Salvador Allende

Gobierno frentista: promesas y empeños de Allende. Entrevista del periodista italiano Arrigo Levi publicada en el Diario L’Stampa 


Pronunciado: El 5 de noviembre de 1970.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 1 de febrero de 2016.


He encontrado algunas veces, en esta semana, al doctor Salvador Allende nuevo Presidente de Chile y quiero decir que el hombre inspira simpatía. A menudo es agudo, a veces retórico, siempre cortés. En ningún caso tiene el aire del fanático decidido a llevar a su pueblo a una revolución traumática. Ni siquiera parece el político “de fachada” destinado a dejarse maniobrar de personas más fuertes aduras que él. Al contrario, bajo su garbo de político de viejo estilo se ve claramente que es astuto y hábil. Estas impresiones se fundan en un conocimiento bastante imperfecto, pero no puedo evitar el registrarlas: se verá más adelante si son justas. Muchas personas que lo conocen bien están de acuerdo: no he encontrado nadie que piense que Allende en la Presidencia no será “‘dueño de su casa”.

Mayor confianza

Se dice todo lo anterior porque el personaje es protagonista de una experiencia política especial. Se sabe que la asunción de un Presidente socialista aliado de los comunistas. Que proclama sus simpatías por Fidel Castro y por Mao Tse Tung ha despertado temores por el futuro de esta democracia. Los demócrata cristianos, para darle su voto al Congreso han querido hacer aceptar previamente a Allende una serie de enmiendas constitucionales que son garantías para las principales libertades democráticas, y me parece que en las últimas semanas, las preocupaciones por el futuro de la democracia chilena en parte, han disminuido.

La solemnidad de las ceremonias tradicionales; políticas, militares y religiosas que han acompañado la asunción de Allende, han sido un nuevo motivo de seguridad, pero es necesario decir que uno de los factores más importantes de confianza es el mismo Allende.

Todas las personalidades chilenas con las cuales he hablado, amigos o adversarios del Presidente, concuerdan en juzgarlo un democrático sincero no obstante ciertos extremismos verbales con los cuales, a veces, se desahoga.

De todos modos es importante saber en este momento qué cosa piensa el doctor Allende.

Quedan todavía muchas incertezas sobre el futuro.

El nuevo Presidente ha aceptado cortésmente de responder por escrito a una serie de preguntas que le he presentado. No menos de dos semanas han sido necesarias para obtener estas respuestas: pero en medio se produjo el asesinato del general Schneider, la asunción del poder presidencial y el difícil trabajo de formar el nuevo gobierno de coalición.

En realidad no sé si aquellas que he obtenido sean respuestas del senador Allende o del Presidente Allende, o sea, no sé cuándo fueron preparadas. Sólo sé que en un cierto momento habían quedado en el bolsillo de la chaqueta del senador, donde las había metido él mismo, en mi presencia porque quería “verlas más tarde”, y que después de varios días salieron del bolsillo de la chaqueta del Presidente Allende. Ahora las tengo delante de mí. Las transcribo en modo casi integral: constituyen un documento de aquello que el Presidente socialista de Chile quiere que sea registrado como su pensamiento político mientras está por iniciar seis años de poder.

Elección limpia

Arrigo Levi: Primer punto: Chile es un caso en sí mismo. “No entiendo” responde Allende a mi pregunta sobre los temores de una “cubanización”, “por qué se usan siempre ejemplos extraños a Chile.

Los comunistas han estado ya dos veces en el poder en Chile, en 1938 y en 1946. Hay una resistencia ilógica a aceptar el hecho de que el caso de Chile y de su democracia es diverso de aquel de otros países del mundo, no obstante la demostración práctica que hemos dado de ser el primer país del mundo donde el candidato socialista-marxista conquista la presidencia en una elección limpia, libre y democrática, apoyado por una combinación de partidos y movimientos de los cuales sólo dos son marxistas, y que incluye un grupo de profunda definición cristiana”.

Allende no ha querido responder a mi pregunta: “¿En otros países se ha logrado conciliar socialismo y libertad? si la respuesta es no, ¿por qué debería lograrlo Chile?”, declarándola viciada de prejuicios en cuanto parte del presupuesto que socialismo y libertad sean incompatibles, afirmación -dice- que nosotros no aceptamos (no la acepta en realidad ni siquiera quien escribe).

