Salvador Allende

Mensaje a la XX Conferencia de la Juventud Socialista de Chile 


Pronunciado: Agosto de 1971.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 2 de febrero de 2016.


Muy estimados compañeros de la Juventud Socialista:

Por compromisos internacionales ineludibles, he debido ausentarme del país y coincide con el importante evento de ustedes. Siento no poder concurrir personalmente a él.

He querido sí dejar un testimonio de mi pensamiento. En primer lugar, para saludarlos a ustedes, queridos compañeros, y a aquellos otros que vienen de distintos países a prestigiar y a hacer más significativa la reunión de la Federación Juvenil Socialista (FJS), en su congreso.

Sé perfectamente bien que ustedes tienen que valorar lo que significa que concurran delegaciones de tantos países amigos y hermanos, que traen la experiencia de lo realizado porque hace tiempo que ya ellos forman parte de gobiernos, como es el caso de los países socialistas, o de movimientos populares que luchan tesoneramente por hacer posible que el pueblo llegue al gobierno.

Yo quiero, antes que nada, decir con qué satisfacción en los últimos años, he visto el fortalecimiento ideológico y la preparación de nuestros cuadros juveniles y, cómo, al mismo tiempo, su organización se ha ido expresando en los comités regionales que abarca todo el país. Por eso, sé que van a concurrir 150 delegados, que representan aproximadamente a 15 mil o más militantes, y que, junto a ellos, estarán 50 o más delegados fraternales, en especial mandatarios de la FJS de organismos de masas, sindicatos, federaciones de estudiantes, etcétera. Es decir, creo que éste es el torneo más importante, y es también significativo en lo político, porque es la primera vez que la FJS va a realizar un congreso estando el Partido en el gobierno y siendo Presidente de la República un militante de él.

Yo quiero, entonces, dirigirme a ustedes para señalar el papel trascendente que tiene la juventud en el proceso revolucionario que Chile está viviendo. Me refiero a la juventud elementalmente de la Unidad Popular y me refiero a la juventud chilena también, más allá de las fronteras de la organización que agrupa a los partidos que tienen la base política de la Unidad Popular.

La juventud debe ser base y motor del proceso de cambios.

Y digo esto porque somos un país esencialmente joven; por lo tanto, la juventud debe ser la base y el motor de un proceso de cambios en la sociedad chilena. Una y mil veces lo he dicho, y la juventud tiene conciencia de ello: no hay querella generacional ni en el país ni en el Partido.

Nos sentimos todos militantes de un gran movimiento destinado a realizar la revolución chilena. Nos sentimos todos ubicados en el plano teórico de los que saben que la sociedad capitalista divide a los hombres entre explotados y explotadores, entre oprimidos y opresores.

Por eso, jóvenes, adultos o ancianos que tenemos un mismo pensamiento ideológico, que estamos ubicados en la misma barricada, que luchamos dentro de nuestra realidad por los cambios que, repito, reclama y necesita.

La juventud debe tener conciencia que lo que se ha logrado en Chile -y puedo decirlo yo al margen de lo personal, mejor dicho despersonalizándome- representa un paso decisivo para las masas populares no sólo de nuestro país, sino que del continente.

La juventud, lógicamente, quisiera que los procesos de cambios fueran más acelerados. La juventud, por ser juventud, tiene derecho a la inquietud, pero no a afiebrarse. Pero ser joven implica también una gran responsabilidad: comprender las limitaciones que tiene todo proceso social y la realidad que tiene que enfrentar ese proceso.

Los compañeros de la FJS y los delegados fraternales que vienen de distintos países deben tomar en cuenta que nosotros nos comprometimos frente a un país a poner en marcha un programa y que ese programa tenemos que realizarlo dentro de los cauces jurídicos de la democracia burguesa, y dentro de estas leyes hacer los cambios para establecer las nuevas leyes del pueblo. De allí que, indiscutiblemente, para nosotros haya mayores dificultades, pero también el costo social -y eso nos interesa profundamente- es y será mucho menor.

También la juventud debe entender que la “revolución” no es una palabra y que tentativas revolucionarias ha habido cientos y miles, en distintas latitudes, y son pocos los países que han alcanzado la Revolución.

La juventud debe entender que el socialismo no se impone por decreto, que es un proceso social en desarrollo. Y la juventud sabe que no hay posibilidad de acción revolucionaria sin teoría revolucionaria. De allí, entonces, que mi gran preocupación e interés es que los cuadros juveniles enfrenten la realidad tal como la vivimos y comprendan que ellos deben ser esencialmente el motor movilizador de las masas para el cumplimiento del programa.

Prepararse políticamente para ser guías de los sectores populares.

