tomarme” buen mozo? Hace 30 años que trabaja conmigo.

En todos los peligros, en todas las campañas, en la buena y en la mala. Lo único que nos ha faltado es recorrer el país a lomos de un burro.

-Tengo una foto de usted en la que está como cualquier cuatrero -le dijo su fotógrafo.

Allende ríe abiertamente. El embajador, Santacruz, nos deja cuando comienza la entrevista.

En Chile no se habla de otra cosa que de la inmediata visita de Fidel Castro. Un periódico de la oposición ha llegado a señalar un edificio, en el que residirá el político cubano y que será guardado “como una fortaleza, con policías, perros y reflectores…”. Las últimas noticias aseguran que el avión de Fidel tomará tierra en un aeropuerto del Norte, probablemente en el de Antofagasta.

-La prensa de todo el mundo habla de la inminencia de la llegada de Castro a este país. Hay ya en Santiago enviados especiales de diferentes medios informativos, a la espera del líder cubano. En Antofagasta, además de medio centenar de periodistas, se encuentran los enviados de las cadenas de televisión norteamericanas. ¿Es cierto que llegará uno de estos días?

-No, ahora no hay posibilidad.

-¿Lo ha invitado usted?

-Yo lo he invitado, pero estos días no vendrá. Voy a hablar con usted con franqueza infinita. La venida de Fidel la conocerá con tiempo el pueblo de Chile. ¿Cuándo? Yo se lo voy a decir. Fidel vendrá entre julio y agosto o quizás, incluso más tarde.

-Usted habla siempre de su amistad personal con Castro, al que conoció el 20 de enero de 1959, quince días después de que él entrara en La Habana. Dice que le ha sorprendido su gran humanidad, su inteligencia, su labor en pro de Cuba. También está orgulloso de su amistad con Ernesto Che Guevara y con Ho Chi Minh, al que conoció unas semanas antes de su muerte. En su despacho tiene las fotos de ambos y el segundo ejemplar del Diario de guerrillas, dedicado por el Che: “A Salvador Allende, que por otros medios, trata de conseguir lo mismo. Amistosamente. Che Guevara”. El viaje de Fidel, el respeto y cariño que usted siente por Cuba y sus dirigentes, ¿quiere decir, como aseguran, que Chile se convertirá en un segundo Cuba?

-Las diferencias entre Cuba y Chile son muy definidas y claras. Fidellfeg6 al poder después de una guerra civil y nosotros por los cauces Legales, en un país que tiene una larga tradición democrático-burguesa, y donde el Congreso lleva más de cien años funcionando sin interrupción. Nosotros ya hemos dicho que hemos elegido el camino chileno al socialismo, por los cauces electorales legales y usted habrá comprobado hasta qué punto se respeta en Chile la Constitución y la libertad…

-…Puedo decirle que me ha sorprendido la libertad de prensa que se respira hasta el punto de que raro es el día en que el “Compañero Presidente” no es objeto de críticas abundantes, unas lógicas, al partir de la oposición; otras, feroces, y que se extienden al terreno personal. Algunos temen que sea eliminada la libertad de prensa. Aseguran que usted la irá recortando, poco a poco…

-Hemos dicho que respetamos la Constitución y la ley. Constitución y ley dictadas por una mayoría que representa todavía en el Parlamento sectores de la burguesía nacional. Pero es un derecho de los chilenos a la libertad de opinión, de reunión y de crítica y nosotros la vamos a respetar: eso sí al mismo tiempo pensamos que los periodistas de izquierda han hecho bien al cohesionar su trabajo para esclarecer y señalar, a mí de formar una conciencia, como el periodismo objetivo, propiamente tal, no existe en gran medida, ya que los medios de difusión pertenecen a sectores vinculados a la industria, a la banca, al latifundio. Nosotros no negamos la importancia del diario El Mercurio, y yo, que durante 30 años, he recibido los implacables ataques de El Mercurio puedo señalar que forma parte de uno de los grupos y uno de los clanes más poderosos de Chile; entonces es lógico que por muy objetivo que quiera ser El Mercurio priven los intereses que representa, que son los intereses de los dueños del periódico. Y los dueños de El Mercurio saben que, con el gobierno popular no sólo sus bancos, sino que algunas de sus industrias van a pasar al Estado. Por tanto nosotros entendemos bien que El Mercurio no nos aplauda, y si nos aplaudiera, nos crearía un serio problema de conciencia. El exceso de tolerancia nos ha llevado a permitir por ejemplo (esta palabra la pronuncia Allende, muy a la chilena), que una radio que tenía su concesión caducada hace dos años, la dejaremos seguir transmitiendo y emitiendo opiniones y juicios non sanctos contra el gobierno. Esa radio pertenece a un industrial poderosísimo que, además, no es chileno; pero como nosotros somos hombres bastante demócratas nos damos el lujo de permitir que hasta un extranjero use medios de difusión para defender sus intereses atacando al gobierno, porque también ese industrial sabe que su empresa la vamos a estatizar. Como yo soy médico, comprendo que hay estados preagónicos que psicológicamente me explico.

-Al decir “estado preagónico”, ¿se refiere también a la oposición?

-No; me refiero a un sector monopolista. Usted sabe que en el programa de la Unidad Popular yo hablé de que habrá un sector llamado de capital social formado por empresas tales como la Empresa Nacional de Petróleos (Chile se autoabastece con el petróleo que sale en sus tierras), la Empresa Nacional de Electricidad, CAP, compañía que ahora nosotros controlamos totalmente porque hemos comprado las acciones privadas chilenas y norteamericanas; Soquimich, empresa química nacional minera, y aquellas otras, que siendo monopolio, íbamos a adquirir. Entonces, para hacer más fácil la comprensión de nuestro pensamiento, yo he sostenido que ese sector sabía perfectamente bien que estaba en estado preagónico, en el sentido de que sabían que sus empresas iban a formar parte del capital que nosotros llamamos social, lo cual no significa usurpación, ni significa no entrar con ellos en un trato conveniente para pagarles en un plazo prudente lo que, en realidad, sus inversiones valen. Además, es fundamental que nosotros vamos a poner nuestras manos en esas empresas porque de ellas dependen nuestras medianas empresas y pequeñas que durante muchos años han sufrido prácticamente la presión de estos monopolios.

