Pronunciado: El 7 de abril de 1970.
Versión digital: Eduardo Rivas, 2015.
Esta edición: Marxists Internet Archive, 1 de
febrero de 2016.
Aunque “El Mercurio” día tras día me ataca por los más diversos pretextos por
ahora sólo me referiré a la crónica aparecida el sábado último, en la que se me
pretende exhibir en una posición equívoca respecto de la francmasonería.
Inserta su crónica un párrafo de una comunicación que le dirigí hace seis años,
como réplica a otra agresión de su diario, en la que expresé: “He recibido como
única herencia un nombre limpio y una vocación para servir al pueblo, nacida de
la formación masónica de mis antepasados”.
Mantengo hoy lo que dije en la cita de “El Mercurio”. Y agregó: la
francmasonería fue por muy prolongadas generaciones la institución más execrada
por los oligarcas y la vieja clerecía, que se esforzaban por mantener a nuestros
compatriotas en condiciones de vida subhumana, a fin de medrar al amparo de su
ignorancia, explotándolos sin piedad. La institución, en una etapa ardua, fue
encabezada por mi abuelo, el doctor Allende Padín, como Serenísimo Gran Maestro,
quien actuaba, además, con igual línea de conducta, como diputado y senador
suplente de don Manuel Antonio Matta.
En cuanto a las afirmaciones de que permanezco “sin hacer vida activa dentro de
los organismos masónicos” y a que solicité carta de retiro voluntario de la
Respetable Logia “Hiram Nº 65”, evidentemente obedecen al propósito de que se
crea que se ha producido “en el ambiente de las logias una impresión
contradictoria”, acerca de mi regularidad como miembro de la Orden.
Mis deberes ciudadanos no me permiten cumplir con las obligaciones y asistencia
propias de un miembro de la institución y, por esta circunstancia, solicité mi
carta de retiro. El oficioso informante de su diario silenció que tal solicitud
mía no fue acogida, por la unanimidad de los integrantes del Taller, como una
demostración efectiva de comprensión hacia el trabajo que uno de sus afiliados
cumple en el ámbito público.
A pesar de esta actitud tan generosa, sigo convencido de que no me ha sido dable
cumplir, como corresponde, con las obligaciones voluntarias que contraje con la
institución hace más de 30 años.
Por eso exprese en la TV que me encuentro en sueño en mi logia, lo que nada
tiene que ver con mi regularidad ni con mi adhesión a claros principios que
procuran liberar íntegramente al hombre.
La francmasonería no constituye una secta ni tampoco un partido. Sus miembros,
de acuerdo con sus personales convicciones han de encontrar, en cada tiempo y
lugar, los caminos más justos para la realización de los principios que la
animan. He encontrado yo los míos, dedicando sin reservas mi vida entera a su
consecución.
La invariable consecuencia entre pensamiento y acción explica la fraternal
solidaridad que me han prodigado los integrantes de mi Taller y que yo mido en
su tan significativa proyección moral.
En cuanto a la actitud de la masonería en determinados países, afirmo
categóricamente que la Orden ni yo jamás hemos sido solidarios de las dictaduras
que en América latina han asolado y agobian a muchos pueblos. Si en sus Patrias
los masones no observan una actitud de combate contra la iniquidad, resulta
lícito sostener que ellos vulneran sus deberes más esenciales.
Nadie tiene derecho a sostener que puede deducirse de mis expresiones en la
televisión que los principios de la Orden han perdido vigencia. Son ellos
sinónimo de un elevado humanismo y, por lo tanto, se identifican con todo
destino digno de ser vivido y, en último término, el apasionante drama de la
historia no es otra cosa que una síntesis de este anhelo irrenunciable.
(Fdo.): Dr. Salvador Allende.