La juventud debe prepararse para enfrentar los obstáculos que encontraremos en el camino que hemos emprendido. Debe educarse políticamente más y más, para llevar su voz, su aliento y su crítica, de tal manera que los sectores populares encuentren precisamente en los cuadros juveniles, el guía que pueda indicarles cuál ha de ser el camino que tenemos que seguir.

Pienso que es indispensable, entonces, que haya concordancia entre la acción de la juventud y la de los partidos políticos que forman parte de la Unidad Popular. Y de la juventud, para captar, atraer a otros sectores juveniles que, no militando en nuestras agrupaciones políticas, pueden y deben contribuir al proceso de cambios que imperativamente Chile reclama.

Capacitarse, además, en el dominio de una técnica o profesión para la construcción de la sociedad socialista.

Muchas veces he sostenido que la juventud tiene una doble misión: actuar y prepararse para actuar. La juventud tiene que capacitarse no sólo políticamente, sino en el conocimiento de una técnica, de una carrera, de una profesión. La juventud debe entender perfectamente bien que nosotros sabemos que ellos, los jóvenes, serán, en definitiva, los que tendrán en sus manos la construcción de la sociedad socialista.

Debe pensarse que los jóvenes ya actúan e influyen en sus propios partidos y en el seno del gobierno. He dicho que este país es un país con predominio de gente joven, y es esta misma gente joven la que pesa en los partidos; y la mayoría de los dirigentes de los partidos, especialmente en el caso de nuestro Partido, son hombres jóvenes.

Estar a la altura de nuestra tremenda responsabilidad sin perder el sentido de la táctica ni desconocer las dificultades.

Por eso es que yo llamo a mis compañeros militantes de la FJS para que, como organización, estén a la altura de la tremenda responsabilidad que tienen. Son el partido mayoritario de gobierno -el Socialista- y la juventud debe ser, lo repito, el gran factor dinámico de las transformaciones. Pero no perdiendo el sentido de la táctica ni desconociendo las dificultades.

Pensando que día a día, el enfrentamiento se hace en cada minuto, por así decirlo, entre los sectores que defienden el status y los que queremos abrir el camino al socialismo.

Autocrítica de verdadero contenido revolucionario.

La Juventud Socialista tiene una tremenda responsabilidad. Primero, la de cohesionar, la de mantener férrea su unidad, de no dejarse penetrar por personalismos, la de hacer imposible el trabajo de grupos que destruyan el concepto de la responsabilidad común que tiene la juventud. No concibo una Juventud Socialista que no tenga la fuerza moral de poder discutir los problemas con pasión, pero con respeto para cada uno de sus integrantes. No concibo una Juventud Socialista marcada por el recelo; pienso que no puede existir una Juventud Socialista en donde no haya la limpieza suficiente para que la autocrítica tenga el verdadero contenido revolucionario que debe tener, al margen de todo personalismo.

El futuro del proceso revolucionario descansa en la Juventud Socialista.

Si la Juventud Socialista comprende que en ella descansa el futuro del proceso revolucionario chileno -que este proceso tenemos que llevarlo, como lo decía hace unos instantes, por los caminos que voluntariamente hemos escogido, porque corresponden a la realidad de nuestro país-, nosotros podremos tener la certeza, entonces, de que los enemigos del pueblo se enfrentarán a una Juventud Socialista que, siendo férrea en su organización, en su concepción estratégica y táctica, y siendo muy firme en sus postulaciones ideológicas, sea también un factor de nexo, de vínculo, con el resto de las otras juventudes.

Nada de dogmatismo, de sectarismo, de tendencia hegemónica. Respeto, camaradería, aprecio, diálogo con las juventudes de los otros partidos y movimientos que integran la Unidad Popular.

Es por eso, compañeros, que al terminar mis palabras, quiero decirles una vez más: lo que hemos alcanzado en Chile es un paso trascendental. Le interesa no sólo a los chilenos, fundamentalmente a los obreros, a los estudiantes, a las dueñas de casa, a los empleados, los técnicos y los profesionales. El Gobierno Popular que el pueblo conquistó el 4 de septiembre de 1970 es un hecho de importancia más allá de las fronteras nuestras. Son millones y millones de seres humanos que miran la experiencia chilena, experiencia que indiscutiblemente tiene características propias, que rompe un poco los esquemas, pero cuyo contenido nadie puede negar: que es y será el de hacer las transformaciones; que las estamos haciendo dentro de un marco que nosotros mismos aceptamos, es cierto, pero que vamos al socialismo, también es cierto.

De allí, entonces, que yo reclame, como el Compañero Presidente, de parte de mis compañeros jóvenes, de parte de las juventudes, de la FJS, cuya trayectoria de lucha y sacrificio constituye las páginas más trascendentales y heroicas de la vida partidaria, que comprenda perfectamente bien la gran responsabilidad que implica ser joven y ser joven socialista en este minuto de Chile y en esta hora del mundo.