Las palabras le fluyen con facilidad. Es hombre de párrafos largos, que acaban su pensamiento y dejan claros los conceptos. Es un conversador y en ello se le notan los muchos años de congresista. No es de oratoria rimbombante, como Alessandri padre, que usaba conceptos castelarianos como se llegó a demostrar. Allende, sin ser un orador popular a lo Castro, llega al pueblo, por sus frases directas, sin retoricismos y porque insiste y da vueltas sobre las mismas ideas. En una entrevista es necesario interrumpirle, porque si no se convierte en un largo monólogo y pueden quedar muchas preguntas en el tintero…

La frase, como su comportamiento político, le aparentan hombre de hábiles sutilezas. La nacionalización de la banca, a base de comprar las pequeñas acciones -966 millones de pesetas había empleado, hasta el mes de mayo la Corporación del Fomento, en esa operación y controlaba ya la mayoría: el 53,2 por ciento de su capital-, sin tener que entrar por los estrechos y difíciles cauces del Congreso, fue una operación silenciosa, como un ataque sorpresa, por donde menos lo esperaban. Un día Chile amaneció con la banca en poder del Estado. El Banco Central controlaba la mayoría. Allende no había dudado de que el Congreso, de corte burgués, hubiera demorado y rechazado la nacionalización.

-¿Es difícil lo que se propone, es decir, cumplir el programa de la Unidad Popular?

-Yo quiero conversar con usted, como conversé siempre, sobre todo, con los periodistas españoles, porque la mayoría de ellos han sido muy amplios con nosotros, la mayoría han entendido la posición chilena. Por ejemplo puedo decir que el número extraordinario que hizo Índice, a raíz de mi triunfo, dedicado a Chile, es lo mejor y más completo que se ha escrito del país, de la Unidad Popular y de nuestro intento. Creo que España, es el país de Europa donde hemos encontrado más amplia comprensión. Claro que hay vínculos permanentes, fluye la historia, la sangre tira ya los toreros, en el redondel y en la política, ustedes los admiran. Por eso le digo que con usted soy muy claro: es bastante difícil la tarea que tiene este gobierno.

Hacer cambios estructurales, herir intereses, preservando absolutamente los derechos, no sólo de información y de crítica, sino de oposición, que llega a veces a hacer una oposición deliberadamente política, no una oposición constructiva. Todo ello hace que la tarea que tenemos por delante tropiece indiscutiblemente con dificultades, que sea no difícil, sino extraordinariamente difícil. Por otra parte, hay un sector que todavía está atemorizado; me refiero al sector industrial. A este sector tenemos que demostrarle que la política que estamos realizando a ellos les favorece.

-Dice usted que les favorece, pero que es evidente que hay una desconfianza de sectores industriales de la pequeña y mediana empresa. Más, por supuesto, de la gran empresa. ¿De qué manera se les ayuda en el desarrollo de sus empresas…?

-Ya he hecho referencia al interés del dinero. Hemos buscado el camino de firmar líneas de crédito con ellos, lo cual garantiza que coloquen su producción. Pondré un ejemplo: los sectores de electrodomésticos, lo que se llama aquí la “línea blanca”. Íbamos a construir nosotros este año 80 mil casas. Nosotros les hemos dicho: el gobierno comprará 100 mil laboratorios de tal manera que esta gente tenga la seguridad de una producción con salida. En la fundición, hemos tasado con ellos tres mil quinientos vagones de ferrocarril. Eso significa mover nosotros la producción, mover una serie de industrias relacionadas con la fundición y significa trabajo, para un plazo bastante largo, para este tipo de empresarios. De la misma manera estamos buscando la forma de entendernos con otros sectores de la producción.

Ustedes han visto, en la prensa, que yo contesté a una carta que me dirigiera el Presidente de la Cámara de la Construcción. De igual manera, tiempo atrás y públicamente, le hemos enviado una carta a la Organización Gremial de los propietarios agrícolas.

-En lo que se refiere a salarios, ha habido problemas, en algunas empresas. Por ejemplo los llamados “mineros privilegiados” que cobraban de los dólares americanos quieren aumentos muy superiores, a los del sector salitrero, más humilde en sus peticiones y sacrificado. ¿Cómo explica los problemas salariales y paros de algunas industrias cupríferas?

-Hay dificultades por sectores, como le he venido señalando, pero además están las que nacen de la incomprensión de algún sector de trabajadores, propiamente hablando. Vea usted: nosotros, en la ley llamada de Reajuste, establecimos un 35 por ciento como reajuste máximo para el sector público y elevamos un poco más aquellos sectores de trabajadores públicos que tenían menos de un salario vital y hasta dos salarios vitales. Correspondía, más o menos, un 38 y un 40 por ciento, respectivamente. Sin embargo, quedó libre el sector particular, el sector privado y lógicamente, los trabajadores se han entendido con sus patrones; entonces, la relación primera era entre aquellas empresas e industrias de gran significación económica por ejemplo el cobre. Es imposible que un gobierno mire con indiferencia una huelga del cobre, que puede durar 15 o 20 días, porque eso significa una merma extraordinaria en los ingresos nacionales. Al igual que una alteración en la libra del cobre, puede significar millones o no de ingreso para Chile, de la misma manera una huelga de los mineros de Chuquicamata, El Salvador o El Teniente, repercute extraordinariamente en las arcas fiscales. El cobre es el sueldo de Chile, por así decirlo. Los trabajadores del cobre, sabiendo eso, presentaron sus pliegos de peticiones exageradas y obtuvieron, de algunas compañías, aumentos salariales de hasta un 57 por ciento ¿Exagerado, no?