A la pregunta: ¿qué sucederá si un candidato socialista perdiera las elecciones? Allende ha contestado: “He dicho repetidamente que al final de mi mandato el pueblo será tan libre como lo fue el 4 de septiembre de este año para elegir un nuevo Presidente, socialista, o no socialista. Habrá elecciones universales, secretas y democráticas. Por lo tanto, no sucederá nada. Personalmente creo que se trata de una hipótesis teórica porque espero que los resultados de nuestro gobierno demostrarán al pueblo que ha elegido la vía justa y por lo tanto el mismo pueblo decidirá a mayoría de continuar por el mismo camino”.

-¿Qué cosa es lo esencial de la “vía chilena al socialismo”?

-Responde Allende: “Aspiramos a encontrar soluciones a los problemas chilenos, basadas en la realidad socio-económica y política chilena, según nuestras tradiciones y particularidades. No tenemos fórmulas ortodoxas o dogmáticas de ningún tipo, no creemos que métodos útiles en otros países puedan aplicarse en Chile sin sufrir un adaptamiento fundamental a nuestra realidad. En síntesis, somos y seremos chilenos pragmáticos”.

-¿Cuáles serán las diferencias esenciales entre “socialismo chileno” y los otros modelos conocidos?

-“Ésta, dice Allende, es una pregunta prematura. La experiencia chilena todavía no se ha iniciado. Sólo cuando sea puesta en marcha y habremos adoptado al menos las medidas básicas se podrán intentar parangones. Unidad Popular trata de asegurar a Chile la total independencia económica y una modificación fundamental de las estructuras básicas del país.

Y agrega aún: no se trata de realizar el ‘socialismo utopía’ que no hemos puesto en programa sino de preparar una vía hacia el socialismo”.

Los rebeldes del MIR

-Dejando aparte una larga respuesta sobre su programa económico, de la cual hablaré en un próximo artículo, veamos las relaciones con las otras fuerzas políticas.

Respecto del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria botado a la lucha armada), Allende recuerda que “el MIR es un movimiento de izquierda, el cual, por su táctica, jamás ha formado parte de Unidad Popular y hoy permanece fuera. En el futuro podrá mantenerse fiel a su ideología y expresarla como todos los partidos y movimientos políticos: pero en su acción práctica deberá, como todos del resto, respetar estrictamente la Constitución y las leyes”.

-Sobre las relaciones con la Democracia Cristiana Allende precisa: “Nuestras relaciones con la Democracia Cristiana serán aquellas que corresponden en una democracia representativa, al gobierno y a un partido de oposición, especialmente cuando éste ha declarado espontáneamente que no piensa negar sal y el agua al futuro gobierno”.

Como todos los partidos políticos que actúan en un país democrático, con elecciones libres, también la Democracia Cristiana “es una posible alternativa de poder”.

Allende afirma que la Democracia Cristiana “sin duda facilitará nuestras relaciones con el Poder Legislativo”. (Unidad Popular está en minoría en el Parlamento). Si se presentaran dificultades “deberemos enfrentarlas con los procedimientos constitucionales y legales existentes, que reglamentan las relaciones del Congreso con el Poder Ejecutivo”.

-¿Puede ser Chile una “experiencia guía” para América Latina?

-Responde Allende: “Nosotros no tenemos la intención de tratar de exportar nuestras ideas y nuestros métodos. Sólo hemos demostrado que en las condiciones reales de un país como Chile, la vía electoral y pacífica es perfectamente válida para que el pueblo llegue al poder. Ahora tenemos que demostrar que en estas condiciones es posible adoptar medidas que representen un camino hacia el socialismo, manteniéndonos en la estrecha cornisa de la democracia representativa y con pleno respeto de las libertades públicas”.

Extranjeros inquietos

Como se ve, los empeños públicos de Allende sobre el mantenimiento de la democracia chilena son amplios, categóricos e insistentes. En respuesta a mi última pregunta en la cual hacía presente la inquietud de los extranjeros residentes en Chile, Allende declaró: “Chile, que ha sido y será una perfecta democracia, ha dado refugio a los extranjeros que habían sufrido persecución en otros países del mundo. Estos sufren hoy -quisiera decir- de una especie de temor irracional respecto a cualquier proceso político que pueda representar un cambio de status quo al cual están ligados. Estoy absolutamente seguro que los miles de extranjeros que quedan en nuestro país -porque sólo algunos han partido- continuarán viviendo tranquilos y felices, encontrando nuevas e inesperadas perspectivas abiertas a sus actividades. También estoy seguro que volverán muchos de aquellos que se han ido: yo como Presidente puedo asegurar el mantenimiento sin restricciones de la libertad y de la democracia en Chile”.