-¿Y en la industria textil?

-Se ha producido un hecho semejante. Entonces nosotros hemos tenido que estar luchando por crear una conciencia, lo que no es fácil. Ahora, por último, en algunas empresas tomadas por el Estado, los trabajadores, sin una conciencia de clase, sin una posición clara, piensan que las empresas les pertenecen. Y yo les he dicho: “sí, les pertenecen, en cuanto que son del pueblo y ustedes forman parte del pueblo”. Nosotros no podemos estar expropiando empresas y entregárselas a los trabajadores, a fin de que los trabajadores estrujen esas empresas y se super aumenten los sueldos y salarios, porque así, indiscutiblemente, no podemos obtener el beneficio del pueblo.

-¿Hasta qué punto se puede ir formando esa conciencia, a la que usted alude?

-Es un problema muy serio. La gran tarea de los partidos y del gobierno es precisamente la de formar esa conciencia. Tarea tanto más difícil cuanto que estamos luchando contra el tiempo, por una parte, y porque saben, por otra, que nosotros no queremos ni vamos a utilizar los medios represivos. Claro que algunos sectores proceden con gran responsabilidad. Por ejemplo: hemos arreglado el conflicto con el CAP (Compañía de Aceros del Pacífico) con un promedio de un 29 por ciento de aumento en los salarios. El costo de la vida habla supuesto, en el último año, un 22 por ciento. En la Compañía Nacional de Petróleos, hemos llegado a un arreglo, en el mismo plazo, con un 27 por ciento. Esto demuestra una conciencia entre los trabajadores. Pero los trabajadores textiles, a los que usted aludía, que tenían los mismos plazos, exageraron sus peticiones.

-¿Y los taxistas? Hoy, para venir a su casa, me he pasado una hora buscando un taxi. Santiago estaba vacío de taxis. Menos mal que Jorquera me trajo en su coche.

-Los taxistas presentaron sus demandas y se les hizo un estudio profundo. Lo que ellos tienen que pagar por la adquisición de sus coches, movilización, lo que deben obtener para poder mantenerse, el costo de los repuestos, la bencina, etcétera, etcétera. En primer lugar este gobierno no ha subido la bencina, que habrá comprobado es muy barata. Les propusimos que hubiera una bajada en la bandera, que fuera hasta de cuatro escudos cuarenta. Ellos pedían cinco escudos. Hubo una deliberación de sus asambleas y los dirigentes sindicales de los taxistas hablaron con los ministros. No se llegó a un acuerdo. Entonces, hablaron conmigo, por dos veces. Yo les dije: “Miren, aquí en mangas de camisa, juntos, vamos a hacer los cálculos y lo que salga la vamos a aceptar todos, porque no hay prejuicios por nuestra parte, sino que queremos demostrarles que ustedes están equivocados”. Les pregunté si en algún otro tiempo habían ganado tanto. Fueron sinceros y manifestaron que estos últimos meses habían sido, para ellos, extraordinariamente buenos. Por otra parte, se han detenido los precios. El año pasado, a estas alturas, había habido un aumento cercano al 19 por ciento; este año, si no me equivoco, estamos en un aumento que no ha alcanzado el 4 por ciento. En estas circunstancias, los reajustes, están siendo positivos. Por eso, si usted pregunta en los comercios, prácticamente se vende todo y los taxis se ocupan todos. Después de discutir dos horas, los taxistas y yo llegamos a una proposición que formuló el ministro de Vías y Obras. De la misma manera les dijimos que íbamos a aceptar la importación de 750 vehículos, porque eso ya estaba aprobado por el gobierno anterior.

-He leído en la prensa que ellos quieren importar más…

-Les dije que yo no aceptaba una importación mayor, y les puse un ejemplo: yo uso los automóviles de la campaña electoral, los mismos tres automóviles Fiat 125, armados en Chile, con los que circulo ahora por Santiago y por todo el país. Estos coches no son del Estado, son de mi propiedad. Si el Presidente de la República usa estos automóviles, no veo por qué los chilenos o los extranjeros, que nos visitan, no van a poder viajar en taxis armados en Chile. ¿A qué viene, les dije, comprar automóviles suntuosos en un país que quiere salir del subdesarrollo? Me dijeron que iban a pensar el problema, y yo les respondí: “Aquí sacamos un acuerdo o no lo sacamos”. Después de cambiar impresiones, me dijeron: “Conforme”, y que iban a informar a su base. Pero ellos son los dirigentes, y sin previo aviso, se declararon en huelga. Y es que la gente cree que el dirigente lo que debe hacer es lograr las peticiones de los que los eligieron, por exageradas que sean. Yo creo que el dirigente está para dirigir. Mientras no se forme una conciencia política, y los obreros, los campesinos y los empleados, no entiendan, que ese país sólo progresa produciendo más y trabajando más, ese país, sencillamente, va al fracaso. El ejemplo del paro de los taxistas, podría aplicarse a otras situaciones, y sirve para el conocimiento de lo que sucede en grandes escalas del país. Usted comprenderá que el Presidente de la República no puede ser árbitro sindical de todos los problemas.

Lo dice con cierta tristeza. Tantos años soñando con la presidencia y, después, la presidencia trae consigo problemas, amarguras e infidelidades. No se puede decir desánimo, porque Salvador Allende Gossens, lleva dentro un hormigueneo, político y social, una inquietud constante, en la que influye su forma de ser dinámica y absorbente. El camino se va andando.

Nacionalizaciones, del cobre, de la banca, de las industrias básicas, Reforma Agraria. Sigue el boicot económico, y aumentará, sin duda, pero son muchos los hombres y las empresas que le siguen. La mediana industria del calzado, Joya, Bata, Mingo, y otras fábricas -la mayoría de dueños españoles- producen más y más. Dicen sus enemigos que la razón es que Allende los respeta, debido a que aportaron grandes cantidades a su campaña presidencial; que Yarur, empresa textil, era también una industria de características medias y que, sin embargo, ha sido tomada. Lo cierto es que la última planteó problemas, al paralizar o disminuir su producción, y las fábricas de calzado hicieron lo contrario: contribuyeron, con su esfuerzo, a evitar la caída de la producción que se pretendía… Incluso algunas empresas norteamericanas como la Dow Chemical, CORFO, y algunas otras continuaron invirtiendo en Chile y acrecentando la producción: así la fabricación de televisores, en manos yanquis, aumentó a 200 mil unidades.

Sabe Salvador Allende que ha de ir con tientos extremos, lentamente…

-Yo aplico a esta situación una frase de Julio César: “apresúrate lentamente”. No se trata, por supuesto de sentarse, ya que tenemos prisa. Pero tenemos que ir consolidando las posiciones y tener la certeza, por ejemplo, de que si se toman tres o cuatro industrias, estas industrias van a trabajar y a producir más y que los obreros de ellas tienen conciencia de lo que hacen. Le voy a poner un ejemplo de hasta qué punto, actuamos con toda la rapidez que nos es permitida…

En el gobierno de Frei durante cinco años, y a través de los organismos de capacitación del sector campesino, se capacitaron 35 mil trabajadores de la tierra. En la provincia de Cautín, y en tan sólo dos meses, nosotros hemos preparado a 62 mil trabajadores. Se trata de saber qué es esta Reforma Agraria y a dónde va y, después, de adquirir las bases técnicas elementales para el trabajo de la tierra. Claro que estos logros no se destacan, ni en la prensa de oposición interior, ni en la mundial controlada por el capitalismo norteamericano. Se trata de deformar nuestra empresa y de concienciar de nuestro fracaso o agigantar posibles fallos.

-¿Hasta qué punto se cumplirá el programa de la Reforma Agraria?

-Al pie de la letra. El gobierno de Frei expropió en cinco años un millón 100 mil hectáreas.

Nosotros, tan sólo en los cinco primeros meses de gobierno expropiamos un millón 400 mil, y vamos camino de acabar la reforma en el plazo previsto e incluso antes… El gobierno de Frei asignó la tierra sólo al 50 por ciento de los campesinos que tenían derechos a que se les entregase. Así que nosotros nos hemos encontrado con que tenemos que cumplir los compromisos del gobierno del señor Frei y, además, con nuestra tarea. Este es un proceso muy serio y con abundantes dificultades. Primero, porque si expropiamos un predio agrícola, tenemos que revisar los títulos, porque si no nos podemos encontrar con que, en realidad, el que se dice propietario, no es el auténtico propietario. Después, los deslindes no son los que se suponen, etcétera, etcétera. Después tienen que entrar a tasar el predio, con gente idónea y trabajadores con capacidad para ello. La ley permite expropiar enseguida la tierra, pero hay que discutir con el patrón sobre los animales, maquinaria y todos los complementos del trabajo agrícola. El hecho de decir, “se expropia tal fundo” no implica que pase de inmediato a la Corporación de Reforma Agraria. Entonces, el campesino dice: “si este fundo está expropiado, es nuestro”. Y ese fundo no va a ser entregado, como suyo, a los campesinos, sino que sencillamente, lo trabajaremos en cooperativa y, en excepcionales casos, en haciendas del Estado. Esto hay muchos campesinos que no lo comprenden. Y es que hace falta tiempo y crear la conciencia de la que hablaba antes. Por otra parte, hay algunos establecimientos, lecherías, por ejemplo, que, de ninguna manera, se puede dejar que sean factores tipo de producción, porque a la hora en que pretendieran dividirse quiebra una unidad económica, con un prejuicio extraordinario.

-¿Hay técnicos suficientes para la capacitación agrícola?

-Ese fue, en los primeros meses, un problema bastante serio. Nosotros teníamos un plan de capacitación de 600 mil trabajadores agrícolas y contábamos con 2 mil 500 funcionarios. Así, la tarea proyectada hacia el futuro parece casi imposible. Entonces, ¿qué tenemos que buscar?

Elementos materiales de técnica moderna que nos permitan hacerlo. Por ejemplo: hemos importado un camión de circuito cerrado de televisión. Esto representa bastantes millones de pesos, pero permite que, en un radio de 50 kilómetros, puedan miles de campesinos seguir las clases, como si se tratara de una universidad rodante. Pero poner eso en marcha significaba autorización del Banco Central, divisas, registro, mil cosas… que haya disponibilidad en el mercado europeo, instalarlo, etcétera, etcétera.

-¿Falta, concretamente en estos casos, un conocimiento de lo que es la moral revolucionaria?

-Claro. Yo suelo repetir la frase escrita anónimamente por un estudiante en los muros de la Universidad de París: “La revolución comienza primero en las personas; después, en las cosas”.

Si la gente no entiende eso, malo. Yo, por ejemplo he sido Presidente del Colegio Médico de Chile durante cinco años, no por socialista, sino porque hice una vida gremial. Creo que he sido el político que ha hecho más vida gremial. La Ley del Colegio Médico es mía; las leyes fundamentales de la medicina chilena, las trabajé yo y obtuve su despacho siendo senador de la oposición. ¡Eran tan importantes y tan claras…! Pues alguna de ellas, me costó luchar once años. La Ley del Seguro de Enfermedad, doce años. Para que usted vea cómo es de lento y absurdo en Chile, el régimen parlamentario. La Ley de Accidentes de Trabajo se demoró 26 años en el Congreso. La razón es que hería intereses de las compañías que comerciaban con la pensión y que no querían reconocer que los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, son riesgos sociales, etcétera. ¡Veintiséis años! Calcule usted. Ahora, la falta de conciencia política de los trabajadores también se expresaba en eso. Yo muchas veces les decía: “por qué no se paran cinco minutos, diez minutos, media hora, qué sé yo, y así de forma progresiva, para impulsar el despacho de esta ley que va a beneficiar a 3 millones y medio de chilenos”. Sin embargo, hacen huelga solidaria para reclamar un reajuste, o para apoyar a una empresa que está luchando por un reajuste, donde lo que se discute gira entre un 15 o un 20.

-¿Cuál es la solución a esto?

-Crear conciencia, elevar el nivel político, “precipitar”, así empleo yo el término, el debate ideológico. Que la gente entienda qué es la táctica, qué es la estrategia, que la gente ponga los pies en la tierra y que ese viejo refrán chileno, “otra cosa es con guitarra”, lo entiendan…

Allende se ríe abiertamente. Atraviesa el hall su hija Beatriz, la que más le ha ayudado en la campaña política. El Presidente sigue su largo monólogo, como si al hablar fuera ultimando soluciones a tantos problemas…

-Es muy fácil sentarse en un café y hablar y hablar, pero, compañero, cuando la tierra tiene que producir, cuando hay que mover las máquinas, cuando se necesita tener conocimientos elementales, cuando la gente tiene que saber que primero está el interés no de su gremio, sino del pueblo, entonces el problema está ahí y es serio. Por eso cuando se encuentran con un gobierno y un hombre que responde a lo que precisan… Bueno, yo no tengo pasta de apóstol, soy un hombre, pero creo que, indiscutiblemente, si hay algo que caracteriza, le da un perfil propio, se trata algo distinto, es lo que hemos logrado en Chile: ganar una elección, utilizar la Constitución y las leyes de una República liberal para cambiar el sistema y llevarla al socialismo, evitándole al pueblo todo el drama, toda una tragedia y todo un sufrimiento, y evitándole a la economía el impacto brutal de una lucha fratricida que, a veces, puede llegar hasta a ser una guerra civil… Este problema es muy grave, sin embargo, vamos caminando…

-Vamos aguantando…

-No, porque tampoco la cosa es tan aguda, hay gentes que responden y hay sectores que comprenden y hay sectores que apoyan. El problema es que el día tiene 24 horas…

- He oído que usted trabaja catorce horas diarias, que hay noches en que ni tiene tiempo de venir a dormir a casa, que se echa en una cama que tiene en el Palacio de La Moneda. ¿No le inquieta su salud?

-Me preocupa a veces, pero hay gente que se preocupa de que me preocupe más. A esa gente le digo que la única manera de que me preocupe menos yo, es que se preocupen más ellos.

Hay un grave error, siguiendo con el tema, en los países latinoamericanos y esto lo conversaba yo con Carlos Lleras, ex Presidente de Colombia, que me decía: “mire, Salvador, el gran problema es que en nuestros países creen que el Presidente lo soluciona todo”. Entonces, todo el mundo quiere hablar con el Presidente…

-Incluso los periodistas…

-Los periodistas está justificado, para algo son periodistas, pero otra gente no.

- Desde nuestro punto de vista, la experiencia chilena constituye para todos los sectores políticos del país un compromiso moral por reunir las condiciones de democracia y de revolución social. ¿Considera usted que ese compromiso va a ser respetado por la derecha y la extrema izquierda chilenas? ¿Ve usted el peligro de que tal compromiso se quiebre?

-¿Quiere decir el compromiso de mantener la libertad de prensa?

-No, al compromiso moral, en todos los sentidos.

-¡Ah, perdón…! Entiendo. Por nuestra parte no vamos a quebrar ese compromiso moral, entiendo por ello el respeto a las instituciones constitucionales y a las leyes vigentes. Nosotros hemos dicho que vamos a hacer las transformaciones que Chile reclama y necesita dentro de los cauces jurídicos y legales. No vamos a romper ese compromiso. Hemos dicho que respetaremos esa oposición, siempre que esa oposición se mantenga dentro de los cauces normales, jurídicamente hablando. Si se sale de ellos y se llega, como habitualmente se llega en algunas publicaciones, de cuyos nombres no quiero acordarme siquiera, nosotros tenemos la posibilidad de presentar querellas a los tribunales respectivos. Si la oposición pretende convertir su actitud en subversión le aplicaremos también las disposiciones legales. Pero si se llega más allá de eso y actúa, además de utilizar los instrumentos que tiene el Estado, el pueblo responderá. Y por eso lo he dicho: a la insurgencia contrarrevolucionaria, responderemos con la fuerza revolucionaria. Pero primero utilizaremos todos los resortes que tiene el Estado.

-Pero en una revolución, y aquí ya lo ha demostrado y sigue demostrando la experiencia, se da el contragolpe, el intento de detener esa revolución. ¿Es ya irreversible la revolución chilena o se seguirá propiciando el golpe de Estado?

-En un país que cuenta con Fuerzas Armadas poderosas y disciplinadas, la posibilidad de una intentona de golpe, no es más que una aventura con la mínima posibilidad de éxito.

Allende reflexiona, piensa más antes de hablar de este tema. Su prudencia se agudiza cuando se refiere a las Fuerzas Armadas. Cualquier palabra puede herir, molestar, ser mal interpretada… El Ejército chileno, como desde el primer día, sigue fiel a Allende, siempre que Allende sea fiel a la Constitución. Es una especie de pacto consciente. La mayoría de los militares chilenos no vieron con buenos ojos la llegada al poder del médico socialista. Entre los altos mandos, hay un 20 por ciento de masones, como el Presidente. Pero ni una ni otra razón, han determinado al Ejército a favor o en contra del Presidente de la República. Las palabras del hijo del general Schneider de que el Ejército, en Chile, es un organismo de centro, desvinculado de la política, obediente a la legalidad, parece ser el argumento más poderoso de la postura de las Fuerzas Armadas.

- Indiscutiblemente -sigue diciendo Allende- nosotros estamos orgullosos de la tradición de nuestras Fuerzas Armadas, pero también tenemos que reconocer, que, por ejemplo, desde el punto de vista profesional sólo han tenido la visión de un sector del pueblo. Me refiero al punto de vista técnico. ¡Caramba!, lo que ocurriría en cualquier otra profesión les sucede a ellas. Si los médicos chilenos sólo supieran cuáles son las técnicas de los países socialistas y esas técnicas estuvieran a un nivel muy superior a un país en vías de desarrollo, la admiración por esa técnica estaría justificada. Si a esto se agrega que, indiscutiblemente y en algunos aspectos, en los cursos de perfeccionamiento y de estudio, se abarcan no sólo los problemas técnicos, sino los problemas que podrían implicar aspectos políticos, así cuando se trata de señalar una eventual agresión que pudiera tener América Latina. ¿De dónde puede venir la agresión? ¿Del campo socialista? Entonces las Fuerzas Armadas pueden tener un pensamiento al respecto. Es de comprender que siendo fuertemente profesionales, no pueden dejar de estar, en un porcentaje determinado, influidas por esta concepción. Si a esto se agrega que hay pactos de defensa hemisférica, se va comprendiendo que esas Fuerzas Armadas, para mantenerse en una actitud típicamente profesional tienen que tener una tremenda y profunda convicción. Ahora, si eso alcanza a todas las capas, es un interrogante que yo no puedo contestar. Puedo decir que, mayoritariamente, en Chile siempre ha sido así. Pero yo comprendo que, para las Fuerzas Armadas y de Carabineros, sobre todo, cuando se ha presentado una imagen desfigurada de lo que es el mundo socialista, como una mercadería de vulgaridad intencionada, y, cuando el candidato de un movimiento como el que yo represento, se le supone capaz de cometer las mayores atrocidades contra el hombre, la persona y la familia, todo eso influye. Esto tiene que crear una resistencia que es explicable y que yo entiendo.

-¿Hasta qué punto el asesinato del general Schneider ha influido en el comportamiento de las Fuerzas Armadas?

-El asesinato de Schneider creó una evidencia: la falsedad de algunos que hablan de democracia, y que aceptan la democracia y el sufragio sólo para ganar. Esta evidencia reunificó a las fuerzas populares. Aquello demostró que los valores morales no existían, porque las clases comprometidas en el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, son precisamente las clases socialmente poderosas de este país, actuando directamente o con mercenarios. Se comprobó su cobardía y eso cohesionó, por una parte, a las fuerzas populares y por otro, al Ejército. Por eso el cardenal Silva Henríquez, cuando después del atentado, y de la elección del Congreso, yo lo fui a ver, me dijo una frase que es cierta: “La muerte, la dolorosa muerte del general Schneider, lo hizo Presidente de Chile a usted”.

-El hijo de Schneider me hablaba de la promesa que usted le hizo de esclarecer el caso en sus últimas ramificaciones…

-Aquí la justicia civil y la justicia militar tienen absoluta libertad. Nosotros hemos facilitado todos los elementos que el poder civil puede poner a disposición de la justicia militar. Yo pedí al gobierno de Frei que cambiara al Jefe de Investigaciones porque estaba comprometido.

Huelga la expresión de ineptitud. Se nombró a un General del Ejército de gran prestigio, que ha actuado en las investigaciones con verdadero sacrificio y que ahora es embajador en Portugal, con alta votación en el Congreso, lo que prueba que todo el mundo ha respetado su actitud en todas las investigaciones. Rápidamente se logró encontrar el núcleo central de los que actuaron directamente. Ahora bien, algunos instigadores, seguro que están en libertad. Pero no quiero entrar a juzgar. Usted sabe bien que por un fallo de la Corte Suprema fue imposible investigar la actitud de un senador. Claro que es un poder autónomo del Estado y el fallo judicial nosotros tenemos que acatarlo.

-¿Pero no les obligará ese fallo tan significativo y otros posibles fallos a modificar la estructura jurídica?

-Nosotros hemos dicho que tenemos que dictar las leyes de un gobierno popular, que no son las mismas que las de un gobierno burgués.

-Le digo esto porque en las conversaciones que usted mantuvo con Michel Debré y que publica la revista Punto Final o quizás en la entrevista que le hicieron para la revista Politiken, de Dinamarca, no recuerdo, usted aludía a que, probablemente, uno de los implicados era un diputado… un senador.

-Pero eso emanaba precisamente de los antecedentes acumulados por el fiscal. Y por último en las declaraciones de ese senador hechas a la Prensa se comprueba que lo que teme el fiscal, es exacto en muchos aspectos porque él reconoce haber conversado con gente que vino a Chile a financiar importación de armas, etcétera. Pero yo le digo lo siguiente, y comprenda que de una forma prudente quiera conversar con usted. Yo no quiero abrirme un frente de lucha con el Poder Judicial…

-… ¿Cierro el magnetófono?

-¡No importa! Yo lo puedo decir. Lo digo. Ellos fallaron… ¡¿Qué le vamos a hacer?!

-Resulta sorprendente, después de estos atentados, que se pueda entrar con tanta facilidad en el Palacio Presidencial. La Moneda es casi una calle…

-…sin casi. Es una calle.

-¿Usted no tiene miedo, después de la muerte de Schneider y de haber sufrido dos intentos de atentado?

-No, porque yo pienso que si la bala con la que me van a detener, salió hace tiempo, es muy difícil que me escape… Además es muy difícil. Primero, que se atrevan. Además, tampoco ando muy desprevenido y, dentro de la tranquilidad, tomo mis precauciones, pero hay que comprender que ayer, anteayer, había 80 o 100 personas, en la calle Morandé, por donde entro a La Moneda, o esperando mi salida. ¡Cómo no los voy a saludar…! Si allí sale el asesino, ¡¿qué le voy a hacer…?!

¿Caerá Allende? Me sigo haciendo la misma pregunta, mientras Chico Lagos, le ruega al Presidente que se ponga de pie, para hacerle una fotografía con el fondo de una fuentecilla, y el Presidente le responde: “Bueno, usted manda, dictador”, Lo han intentado, lo seguirán intentando…

-Usted sabe Presidente, que no es infrecuente que a los hombres los mate la derecha y pague las consecuencias la izquierda, o que los mate la izquierda y que la represión caiga después sobre la derecha. Me refiero a los crímenes políticos, a los magnicidios, cercanos o lejanos en el tiempo, Hombres intransigentes, y hombres que han hecho reformas, dentro de las posibilidades que le han ofrecido sus países. A Gandhi lo asesinó un hombre de su propio grupo; a Luther King, un blanco intransigente y dogmático; a John y Robert Kennedy, puede que, indirectamente, hombres que controlaban el poder económico en el que abrieron ciertas quiebras. A Lincoln lo mató Both Tankington… En ocasiones, después de los magnicidios, viene el golpismo derechista, que ha encontrado disculpa y cauce a sus deseos. El pueblo es el que, en definitiva, paga las consecuencias de estos actos…

-Sí puede suceder, que, en el fondo, las consecuencias las pague el país, pero también que las pague muy fuertemente la derecha. Si estas situaciones se repiten yo no soy un dique de contención y el gobierno popular no lo será. Somos un cauce y estamos orientando las cosas con la prudencia y la firmeza que se puede apreciar. Bueno, si mañana me asesinan a mí, ¿qué puede ocurrir en este país? Eso no lo sabe nadie. Pero yo le puedo decir, si, que la respuesta popular puede ser fundamental.

-Será muy difícil eludir la violencia revolucionaria y contrarrevolucionaria.

- Por eso digo…

-…aun sin el supuesto atentado contra su vida, porque la ultraderecha, no va a ceder a aceptar así, por las buenas.

-Nosotros lo sabemos perfectamente bien y por eso estamos en actitud vigilante, confiamos en las Fuerzas Armadas y Carabineros, pero, además, le hemos dicho al pueblo que esté vigilante, y cuando se tiene un respaldo mayoritario, cuando se controlan fundamentalmente y ampliamente los sectores de trabajadores, cuando se puede paralizar el país de Arica a Magallanes, cuando se pueden detener las fábricas, los ferrocarriles, las industrias y el campo, y además, repito, se tiene la confianza de las Fuerzas Armadas, la tentativa de golpe y la insurgencia derechista es muy hipotética. Yo creo que el camino de ellos es otro: es tratar de crear dificultades económicas, desconfianza, paralizar la industria, no sembrar los campos, buscar mercenarios, estimular problemas, en fin, hacer lo que sucede en parcelas de la pequeña burguesía, como últimamente con los taxistas.

-Pero la dialéctica del proceso tiene que tender a radicalizarse.

-Claro.

-La experiencia chilena puede ser tan importante en algunos países de Europa como Francia e Italia, como en la América Latina.

-Yo eso no lo puedo decir por modestia. Bueno, he tenido mucho gusto en esta conversación cordial, pero me espera el embajador Santa Cruz. Llevamos más de dos horas de charla.

-Cuando no hace política o no conversa de política ¿qué hace Salvador Allende?

-¿Qué hago? Leo cosas serias; me gusta leer un poco de Economía, de Sociología y, además, jugar alguna que otra partida de ajedrez. Lo que no hago nunca es conversar con periodistas -afirma riendo.

Allende goza de fama de haber sido y de ser admirador de bellas mujeres. En este terreno se han dicho de él las cosas más curiosas. Es un tributo que pagan muchos famosos: a que se hable de ellos, de sus verdades, de verdades a medias y de mentiras, oí y llegó a ser publicado en un medio informativo norteamericano, que el doctor violó a una niña de 14 años, cuando la atendía como médico y después de anestesiarla. También se dice que sólo convive con su mujer, a efectos “exteriores”. Desde que comenzó la campaña por la presidencia este rumor se extendió, con los fines que es de suponer, e incluso se daba por hecho la separación. También se le atribuye que tiene una amante, Myriam, que trabaja con él de secretaria. Todos estos rumores los desmienten los que de verdad conocen y conviven con el Presidente. Los Allende son una familia unida, que han batallado como un clan en las luchas políticas. Su mujer, doña Tencha, le acompaña en todas las giras, dentro y fuera del país, y sus hijas, poseen la vocación política del padre.

-Presidente, me voy a permitir hacerle una pregunta frívola, pero que obedece a rumores que circulan respecto a usted. He oído que ha sido y es usted “harto gallo” con las mujeres. ¿Es cierto que le gustan?

Simplifiqué la pregunta por no meterme en terrenos de su particular vida, que a nadie interesan. Allende rió ampliamente, ensanchándose su bigote, cuidado y canoso. La respuesta le salió, en el mismo sentido frívolo y cordial:

-Ah, sí que me gustan. Pero podría decir usted, “creo que nos gustan” (recalca el nos) y entonces seremos más amigos.

Le pido que me dedique una fotografía, muy oscura, que me facilitaron en La Moneda. Mira el reloj para poner el día. “No sabía si es 24 o 25”, dice. Y comienza a escribir… “Santiago de Chile…”

-Mire, tenga la foto. Esta es muy mala. Yo le voy a buscar una más clara y se la enviaré.

Neruda llamó a Chile “la cintura de América”. Geográficamente, Argentina forma parte de esta cintura, alargada y quebrada, que adivinó el poeta de Isla Negra. Dos países distintos, pero con numerosos problemas similares. Cuando Allende fue elegido Presidente, en el país vecino se publicó: “La Cordillera de los Andes no es lo suficientemente alta, como para librarnos del contagio marxista”. Otros, recibieron con más agrado el nombramiento. Va a ser la última pregunta que le hago al Presidente…

-Dada la importancia de lo que se está gestando en la Argentina, ¿cómo adivina el futuro de ese país y cuáles son las posibilidades del general Perón en el mismo?

-Mire, sobre esto ya no quisiera opinar, por dos razones: es un problema muy serio de un país limítrofe. Es un problema muy tenso, yo diría que convulsivo. Personalmente soy amigo de Perón, he conversado con Perón varias veces, estuve en Madrid con él y puedo decirle que es un hombre que está muy abierto a los problemas del mundo, que ve muy claros los problemas de América Latina. Pero los problemas de la Argentina, son problemas argentinos.

Después de tomar el café, se levanta. Mira el jardín. El día es soleado y dice:

-Es un buen sitio para vivir.

-Hay aquí casas más suntuosas que la del Presidente -añade Jorquera, que había estado paseando por el jardín.

-Esta casa la compré yo para el Presidente -comenta Allende-. La compré como una buena operación económica para el gobierno, porque en el presupuesto figuraba un arriendo de 35 o 40 millones de pesos mensuales.

Yo les dije: “Miren, por qué no suben el arriendo a 70 millones mensuales, se los ofrecemos al propietario y compramos, en dos años la casa”. Así lo hicimos. En La Moneda no se puede vivir.

-¿Por qué?

-Allí sólo hay un dormitorio. Está todo muy mal habilitado. Mire hasta qué punto. Le voy a contar una anécdota muy simpática: cuando dije, con motivo de la toma del mando, el primer discurso político ante cien mil personas, ante todas las delegaciones, lleno todo, después, me dirigí al Palacio de La Moneda a cambiarme de ropa. Como no vivo ahí no tenía bata, ni nada de nada. Entonces, vuelvo así desnudo, y corriendo a darme una ducha en el baño que había al lado: Abro la ducha y nada, ni modo, ni una gota de agua. Atravieso el escritorio con mi ropita, paso junto a una cama increíble, con cinco muebles de distinto color, llego al gabinete donde yo trabajo, me meto en el otro baño y tampoco nada. He tenido que volverme en pelotas sin darme la ducha. Bueno, eso era La Moneda, esas cosas eran las condiciones ínfimas de vida.

Uno llega a las nueve de la mañana y sale a las nueve, las diez o las once de la noche. Y con un calor brutal… Bueno, compañero, hasta otra ocasión.

La entrevista ha terminado. Era un Allende diferente al que se referían sus enemigos. La sencillez, sorprendente; la amabilidad, exquisita; el valor, a toda prueba. No eludió una sola pregunta. Bien diferente al hombre cínico y corrompido que me querían hacer ver grupos, con los que conversé, de la extrema derecha. Me pareció un hombre astuto, inteligente, amante de la vida de hogar y, sobre todo, prudente en su valor, frenado en su prisa. Todavía la noche anterior a la entrevista, un joven chileno me dijo en el bar del Hotel Carrera: “Te vas a encontrar con un hombre asustadizo. ¿Sabes que se cubre el pecho con un chaleco antibalas y que cada día viaja en un coche y por diferentes calles? Antes viajaba en helicóptero, pero lo ha dejado, desde que se enteró que al general Barrientos pudieron dispararle desde tierra”. No sé si el joven tendrá o no razón, pero, si la tiene, ¿no le han dado sus enemigos a Allende, motivos suficientes como para que no viva desprevenido?

Conversé con él en tres ocasiones, la primera con dos españoles, amigos, con los que recorrí muchos lugares interesantes de Chile: Juan Fernández Figueroa, al que recibiría después el Presidente en su casa de una forma cordial y sin protocolo, y Tico Medina. Y asistí al 38 aniversario del Partido Socialista, como espectador de la fusión de Allende con los suyos. Lo vi dirigirse a la gente sencillamente, para que lo entendieran, cambiando hábilmente la gravedad con el chiste, provocando en sus seguidores el temor, la esperanza y la alegría.

En el pleno socialista, un dirigente, Gustavo Ruiz, al referirse a Allende dijo: “Este joven socialista de 63 años”. Le había añadido un año. Y Allende, al que le correspondió hablar a continuación, rectificó con buen humor: “Soy un joven socialista de 62 años”.

Al hablar no emplea eufemismos, aunque sí la comparación. Muestra respeto a la oposición, sabe que es fuerte y decidida. Sólo es duro cuando se refiere a los movimientos ultras, de la izquierda o de la derecha, que se salen de la legalidad. Sabe que ése es el único camino, para seguir en el gobierno e intentar la conquista del poder. Su legalismo llega a tales extremos que le aparentan identificado con una Constitución burguesa, en la que no cree.